"La producción de ideas está denostada por muchos sectores"
Lander Sarasola (Caracas, Venezuela, 1952), pedagogo de formación, asumió en junio de 2001 el Vicerrectorado del campus de Guipúzcoa de la Universidad del País Vasco (UPV), que ahora celebra el 25º aniversario de sus facultades de Filosofía y Ciencias de la Educación y de Psicología.
Pregunta. ¿Cómo han evolucionado estas facultades en sus 25 años de existencia?
Respuesta. Nacieron en unas condiciones precarias y en un lugar donde no existían estudios de estas características y hoy puede decirse que han alcanzado un desarrollo muy armónico en cuanto a titulaciones y al ámbito de investigación, que ahora deberá readaptarse al modelo europeo que se establezca en Bolonia, más práctico y basado en el trabajo de los alumnos. Su salida de Zorroaga fue capital para ellas y para el campus, que este año comienza tres obras clave: el edificio José María Korta de I+D, la residencia de estudiantes y un pequeño polideportivo.
P. Ahora que se sacraliza lo tecnológico frente a las ciencias humanas, ¿cuál es la demanda?
R. Tienen un pequeño goteo a la baja de alumnos, pero eso no pone en cuestión la necesidad de su existencia. El valor de estas titulaciones, que muchas veces demandan profesionales que quieren reciclarse, va más allá de las fluctuaciones de mercado. Es verdad que priman los parámetros relacionados con la producción material; la de ideas, de opiniones, está denostada por muchos sectores, pero nosotros tenemos claro que las humanidades y las ciencias sociales son clave. Sobre todo aquí. En la vorágine política del País Vasco es fundamental la existencia de gente que piense.
P. Y que se implique...
R. Probablemente, éstas son las facultades donde más se ha cebado el ambiente político, el terrorismo y donde más se percibe la falta de libertades en el ambito académico porque buena parte de los docentes están comprometidos. Generan mucha opinión, desde todos los espectros políticos, y suscitan controversias.
P. ¿Cree que eso es bueno?
R. Sí. La Universidad debe garantizar un ámbito de libertad de pensamiento y de opinión de sus miembros. Aunque esto tiene hoy una gran falla: los profesores amenazados, que viven un gran drama personal.
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