Poliedro/Políedre
Este poniente exhibe una impúdica
proclividad al énfasis, como si
no estuviese condenado, como todos, a caer
en un olvido indiscernible y triste.
Quien salva el tiempo es el tiempo, no los esplendores
falaces y la gente, la bulliciosa
gentecilla que discurre entre inquietudes
y dudas y pesares. Ahora el azul
rompe el color, y el pulso de cada cosa
reencuentra la cadencia perdida.
Regresaremos para no perdernos
y, paso a paso, inventaremos el espacio
en que aún es posible que los recuerdos
le ganen la partida al viento que deshoja,
inclemente, todos los árboles del jardín.
La casa y el silencio son los únicos
baluartes discretísimos que defienden
la intimidad fecunda. Detrás
de este presente absurdo, está el puerto que acoge
los marineros cansados, y les infunde vida.
Aquest ponent exhibeix una impúdica / proclivitat a l'èmfasi, com si / no estigués condemnat, com tots, a caure / en un oblit indestriable i trist. / Qui salva el temps és el temps, no els esclats / fal.laços ni la gent, la renouera / genteta que discorre entre neguits i dubtes i recances. Ara el blau / trenca el color, i el pols de cada cosa / retroba la cadència perduda. / Tornarem endarrere per no perdre'ns / i, pas a pas, inventarem l'espai / en què encara és possible que els records / li guanyin la partida al vent que esfulla, / inclement, tots els arbres del jardí. / La casa i el silenci són els únics / baluards discretíssims que defensen / la intimitat fecunda. Més ençà / d'aquest present absurd, hi ha el port que acull / els mariners cansats, i els infon vida.
Cuando José Ramón Trujillo me propuso que me ocupara de preparar la quinta entrega de El Acordeón (Madrid, 1993), dedicada en aquella ocasión a la poesía catalana contemporánea, Miquel Martí i Pol atendió mi petición de un poema inédito mandándome Políedre, que yo mismo traduje. C. D. i M.
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