Confrontación
En tiempos de esperanza, que en Andalucía se siga con la confrontación como norte de la política empieza a ser ya muy grave. De seguir así que no extrañe la manifiesta huida de las urnas que se otea en el horizonte. ¿A quién beneficia esta política de confrontación entre la Junta y el Gobierno central?
Estamos cansados de los insultos y de que cualquier medida que adopte el Gobierno de Chaves tenga su réplica en el Consejo de Ministros de Aznar, como ha sucedido con el plan de células madre.
Sorprende que no haya ni tan siquiera una política de mínimos, precisamente cuando mañana vamos a celebrar el 25º aniversario de la Constitución. Aznar y su Gobierno siguen sin entender a Andalucía. Y lo que es peor, continúa pensando el Partido Popular que esta permanente política de acoso y derribo a Chaves les dará réditos electorales. Por lo que se ve, Rajoy sigue el mismo camino de Aznar y Arenas. Lógico, después de escucharle en el Congreso de los Diputados y las muertes en Irak.
Esta estrategia debe obedecer a algún planteamiento porque de lo contrario no se entenderían los desplantes y desprecios de Javier Arenas, que se alumbró a la política en esta tierra, su tierra, como tampoco es compresible la ordinariez en de la que hace gala la candidata del PP andaluz, Teófila Martínez, con descalificaciones personales al presidente de todos los andaluces, Manuel Chaves.
Esta confrontación, conforme se acerquen las elecciones, irá a más. La romería de ministros dándose un garbeo por Andalucía será incesante, como lo harán los consejeros de Chaves. El futuro Gobierno andaluz depende de cuatro a seis diputados. Lo sabe el PP; lo presiente el PSOE. En juego, de dos a cuatro diputados en Sevilla, dos en Cádiz y uno en Málaga.
No ayudó el ministro Montoro, quien, de forma avinagrada, desmontó parte del discurso catastrofista de la señora Martínez dando, por el contrario, la razón en parte a su gran contrincante, la consejera de Economía, Magdalena Álvarez. Y Álvarez-Cascos y el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, siguen con su guerra particular. Como dice un pie negro del PP, mejor se queden en Madrid. Los ministros.
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