Hagan juego
El Barça aspira a revertir su situación con la victoria ante un Madrid que se siente ante su gran oportunidad
Acaramelado desde el palco, donde cuelga la bandera del fair-play, y reposado en la nevera, el primer clásico de la temporada parece presentarse en el Camp Nou como un litigio futbolístico más que como una cuestión de honor. Desanimado y mal clasificado, el Barcelona celebra la llegada del Madrid porque entiende que es el mejor partido para revertir su mal momento y espantar a los demonios cuando, para su suerte, el club aguanta al equipo.
De la trascendencia del encuentro para los azulgrana habla el cambio de humor de Rijkaard, que le da tantas vueltas a la alineación que podría cambiar de portero, reforzar la defensa con Reiziger y prescindir de los extremos para ganar medios que llenen el centro del campo. Mientras el presidente asegura haber identificado el problema después del 5-1 de Málaga, el entrenador todavía no le ha dado rostro al equipo. El impacto de la baja de Ronaldinho ha sido tremendo a efectos de resultados -un punto en tres partidos- y de juego, nuevamente rutinario y sin convicción. A falta de fútbol y de estrella, ha vuelto el desapego entre el equipo y la hinchada, habitualmente decisiva en partidos como el de hoy, por mucho que la previa sea desbravada: del Camp Nou se han escapado ya 12 de 21 puntos.
El partido y el escenario abonan el desafío de Ronaldo, que en su regreso al Camp Nou se siente capaz de acabar con 20 años de sequía blanca: el Madrid no gana en partido de Liga jugado en el estadio desde el 22 de octubre de 1983. "No me diga", responden al unísono, confiados y resueltos Ronaldo y Beckham, que acaparan todos los focos. La pegada de las figuras madridistas relativiza el papel de Queiroz, un entrenador que comparte tono de voz con Rijkaard.
A menudo desganados en campos ásperos como el Sánchez Pizjuán y el Sadar, a los mediáticos blancos se les supone hambrientos por refrendar el liderato con el triunfo en un escenario como el Camp Nou, hoy más blindado que de costumbre bajo la pancarta no escrita de tolerancia cero, desplegada durante dos días con motivo de las Jornadas de Seguridad y Prevención de la violencia en los estadios. Un año después de que el choque estuviera parado un cuarto de hora por el tiro al blanco [Figo], el arrepentimiento barcelonista es tal que incluso el presidente del Madrid, Florentino Pérez, entendería que no cerraran el Camp Nou, sobre el que pesan dos partidos de clausura. La actitud complaciente del Madrid viene a ser de alguna manera un certificado de que el Barça ha dejado de preocuparle. Llegados a tal extremo, los azulgrana están dispuestos, al menos, a no ser vulnerables y a disputarle la victoria al Madrid desde el esfuerzo y la humildad de cualquier otro adversario.
Barcelona: Rüstü; Reiziger, Puyol, Márquez, Van Bronckhorst; Gabri o Motta, Cocu, Xavi, Luis García o Óscar López; Saviola y Kluivert.
Real Madrid: Casillas, Salgado, Pavón, Raúl Bravo, Roberto Carlos; Beckham, Helguera; Figo, Rául, Zidane; y Ronaldo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.