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Reportaje:

Un fotógrafo de la calle

Carlos Spottorno expone en San Sebastián fotografías que plasman la relación del hombre con su entorno

Maribel Marín Yarza

Carlos Spottorno (Budapest, 1971) estudió Bellas Artes en Roma y Londres y se especializó en pintura. Sin embargo, se dedica a la fotografía, en gran parte, por una cuestión de carácter. "Me gusta esta disciplina por algo fundamental; porque para hacer fotos tengo que salir a la calle y conocer gente", explica. "La pintura requiere un trabajo más introspectivo". Spottorno

presenta desde ayer y hasta el 24 de enero en la Galería DV de San Sebastián (San Martín, 5) Cuerpos a la vista, una colección de fotografías en las que plasma la relación del hombre con su entorno urbano.

En todo caso, esta exposición, un recorrido visual por distintas ciudades del mundo -desde Nueva York a Kuala Lumpur, Penang, Puerto Natales, Madrid o Lisboa-, no es precisamente la que más podría casar con la personalidad del artista. Sus fotografías, en blanco y negro y en color, son imágenes robadas. Spottorno, que este año ha ganado el segundo premio World Press Photo por una imagen sobre la catástrofe del Prestige, pone de su parte la sensibilidad para escoger un rincón urbano, pero es el azar el que hace que una mujer ataviada con un velo violeta y azul pase precisamente por un edificio pintado en esos mismos tonos. Era justo el milagro que el artista esperaba apostado en una calle de Penang (Malasia) en 2001. Y ocurrió.

En cada una de la quincena de imágenes expuestas se repite ese mismo tipo de juego. Siempre con una única figura humana. ¿Por qué? "Inicialmente hay algo de diversión", responde Spottorno. "Es muy difícil aislar a una sola persona y acaba siendo casi como un videojuego". De nuevo, en Penang la suerte se alió con él. Encontró un inmueble destartalado en la calle del Amor. A los pocos minutos pasaba un hombre vestido con harapos. "No sé si en su vida habría o no mucho amor, pero desde luego, no lo parece". En esta exposición, Spottorno muestra sus trabajos más estéticos, muchos de ellos tomados en aeropuertos, estaciones de metro, lugares de tránsito al fin y al cabo. "Pero hago muchas fotos de aproximación", cuenta. "Me gusta mucho, es un ejercicio humano mucho más intenso". Y así ha conocido, por ejemplo, a prófugos que han esquivado su cámara por miedo a ser reconocidos

Spottorno es un artista que pisa tierra, que no se pierde en metáforas ni reflexiones imposibles sobre su obra. Habla claro de su condición de hijo de diplomático -por lo que ha vivido en países de varios continentes- y de toda su trayectoria profesional.

Confiesa que ha llegado a la fotografía desde la pintura, pero también desde la publicidad. "Durante seis años trabajé como creativo y no reniego de ello en absoluto; de hecho, he aprendido muchísimo", explica. "Y claro, me pasé años viendo fotos ajenas y educando el ojo".

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Al final, le ocurrió lo mismo que con la pintura, que se sintió en cierto modo encerrado entre cuatro paredes. "La publicidad es al fin y al cabo un trabajo de oficina", dice. Y oficialmente lo dejó, aunque aún realiza trabajos escogidos. ¿Volverá a la pintura? "Puede que cuando me haga mayor, me vuelva más ermitaño y me dé por pintar".

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