Decker y Schneider definen 'Sigfrido' como la parte irónica del 'Anillo' wagneriano
El director de escena y el músico estrenan hoy en el Real la tercera entrega de la tetralogía
Hay broma, ironía, juego... En Sigfrido está el momento más relajado de la obra mayúscula wagneriana. "Es la única ocasión en El anillo del Nibelungo en que la comedia se mezcla con la tragedia", asegura Willy Decker, director de escena de la tetralogía que se ha hecho durante tres años en el Teatro Real y que se cierra esta temporada con la parte que se estrena hoy y con El ocaso de los dioses, que se verá en febrero. Peter Schneider, director musical, está de acuerdo con Decker: "La tetralogía está concebida como una sinfonía. Y este tercer movimiento es el scherzo ".
Vuelve Wagner al Teatro Real de Madrid hoy a manos de Willy Decker, que se presentó por primera vez ayer en Madrid como responsable de este Anillo hecho en colaboración con la Ópera de Dresde, y de Peter Schneider, director de impronta y origen alemán como Decker, al que repele que mezclen al compositor con las huellas sangrientas del nacionalismo alemán.
"Wagner era un revolucionario", contaban los dos al unísono en una rueda de prensa. Y todavía difícil de interpretar, de descifrar. "El
anillo del Nibelungo es complicado, tiene muchas lecturas, porque es un mito y una utopía", dijo Decker. "Las lecturas que cada uno hace de esta obra se pueden enriquecer constantemente con la experiencia", aseguró Schneider.
Comprensión
Ellos hacen lo posible por dar su versión de manera sencilla, limpia de símbolos y hojarasca que estorben la comprensión, en una gran representación del teatro del cosmos, del teatro dentro del teatro, una concepción que es "idea de Schopenhauer", como apunta Decker sobre uno de los grandes inspiradores filosóficos de El anillo.
Por ese lugar desfilan dioses con dudas, gigantes, esclavos, maldiciones, ambiciones, buenos salvajes destinados a ser el hombre del futuro, justo lo que es Sigfrido...
Una de las complicaciones de esta parte de la tetralogía, justamente, es el elemento humorístico que introduce Wagner. "El diálogo entre Sigfrido y el caminante, Wagner lo define como dueto de bufos; hay momentos de risa y sonrisa, y hay que mostrarlos", afirma Schneider. Pero, si no es fácil en la música, donde hay poco lugar para las variaciones, es tremendamente más difícil en la escena, precisamente por contar con toda la libertad.
Riesgo
"Wagner prevé un primer acto en el que Sigfrido llega con un oso. Eso es mucho riesgo, Schneider lo ha visto y es un fiasco, porque todo el mundo se fija en qué hace el oso, no en la acción. Yo lo sustituyo por uno de peluche, así ironizo con ello", asegura Decker.
Son dilemas que tendrá que resolver el espectador en esta entrega de El
anillo del Nibelungo, que se verá en el Teatro Real hasta el próximo día 23 de diciembre, con Stig Andersen como Sigfrido, y Wolfgang Ablinger-Sperrhacke, Alan Titus, Hanna Schwarz y Luana DeVol, entre otros, en los papeles principales.
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