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Reportaje:

Fijando un nuevo rumbo

El 16 de noviembre fue un día amargo para los socialistas catalanes. Habían estado ensayando durante 23 años qué decir el día de la derrota del pujolismo. Y el pujolismo agonizante no les dio ese placer. El virus que amenazaba la vida del enfermo se cebaba en una saludable y esperanzada viuda, que se las prometía muy felices administrando la herencia. Vanas ilusiones. Las encuestas a pie de urna -las israelitas- del PSC arrojaban un empate técnico con CiU. A mediodía del 16 de noviembre, el clima no es de optimismo en la barcelonesa calle de Nicaragua. A medida que el escrutinio avanza, las caras son más largas. Los socialistas han perdido las elecciones en escaños, aunque hayan ganado en votos. La única solución para evitar la catástrofe es poner en marcha el Gobierno de izquierdas tantas veces anunciado por Pasqual Maragall. Al líder socialista le pasa por la cabeza arrojar la toalla, tiene un instante de desfallecimiento. Pero se sobrepone y decide llamar a los hermanos pequeños: el objetivo es impedir que un pujolismo enfermo, pero aferrado a la vida, siga administrando el patrimonio familiar. Así que los dirigentes socialistas telefonean a los antaño pequeños socios, que han visto crecer su volumen de negocios gracias al cansancio de 23 años de pujolismo y de su oposición a la movilización ciudadana en Cataluña contra la guerra de Irak, y al Gobierno del Partido Popular, que, empeñado en rebautizar, llama comunistas a los verdes y separatistas a los nacionalistas. Así que Joan Saura, presidente de Iniciativa per Catalunya (ICV), y Josep Lluís Carod, secretario general de Esquerra Republicana, reciben la llamada del PSC advirtiéndoles de que Pasqual Maragall hará un discurso hablando de la victoria de la izquierda. Nadie se opone. El ambiente es de desolación en la sede del PSC. Pero la sangre fría de un cordobés, el primer secretario José Montilla, permite a los socialistas albergar esperanzas de que no están ante un final de tragedia.

El gran puntal de la negociación es el acuerdo de financiación que fija que los impuestos se recauden a través de una Agencia Tributaria catalana
Lo primero que hizo Maragall en la mañana poselectoral fue visitar en la clínica a la esposa de Justo Torralba, el responsable de la intendencia en los mítines
El ambiente de fiesta de la sede convergente contrasta con el aire de funeral que envuelve a la ejecutiva de los socialistas catalanes en su cuartel general
Pujol intenta hablar con la dirección socialista de la calle de Ferraz, incluso con Felipe González, pero Montilla ha cortado las comunicaciones
Un céntrico bufete barcelonés acogió el 6 y el 7 de diciembre las maratonianas sesiones de los equipos negociadores de PSC y Esquerra Republicana
En su primera entrevista poselectoral con Jordi Pujol, Josep Lluís Carod le dijo: "Espero que, haga lo que haga, no me montarás una sublevación"
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17 DE NOVIEMBRE. Pasqual Maragall se levanta a su hora habitual. La noche anterior se acostó tarde, pero la del 17 de noviembre es simplemente una condenada mañana de lunes más. Sin resaca de verbena. El cava socialista, como en 1980, se ha quedado sin estrenar. A las nueve de la mañana, el presidente del PSC telefonea a Justo Torralba, su logista, un viejo militante de la desaparecida Federación Catalana del PSOE, que se ha encargado durante toda la campaña de que a su líder no le faltara agua en cada mitin. Pero la noche anterior abandonó a Maragall: su esposa, Conchi, había sido ingresada de urgencias en la residencia sanitaria de Bellvitge. Y ahí se dirige el presidente del PSC a las 9.30 de una fatal mañana poselectoral. El personal no da crédito a lo que sus ojos ven: Maragall está en los pasillos del hospital.

A esa hora, la ejecutiva de Convergència i Unió se prepara. La reunión es relajada. Xavier Trias afirma: "Artur Mas y Josep Antoni Duran Lleida deben llevar nuestras negociaciones con Esquerra Republicana". Pujol asiente. La cúpula convergente decide tomarse unas vacaciones de largo fin de semana. El único que permanece al pie del cañón es Jordi Pujol, quien, preocupado, comienza a llamar a dirigentes históricos del nacionalismo para hacerse su composición de lugar. No lo ve muy claro. CiU propone un pacto con Esquerra con la boca grande. Pero Pujol, con la pequeña, verbaliza que prefiere que los socialistas -con Maragall decapitado, claro- se sumen al acuerdo. Le aterroriza pensar en un frente nacionalista del que se ha pasado 23 años huyendo.

El ambiente de fiesta contenida de la sede convergente de la calle de Córcega contrasta con el aire de funeral de los socialistas en la calle de Nicaragua. La pulsión de tánatos, en expresión de un dirigente republicano, es perceptible en el cuartel general del PSC. Incluso se hace visible en los rostros de la ejecutiva socialista. Sólo un cordobés algo inexpresivo, "desaborío" (como el mismo se autocalifica), mantiene la moral del socialismo catalán. José Montilla toma el bastón de mando y pone orden al desespero: no todo está perdido, hay que comenzar a trabajar por un Gobierno de izquierdas. Inicia contactos con el PSOE. Los socialistas catalanes lanzan un órdago: en la calle de Ferraz deben dar luz verde al pacto con Esquerra. En un perfecto castellano, un dirigente socialista catalán asegura: "Tienen que darse cuenta de que no somos el mismo partido, que el PSC está federado con el PSOE". Queda descartado el pacto con CiU.

19 DE NOVIEMBRE. Esquerra Republicana, en diversas reuniones restringidas de dirigentes, ha comenzado a ensayar jugadas de pizarrín. La ecuación que se revela más conveniente es la de la izquierda. "Nos ha influido mucho la necesidad de no dividir Cataluña en dos comunidades, entre nacionalistas y no nacionalistas", asegura un dirigente de Esquerra. Pesa también el despecho con el que durante ocho años han tratado los convergentes, y singularmente Jordi Pujol, a los republicanos. "No voy a ser el presidente de Convergència", enfatiza un Carod que ya tiene en mente el Gobierno catalanista y de izquierdas. El líder de Esquerra habla con Montilla y asegura: "Ya sabes que los dos problemas son financiación y autogobierno". El primer secretario del PSC asiente y se compromete a buscar la complicidad del PSOE. Acaba así un día clave.

20 DE NOVIEMBRE. Comienza un largo fin de semana. Carod Rovira se va de vacaciones "al extranjero". En esta ocasión es Lisboa y no Madrid la ciudad elegida. Duran toma el avión con destino a Londres. Artur Mas se marcha de vacaciones a Canarias con su esposa, Elena Rakosnik, incansable socia de campaña electoral. Pujol sigue al pie del teléfono. Esa semana ha tratado de hablar con la dirección socialista de Ferraz, incluso ha recurrido a su vieja amistad con Felipe González. Pero nada que hacer. Montilla ha cortado las comunicaciones y le ha pedido al secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero, que no haya intromisiones de los barones del PSOE en los intentos por lograr el pacto de izquierdas. Con todo, no logra evitar algunas llamadas de "compañeros socialistas" que insisten a Maragall en la conveniencia de un pacto PSC-CiU, en interés de España.

21 DE NOVIEMBRE. El comité federal del PSOE da luz verde al pacto de izquierdas. José Bono y Rafael Simancas ponen pegas a la entente. El derrotado candidato a la Comunidad de Madrid pone en entredicho la fidelidad del cordobés Montilla al PSOE. "¿Qué quiere decir que no tienes que pedir permiso a Zapatero?", pregunta Simancas sacando a colación una entrevista del dirigente socialista catalán a Abc. "Fíjate bien en el texto; ahí digo que no hace falta porque pensamos lo mismo", le replica. Las suspicacias capotan.

23 DE NOVIEMBRE. La postura del PP en la asamblea de la Federación Española de Municipios y Provincias aproxima las posiciones de Esquerra Republicana, Iniciativa per Catalunya y Partit dels Socialistes, cuyos alcaldes se niegan a votar una moción contra el plan Ibarretxe.

24 DE NOVIEMBRE. Antoni Vives, secretario del Gobierno catalán en funciones, llama desesperadamente a los dirigentes de Esquerra para que la reunión negociadora ERC-CiU, que la prensa cercana a Convergència señala como crucial, sea la primera. No lo consigue. Ernest Benach y Joan Puigcercós -delegados por Esquerra- negocian en primer lugar con los socialistas José Montilla y Ernest Maragall. Primer jarro de agua fría sobre CiU. En la rueda de prensa posterior al encuentro, los socialistas se muestran moderadamente optimistas. Esquerra también y añade más leña al fuego contra CiU: amenaza con investigar los casos de presunta corrupción de los 23 años de Gobierno convergente.

25 DE NOVIEMBRE. Por fin se reúnen los nacionalistas. Los convergentes han decidido sustituir a Mas por Pere Macias, secretario general adjunto de la federación. No quieren poner ni un solo palo en las ruedas: lo aceptan todo, incluido el Gobierno de concentración -CiU-PSC-ERC- que sugiere Esquerra.

26 DE NOVIEMBRE. José María Aznar alerta a los empresarios catalanes, en la Cámara de Comercio de Barcelona, sobre la presencia de Esquerra en un futuro Gobierno. La élite patronal no asiste al acto.

27 DE NOVIEMBRE. En la nueva reunión negociadora entre CiU y ERC, los convergentes ponen sobre la mesa un dossier sobre una presunta adjudicación a dedo de unas obras por parte del Ayuntamiento de Barcelona. El monto asciende a 9.000 millones de las antiguas pesetas, aseguran fuentes de ambas formaciones. Desde Esquerra -que participa en el gobierno municipal de Barcelona- proponen a los convergentes que vayan juntos, inmediatamente, a denunciarlo a la fiscalía. Los convergentes recogen el informe, y el episodio se cierra sin mayor trascendencia que el calentamiento del ambiente. Tras el encuentro, el triunvirato de CiU se reúne: Pujol, Mas y Duran. El órdago tenía como objetivo forzar un acercamiento que los convergentes comienzan a ver complicado. El democristiano Duran afirma: "Los de Esquerra están buscando motivos para que les digamos que no al pacto".

28 DE NOVIEMBRE. "Esto está negro, muy negro", asegura un consejero del Gobierno catalán. Los pujolistas conocen ya que Carod y los suyos se han ratificado en una reunión celebrada hoy mismo en la idea de un Gobierno de izquierdas. Montilla, tras una sesión negociadora, asegura que Pujol se ha equivocado llamando a la calle de Ferraz. "Los socialistas catalanes tenemos la sede en la barcelonesa calle de Nicaragua", añade el primer secretario del PSC.

30 DE NOVIEMBRE. EL PAÍS publica que ERC se inclina paulatinamente hacia el pacto de izquierdas. Los republicanos, que hasta el final no quieren descubrir su juego, suben la apuesta. Puigcercós pide en declaraciones públicas la celebración de un referéndum si el Gobierno central bloquea el camino hacia el nuevo estatuto. La sombra del plan Ibarretxe sobrevuela la negociación.

1 DE DICIEMBRE. Jordi Pujol, que desde hace días ha tomado conciencia de la situación, se entrevista con Carod en casa de Joan Martí, un amigo común ex rector de la Universidad Rovira i Virgili, que como el líder republicano vive en Tarragona. Al término de la reunión, el dirigente republicano le dice a Pujol: "Espero que, haga lo que haga, no me montarás una sublevación". El presidente prosigue con sus intentos de negociación con la dirección del PSOE. Duran Lleida intenta mantener contactos con el presidente andaluz y barón socialista Manuel Chaves.

2 DE DICIEMBRE. Día de intensas relaciones. Isidré Fainé, director general de La Caixa, presenta a Carod Rovira ante la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE), en Madrid. Los empresarios quieren normalizar relaciones con los republicanos, demonizados por la cúpula del PP y por el propio Aznar. Ese mismo día, Pasqual Maragall almuerza con el ex presidente italiano Francesco Cossiga y le explica que el pacto de izquierdas está próximo.

3 DE DICIEMBRE. ERC apura para lograr máximo beneficio en su política de pactos. Cossiga desayuna con Carod, quien le confirma lo avanzado por Maragall. Al llegar a Roma telefonea a su compañero de la Internacional Democristiana Duran Lleida: "Ya lo tienen todo decidido", explica el italiano.

4 DE DICIEMBRE. Carod se entrevista con Maragall y con Pujol. Carod no quiere que la entrevista con el presidente catalán en funciones se desarrolle fuera del Palau de la Generalitat. Al término de la reunión, Pujol musita: "Espero que no nos enviéis al cuarto oscuro", aseguran fuentes conocedoras de la entrevista. CiU decide rectificar su política de favorecer los conciertos escolares con las escuelas de élite y de cambiar la ley territorial aprobada por el Parlament. A ERC, que sigue avanzando en su negociación con los socialistas, no le basta. Los empresarios los ven cerca del Gobierno catalán, y dos dirigentes republicanos -Joan Puigcercós y Josep Maria Huguet- desayunan en la planta 24 de la torre negra de La Caixa con Isidre Fainé y Antoni Brufau, directores generales de la entidad. Un signo de los nuevos tiempos que se avecinan.

5 DE DICIEMBRE. Esquerra obtiene la presidencia del Parlament, y CiU, su peor resultado en la Mesa de la Cámara desde 1980. Los republicanos consiguen el apoyo de socialistas y convergentes. Es el primer cargo que obtienen gracias a su habilidad y a la equidistancia practicada durante el proceso negociador. Pero los convergentes saben que la suerte está echada. CiU trata de evitar lo que ve inminente. Vives, negociador convergente, ofrece a ERC un Gobierno con un 50% de consejeros republicanos y los restantes entre personas próximas o de CiU que ERC decida no vetar. Más facilidades, imposible. No hay nada que hacer. Esquerra prefiere cinco consejerías y el puesto de conseller en cap para Carod en un Gobierno presidido por Maragall. "No se bajan sólo los pantalones, sino incluso los calzoncillos", comenta con mordaz recelo un negociador republicano.

6 Y 7 DE DICIEMBRE. Poco antes de las nueve de la mañana, dos equipos que suman más de 30 políticos y expertos ocupan los despachos de un céntrico bufete de abogados barceloneses. Son los negociadores socialistas y republicanos, y sus fontaneros, que quieren dar el impulso final al pacto PSC-Esquerra. Ocupan dos plantas de despachos. Mucho café y catering de la pastelería La Farga -ensaladas, croquetas, canapés- ayudan a sobrellevar una jornada de más de doce horas de negociación. En los aspectos sociales no hay mucho problema. "Somos partidos de izquierda y eso se nota", asegura un socialista. Se van superando escollos. Hallan la fórmula de consulta general en caso de que Las Cortes rechacen el texto del nuevo estatuto. ERC y los socialistas están contentos: no se vulnera la ley, pues esa consulta puede ser desde una encuesta de opinión hasta elecciones anticipadas. Se evita el escollo del referéndum a la vasca. El negociador de CiU, Antoni Vives, reitera la oferta de mitad y mitad vía mensajes SMS. Pero la negociación PSC-ERC marcha a toda máquina, a pesar de que el acuerdo sobre financiación autonómica no es fácil. El domingo 7 por la mañana vuelven a la carga en el mismo edificio, mientras la ciudad está desierta: sus vecinos se han ido al campo, al estreno de la nieve o a la feria de belenes. A las tres de la tarde, los socialistas consideran que hay fumata blanca. Los republicanos dicen que OK, pero con algún reparo. El acuerdo programático está cerrado. Las cinco consejerías con que contará ERC, también. Esta negociación ha sido ardua, con divergencias, sin desestimientos, a diferencia de la otra. Sólo faltan algunos flecos sobre la financiación.

8 DE DICIEMBRE. Festividad de la Inmaculada Concepción, un dogma español muy apreciado por Pío XI.EL PAÍS da cuenta del pacto alcanzado ayer, y de sus flecos pendientes. A mediodía, Maragall sale de la sede socialista de la calle de Nicaragua. Se dirige a casa de Joan Reventós, el primer socialista que se midió con Pujol en 1980. Se funden en un emotivo y fuerte abrazo. "Joan, esto te lo dedico a ti; aún me acuerdo del día en que, sentados aquí, en tu casa, me dijiste que sería un buen alcalde de Barcelona", le dice Maragall. Mercè, hija de Reventós, le pregunta al líder socialista: "¿Quieres quedarte a comer?". Maragall asiente. Sopa y albóndigas, que Reventós es acomodado, pero espartano. Durante el almuerzo, el futuro presidente pide silencio: quiere conocer la opinión de su amigo, que sufrió un infarto cerebral hace casi tres años y padece serias dificultades para hablar. Pero, en ocasiones, la comunicación no verbal es más explícita que las palabras. Reventós está exultante.

9 DE DICIEMBRE. A las 18.30 se completa el acuerdo de financiación que fija que los impuestos se recauden a través de una Agencia Tributaria catalana que estará coordinada con la española. Es el gran puntal del acuerdo -escrupulosamente dentro, pero rozando al máximo su techo, del "régimen general" previsto en la Constitución- que han tejido dos equipos dirigidos por el socialista Antoni Castells y el republicano Josep Huguet. Las direcciones de PSC y ERC votan unánimente el acuerdo. ICV apoya un Gobierno tripartito de izquierdas.

11 DE DICIEMBRE. El presidente de Iniciativa per Catalunya Verds, Joan Saura, será el tercer hombre fuerte del Gobierno. ICV-Esquerra Unida tendrá dos departamentos -uno de Relaciones Interdepartamentales y otro de Medio Ambiente-y cierra así el pacto con socialistas y ERC. El Ejecutivo de la izquierda echa a andar y, si el tiempo no lo impide, el martes votará la investidura de Maragall por 74 votos a favor contra los 61 de CiU y PP.

Con informaciones aportadas por Josep Garriga y Pere Rusiñol.

Pujol y Duran  Lleida, en la elección como presidente del Parlamento de Cataluña del republicano Ernest Benach.
Pujol y Duran Lleida, en la elección como presidente del Parlamento de Cataluña del republicano Ernest Benach.CARLES RIBAS

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