Bipartidismo con reparos
Dos artículos de la Constitución, el 6 y el 22, consagran que los partidos políticos y el derecho de libre asociación garantizan el Estado de derecho que los españoles votaron el 6 de diciembre de 1978. Pero antes, dos leyes preconstitucionales, de 1976 y 1978, pusieron en marcha la reforma. Todo empezó en junio de 1976, cuando el Pleno de las Cortes aprobó la ley reguladora del Derecho de Asociación Política. Tuvo el voto a favor de 338 procuradores. También cosechó 91 votos en contra, 24 abstenciones y 117 ausencias. Le costó un mes entrar en vigor y un semestre traducirse en los primeros registros de partidos legales. La eclosión, ya en 1977, puso de moda la expresión "sopa de letras" para referirse a la avalancha de partidos. Entre los primeros se encontraban, por ejemplo, el PSOE de Felipe González, el Partido Socialdemócrata de Francisco Fernández Ordóñez, el Partido Socialista Popular de Enrique Tierno Galván, Izquierda Democrática de Joaquín Ruiz Giménez o el Partido Demócrata Popular de Ignacio Camuñas.
"ARTÍCULO 6. Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política"
Pero de esa sopa de letras sólo entre 10 y 14 partidos han logrado en estos 25 años representación parlamentaria en el Congreso de los Diputados. UCD ganó dos cortas legislaturas con mayorías relativas. Le siguió el PSOE, que gobernó 14 años con mayorías absolutas y relativas. Y el PP lleva casi ocho con mayorías relativa y absoluta. Prácticamente desde el principio, el sistema electoral llevó a un bipartidismo imperfecto en el que los partidos minoritarios capaces de funcionar como bisagra han sido y son los nacionalistas.
Lo más relevante del arranque de la democracia fue el auge y descalabro de la UCD. Nadie ha sufrido nada igual de forma tan rápida y acusada en estos 25 años. Al menos, de momento. UCD fue el partido más importante de aquellos años. Quizá fuera sólo un rumor, pero el prestigioso diario estadounidense The Washington Post publicó en julio de 1976 que la Corona y Estados Unidos apoyaban la formación de un gran partido democristiano en la España que comenzaba su transición. El hecho cierto es que el 3 de mayo de 1977 Adolfo Suárez constituyó la coalición electoral de UCD, con la integración de partidos de adscripción democristiana, liberal, socialdemócrata, populista y regionalista. Fue un partido pensado para concurrir a las primeras elecciones legislativas, celebradas el 15 de junio de 1977, y en ellas logró 166 diputados, cerca de la mayoría absoluta. Logró además pilotar la redacción de la Constitución con el consenso de todas las fuerzas políticas, y, antes de eso, firmar la paz social con los Pactos de la Moncloa. Todo eso tuvo como rédito una nueva victoria electoral en marzo de 1979, con 168 diputados.
Las cosas empeoraron en 1980 con los referendos andaluz y gallego; las autonómicas vascas y catalanas, y la moción de censura del PSOE.
Pero la caída libre comenzó el 29 de enero de 1981 a las 19.40 horas. Televisión Española interrumpió su emisión para retransmitir un mensaje del presidente Suárez. "Hoy tengo la responsabilidad de explicarles, desde la confianza y la legitimidad con la que me invistieron como presidente constitucional, las razones por las que presento, irrevocablemente, mi dimisión como presidente del Gobierno y mi decisión de dejar la presidencia de UCD". Lo que sucedió un mes después forma parte de la memoria colectiva. Una anécdota de aquella sesión de investidura interrumpida por el intento de golpe de Estado del 23-F es que Leopoldo Calvo Sotelo proclamó: "La Transición ha terminado".
Quizá terminó dos años después, con la disolución por autodestrucción de UCD, el partido de la Transición. En el verano de 1982, UCD saltó en pedazos al dejarlo Adolfo Suárez. Se descalabró en las elecciones de octubre, que dieron al PSOE mayoría absoluta de 202 diputados y dejaron sin escaño incluso a Calvo Sotelo. Y se disolvió en febrero de 1983. No ha vuelto a ocurrir nada similar.
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