El Barça sobrepasa un 'derby' de locura
Los azulgrana remontaron ante un Espanyol desquiciado en un partido en que ambos equipos acabaron con ocho jugadores
El Barça pasó bajo palio en Montjuïc un derby de locura en el que acabó contagiado por el Espanyol, desquiciado por el fútbol obsequioso con el que se dejó hacer y por el inventario de agravios arbitrales, tan reales en algunos casos como ficticios en otros. Lo peor del partido fue el arbitraje destemplado y fuera de contexto de Pino Zamorano, un tipo que convirtió en una hoguera la menor de las chispas. Como quiera que las hubo, y en cantidad, no fue de extrañar que ambos equipos concluyeran el partido capitidisminuidos, con ocho jugadores cada uno después de que el árbitro mostrara nada menos que 12 tarjetas amarillas y 6 rojas. Pero en ese reparto, el equipo azulgrana jugó con la ventaja de verlas venir porque en poco más de media hora dominaba por 1-3 y acto seguido De la Peña fue el primero en dejar en inferioridad numérica a su equipo.
ESPANYOL 1 - BARCELONA 3
Espanyol: Toni; Tayfun (Maxi, m. 46), Lopo, Domoraud, Soldevilla, Wome; Morales (Toni Velamazán, m. 52), Alex Fernández (Òscar, m. 71); De la Peña, Jordi Cruyff; y Tamudo.
Barcelona: Rüstü; Gabri, Reiziger, Márquez, Van Bronckhorst; Cocu, Xavi: Quaresma, Ronaldinho (Gerard, m. 59), Overmars (Luis Enrique, m. 74); y Kluivert (Andersson, m. 90).
Goles: 1-0. M. 8. Jordi cabecea una falta sacada desde la derecha por De la Peña.
1-1. M. 9. Kluivert toca para Ronaldinho, cuyo remate da en Soldevilla y despista a Toni.
1-2. M. 21. Kluivert remata un centro de Gabri, Toni rechaza y el propio Kluivert mete la puntera.
1-3. M. 35. Ronaldinho saca un córner, Toni no acierta a despejar y Kluivert remacha.
Árbitro: Pino Zamorano. Expulsó a De la Peña por una patada a Reiziger (m. 41), a Cocu (m. 65) por derribar a Tamudo y a Márquez (m. 46), Quaresma (m. 52), Soldevilla (m. 60) y Lopo (m. 87) por doble amonestación. Mostró la tarjeta amarilla a Reiziger, Soldevilla y Gerard.
Unos 30.000 espectadores en Montjuïc.
El derby podía haber tenido efectos todavía mucho más saludables para el Barcelona, que de hecho cortó de cuajo la asombrosa mala racha con la que compareció en el estadio blanquiazul. Pero afeó su expediente porque entró de manera innecesaria en el marasmo arbitral y, teniéndolo todo de cara, cuando dominaba por 1-3 ante un Espanyol ya diezmado, sufrió tres expulsiones en los primeros 20 minutos de la segunda parte. Fueron desfilando hacia la ducha Márquez, Quaresma y Cocu. Soldevilla, por su parte, fue a hacerle compañía a De la Peña, y a todos ellos se añadió finalmente Lopo.
Entre una cosa y otra, pocos aspectos futbolísticos razonables pudieron apreciarse. Apenas dio de sí la primera media hora. La velocidad de los extremos y la recuperación de Ronaldinho dotaron al Barcelona de una frescura ofensiva que agradeció Kluivert, activo y certero como nunca esta temporada. Con ese capital, el Barcelona ni pestañeó para expiar el fallo defensivo que le permitió abrir el marcador a Jordi y en el que Rüstü, que ayer por sorpresa debutó en la Liga en detrimento de Víctor Valdés, poco tuvo que decir. Salvo el dislate de no reprimir algunos instintos tontos y primarios que pagó muy caros por el cariz de las medidas disciplinarias que impuso Pino Zamorano, poco más sufrió el Barcelona para rematar a un Espanyol traicionado por sus graves errores. Su portero Toni, como sucede semana sí, semana también, actuó de adelantado Rey Mago para el rival. Los nervios hicieron presa en el Espanyol, que se vio superado en el marcador y se sintió maltratado por el árbitro. En unos minutos de una tensión insoportable, con un par de sillas quemando en un extremo del estadio, la policía atizando en el otro y De la Peña expulsado tras una entrada fuera de tiempo a Reiziger en el centro del campo, el partido quedó tan visto para sentencia como deslucido.
El derby pudo haber sido magnífico. Dio de sí en los primeros compases a pesar de lo reservón que estuvo Luis Fernández a la hora de alinear a un equipo con una defensa de cinco, que defendió mal, y del que retiró a Maxi para taponar la zona de medio centro con Morales y Àlex. Pero, con todo, el juego se descorchó con acciones ya patentadas. La falta sacada por De la Peña y el cabezazo de Jordi, la jugada de Overmars y el sutil toque atrás de Kluivert para el disparo de Ronaldinho, con rebote en Soldevilla incluido, calcan algunos de los goles que ya reposaban en la videoteca de los dos equipos. Fue de agradecer la chispa de ambos grupos en el arranque, dado el estado depresivo en el que habían caído durante las últimas semanas. Sin embargo, en la misma medida en que hincharon repentinamente el duelo, las dos jugadas dejaron en evidencia los desajustes defensivos. En el caso del Barcelona, se trató de un error tan ocasional como grueso. Las acometidas en la frontal le engañaron de tal manera que dejó 10 metros vacíos alrededor del punto de penalti. Un pecado mortal a la hora de defender una falta desde la frontal que castigó Jordi con un cabezazo inapelable que, como en jugadas ya vistas recientemente, no llegó a defender en última instancia Cocu.
La tremenda endeblez defensiva del Espanyol quedó retratada en menos de 13 minutos, los que necesitó el Barcelona para remontar. Pero incluso antes ya había quedado clarito que Tayfun era una bicoca para Overmars. El extremo holandés ya había estado a punto de marcar tras dejar tirado al defensa turco a las primeras de cambio. Soldevilla llegó a tiempo para enmendar el error. Pero si hubo un jugador en estado de gracia ayer fue Kluivert, que asistió a Ronaldinho en el primer gol y anotó a continuación el segundo, tras un centro de un Gabri, absolutamente libre de marcaje en la banda que debía tapar De la Peña. Y también anotó Kluivert el tercero, con la inestimable colaboración de Toni, que, a la salida de un córner, la pifió y dejó un despeje facilito a pies del ariete holandés.
A partir de ahí, el diluvio. No hubo agua, pero sí un chaparrón de tarjetas que acentuaron la sinrazón que presidió la hora que todavía restaba hasta el final. Luis Fernández le dio todas las vueltas que pudo a su esquema, Soldevilla cabeceó al palo, Overmars se lió en un mano a mano con toda la ventaja ante Toni, esta vez acertado, y Luis Enrique falló a puerta vacía el cuarto gol azulgrana. El Espanyol trató de apretar cuando fue él quien jugó con superioridad numérica, pero en ese aspecto a Rijkaard le bastó con controlar a Tamudo, primero con Cocu, más tarde con Gerard. El Barcelona, que subió a Montjuïc como si se tratara del Gólgota, se fue como si bajara del cielo, mientras que el Espanyol continúa abrasándose en las llamas, que cada vez crepitan más en la cola de la clasificación.
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