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Entrevista:

"El timador tiene que ser el mejor actor"

Nicolas Cage se convierte en un estafador en 'Los impostores', la última película de Ridley Scott

Nicolas Cage no podía quitar los ojos de la pantalla la primera vez que vio El golpe. Era un niño y había muchas cosas que no entendía, pero la idea de ver a timadores como Paul Newman y Robert Redford en acción le fascinó. "Para ser bueno, cualquier timador tiene que ser también un buen actor", reconoce. Cage es un buen actor, galardonado con el Oscar por Leaving Las Vegas y, a sus 39 años, uno de los intérpretes con más éxito de su generación, no sólo como héroe de acción sino con una larga carrera en producciones arriesgadas e independientes. Y ahora, este miembro de la dinastía Coppola, sobrino del famoso realizador de El Padrino, también es un gran timador, al frente del reparto de Los impostores, una historia de engaños y estafadores con la que Cage intenta engañar al público. ¿O quizá es él el engañado? Sin destripar un final que da muchas vueltas en este guión basado en la novela de Eric García, el director Ridley Scott prefiere resumir su último filme como una "comedia elegante y con mucho estilo, un trabajo perfecto para Nic, un actor que siempre se está reinventando". Un reparto redondo junto con Sam Rockwell y la joven promesa que esconde a la vista Alison Lohman para una película que Scott compara con Thelma y Louise por la frescura de su realización. "Creo que sobre todo es una película que hace partícipe al público del engaño y le invita a tomar parte en él, con lo que se convierte en una especie de placer prohibido", confiesa el actor.

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Pregunta. ¿Se debe a eso la fascinación del público con este género?

Respuesta. Es el mejor ejemplo de interpretación, porque el timador tiene que ser el mejor actor y si la estafa funciona, el público se involucrará de tal modo que sentirá la misma adrenalina que sus protagonistas, deseando que salga bien porque además lo viven desde la seguridad de sus butacas.

P. En su caso, la seguridad recayó en la idea de trabajar con un director como Ridley Scott.

R. Sir Ridley Scott, perdón. Trabajar con alguien así ha sido una experiencia muy refrescante porque yo siempre tengo el sentimiento de que doy lo mejor de mí en las primeras dos o tres tomas y cuando tengo que trabajar con directores que siguen rodando a la 15 o la 16 me siento inseguro, especialmente cuando luego acaban escogiendo entre las tres primeras. Pero ése no ha sido el caso de Ridley y desde el principio estuvimos de acuerdo en el tono y en el estilo de la cinta.

P. Una película muy estilizada, rodada cámara en mano en numerosos exteriores del llamado valle de Los Ángeles.

R. Creo que ambos compartimos una gran pasión por la arquitectura y la música y que tuvimos en mente el estilo modernista de de los cincuenta, para reflejar esta historia que por lo demás es contemporánea. Pero suena a Frank Sinatra, Herb Alpert y Nino Rota.

P. ¿Se siente más identificado con el trabajo del director tras su debut como realizador con Sonny?

R. Mi motivación como director fue la de involucrarme aún más en el arte de la interpretación rodeándome con algunos de mis actores favoritos, como Brenda Blethyn o Harry Dean Stanton. Supongo que esto también ha aumentado mi interés por todo lo que significa la experiencia cinematográfica. Alguien me dijo en una ocasión que un buen actor es, en esencia, un buen guionista y también un buen director, al menos en el caso de que haga un buen trabajo con un mal guión y un mal director. Pero éste no fue el caso. Ridley fue una gran inspiración.

P. ¿Estuvo también entre los directores que le inspiraron en la manera de dirigir?

R. Incluso ahora no sé cuál es mi estilo. Supongo que me siento influido por gente como Cassavetes, incluso Fassbinder, un joven Martin Scorsese, John Woo. Y todas esas películas con las que crecí en mi infancia, de Elia Kazan o adaptaciones de Tennessee Williams.

P. ¿Y como actor ? ¿Cuál es su estilo? En estos años ha construido dos carreras paralelas, con tanto éxito en trabajos introspectivos e independientes como en las grandes superproducciones de entretenimiento.

R. Y en ambos casos son expresiones sinceras de mi trabajo porque me gustan tanto las películas de aventuras como aquellas más provocativas, que tratan temas más difíciles. Nunca me gustaría verme atrapado en una dieta única, sería aburrido. He hecho Adaptation, he hecho Matchstick men y ahora el péndulo oscila en dirección contraria de nuevo con National treasure, una producción de Jerry Bruckheimer. Creo que en estos tiempos que corren de tanta incertidumbre política no hay nada malo en hacer una película donde la gente vaya a relajarse y divertirse y comer palomitas.

P. Pero simultáneamente, como productor está trabajando en el próximo guión de Charlie Kaufman, el guionista que encarnaba en Adaptation.

R. Me fascina su trabajo, su coraje, su decisión de querer hacer algo nuevo y diferente. Es un artista en carne viva que se niega a seguir género o fórmula alguna. Me encanta poder seguir trabajando con él y quizá así proteger su originalidad con mi productora.

P. ¿Y mantener viva la dinastía de los Coppola ?

R. Sí, creo que existe algo de dinastía. En total, somos siete directores en la familia, algo así como en los viejos tiempos, una tradición familiar que pasa de padres a hijos. No es que piense que me hayan dado las cosas hechas, pero hay veces que siento como si hubiera algo en nuestra familia que nos hace ser creativos. Eso sí, soy un pésimo cocinero. Pero bueno fregando los platos.

El actor Nicolas Cage.
El actor Nicolas Cage.REUTERS
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