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Reportaje:

25 años en el salón de plenos

Los seis alcaldes que ha tenido Granada en democracia se reúnen en un homenaje a la Constitución

Javier Arroyo

Antonio Camacho García pasó de ganar algo más de 300.000 pesetas (1.803 euros) a no ganar ni un duro. Corría el año 1979 y tuvo la ocurrencia de encabezar la lista del PSOE a la alcaldía de Granada. Aunque no consiguió mayoría, un pacto lo convirtió en el primer alcalde democrático de la ciudad. "Tenía una familia que alimentar y no podía estar meses sin llevar dinero a casa", cuenta Camacho. Por esa razón, el ex alcalde iba por las mañanas a su trabajo en la Caja General de Ahorros y, a partir de las cinco, se pasaba por el Ayuntamiento. "Tampoco había mucho que gestionar allí", recuerda Camacho. "No había ni un duro en caja". A los tres meses ya consiguió un sueldo municipal, decente para la época, pero un tercio de lo que ganaba en su vida privada, poco más de 100.000 pesetas (601 euros).

Ayer, Camacho se reunió con Jesús Quero (PSOE), Antonio Jara (PSOE), Gabriel Díaz Berbel (PP), José Moratalla (PSOE) y José Torres Hurtado (PP), todos los alcaldes del periodo democrático de Granada. Los seis acudieron al salón de plenos municipal para conmemorar el 25 aniversario de la Constitución. La historia democrática municipal en cifras se resume en cuatro alcaldes socialistas y dos populares. Junto a ellos, todos los ex concejales que los acompañaron en su aventura.

Llevar el ayuntamiento en 1979 era una aventura heroica. Mientras Camacho estaba trabajaba en la caja, Jesús Quero, que 12 años después sería alcalde, llevaba el día a día municipal. Quero recuerda sus avatares. A veces el enemigo estaba en casa. Por ejemplo, el jefe de la Policía Local, poco dado a obedecer a Quero. Su coletilla era: "Si no me lo ordena el alcalde, no lo hago". "Tuve que hacer que el alcalde me dejara oficios firmados y en blanco. Así, minutos después de que el jefe de policía se negara, tenía la orden del alcalde por escrito", explica.

Tan duro de roer era aquel jefe de municipales, un militar, que Camacho quitó su número de teléfono de la guía. "No se lo di ni al jefe de la policía. No te podías fiar de nadie. Me dijo que cómo me iba a localizar si pasaba algo. Y yo le dije que mandara un coche a casa cuando hiciera falta. Nunca fue nadie". A los seis meses, Camacho estaba agobiado. Una mañana de noviembre, le dio un poco de taquicardia. Mientras salía del edificio municipal, se encontró con Quero. "Me voy", le dijo. "Hasta la tarde", le respondió su secretario. Camacho se lo explicó. "No, me voy para siempre. Ya no puedo más". Camacho, que fue alcalde seis meses, de abril a noviembre de 1979, volvió a su profesión y hoy, con 77 años, ya está jubilado.

A Camacho le siguió Antonio Jara, "el mejor alcalde de Granada", decía ayer alguien muy cercano al PP en el salón de plenos. Jara fue alcalde entre 1979 y 1991, años en los que la política municipal dio un vuelco absoluto que él explica con una anécdota: "En 1979, íbamos a poner una bombilla en la farola de cualquier esquina y la gente nos aplaudía a rabiar. Uno de mis últimos actos como alcalde en 1991 fue inaugurar el Palacio de Deportes de la ciudad. Me pegaron una buena pitada

". Así evolucionó la cosa. "De pronto, en apenas 10 años, cubrir las demandas de la gente se volvió muy complicado", afirmó.

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Eran tiempos de poco dinero y mucha calle, recuerda Jara. "Al principio, no teníamos dinero para gastar así que nos tirábamos a la calle a hablar con la gente", recuerda Jara, que ahora trabaja en la Universidad de Granada. Jara y Camacho son los dos únicos que dejaron la política. El resto, de algún modo, sigue en ella.

Tras Jara, llegó el turno de Quero. Una alcaldía, entre 1991 y 1995, que "tenía fecha de caducidad desde 1993". Quero, ahora responsable del Campus de la Salud, recuerda como le decía la gente: "Qué bien me cae usted y qué lástima que vaya a dejar de ser alcalde". Era el fin de la época socialista en el Gobierno central.

Y llegó Gabriel Díaz Berbel. "Gané tres veces en las urnas pero hasta que no lo conseguí por mayoría absoluta no me dejaron ser alcalde", cuenta este ex alcalde popular y senador. ¿Cuál es la idea propia, no de sus asesores, de la que está más orgulloso? "La estatua por la visita de Bill Clinton y la idea de abrir una suscripción popular para hacer un monumento a Fray Leopoldo de Alpandeire", dice Díaz Berbel.

La penúltima legislatura fue cosa de José Moratalla (PSOE), ahora en la oposición, y la actual, de José Torres Hurtado (PP). Como los dos están en activo en la vida municipal, aún no pueden contar anécdotas con sustancia. En la fiesta de ayer se reían a pesar de sus diferencias políticas. Se ve que el 25 aniversario de la Constitución pone a los políticos de buen humor.

Música constitucional

La Orquesta Ciudad de Granada (OCG) se ha atrevido a poner música a la Constitución. Al Título Preliminar le han asignado el cuarto movimiento de la Sinfonía número 9 de Beethoven. Es el Himno de la Alegría. El Título Primero, el que consagra la libertad de los ciudadanos con sus derechos y deberes, gira también alrededor de Beethoven.

En la OCG dicen que fue fácil asignar el Himno nacional al Título Segundo, habla de la Corona. El Te Deum de Charpentier es el referido al Título Tercero, que consagra los tratados internacionales. El Gobierno y la Administración es el asunto del Título Cuarto. Aquí echan mano del tono satírico del monólogo de Figaro escrito por Beaumarchasi que Mozart trasladó a sus Bodas de Fígaro.

Para el Título Quinto, el de las relaciones entre Gobierno y Cortes Generales, La Marsellesa es la elegida.

El triunfo de la justicia sobre la injusticia es el tema que Beethoven desarrolla en su única ópera, Fidelio. Valga para el Título Sexto, sobre el Poder Judicial.

De Economía habla el Título Séptimo. Como la polca Von der Börse de Johann Strauss hijo. La música del Título Octavo, el de la organización Territorial, también era evidente: El himno de Andalucía o el de la comunidad de que se trate.

El Título Noveno y Décimo, el del Tribunal Constitucional y el de la reforma de la Carta Magna, comparten partitura: Mar en calma y viaje feliz, de Mendelssohn.

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