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Reportaje:CIENCIA FICCIÓN

'K-Pax' y los rayos de luz al alcance de la mano

"EL PACIENTE AFIRMA que no es humano, y que viene de otro planeta. Espero que los extraterrestres tengan derecho a la asistencia gratuita", responde el doctor Mark Powell (Jeff Bridges), del Instituto Psiquiátrico de Manhattan, al saber que acaban de asignarle un nuevo caso. Por una vez, no es alguien que se cree un Napoleón, sino un individuo, Prot (Kevin Spacey), que afirma ser originario del planeta K-Pax y da título al filme de Jonathan Mostow (2001).

A partir de ahí da comienzo una particular relación entre médico y paciente, la vieja historia del salvador que resulta salvado, que sirve para poner en tela de juicio lo desequilibrado de nuestras vidas. La empatía de Prot y su facilidad para acceder a los sentimientos más profundos de las personas (con guiños a filmes como Alguien voló sobre el nido del cuco) frente al escepticismo del psiquiatra, refugiado en un trabajo absorbente mientras ve cómo se le pasa la vida.

El alienado o alienígena Prot posee una brillante inteligencia y unos conocimientos astronómicos deslumbrantes. Bien mirado, como él mismo reconoce en relación con su planeta natal, nada que cualquier niño terrestre no sepa acerca de la Tierra. Sin embargo, resulta curioso que al ser interrogado por unos astrónomos (¡Cuántos doctores hay en este planeta!, exclama divertido al ser presentado) para que dibuje la órbita de K-Pax, éstos se sorprendan de que escriba una fórmula bien conocida: la 3ª ley de Kepler.

Establece ésta que el cuadrado del periodo orbital del planeta es proporcional a la potencia cúbica de la distancia media a su estrella. Es una de las fórmulas fundamentales empleada en la detección de planetas extrasolares.

El planeta K-Pax orbita un sistema estelar binario en la constelación de la Lira. Es mayor que la Tierra y posee siete lunas púrpuras. Sus dos soles salen juntos una vez cada 200 años. "Supongo que mis cálculos ayudan a esclarecer las perturbaciones que han detectado en la trayectoria de rotación de su sistema binario para las cuales no hallaban explicación", señala Prot ante los asombrados científicos.

Nada que no sea verosímil y que da idea, además, de cómo se detectan planetas más allá del sistema solar a partir de los efectos gravitatorios que inducen en las órbitas de las estrellas que orbitan. Por el momento, sin embargo, el único candidato en la constelación de la Lira es un planeta de tipo joviano (similar o superior en masa a Júpiter) que gira a una unidad astronómica (distancia media entre la Tierra y el Sol) en torno a la estrella HD 177830 (vaya nombrecito).

Se halla a unos 18 años luz de distancia, bastante más cerca que el ficticio K-Pax, que "está a 1000 de sus años luz de distancia de la Tierra en la constelación que ustedes llaman Lira". ¿Nos habrá engañado Prot con el fin de salvaguardar de la codicia humana su utópico planeta de procedencia? En la sociedad K-paxiana, siempre según Prot, no existe la familia, ni gobierno de ningún tipo, ni leyes, ni jueces. Viniendo de donde dice venir, no es extraño que califique a la Tierra como un planeta en fase temprana de evolución y futuro incierto (clase BA-3, en la jerga científica k-paxiana).

Debido a la particular calidad de la luz ambiental de su planeta, causada por sus dos soles, los k-paxianos se han acostumbrado a unas condiciones de luz parecidas a las del crepúsculo terrestre. Son sensibles a la luz blanca, como los humanos, aunque su rango de detección se extiende más allá de los 400 nanómetros, la zona del espectro electromagnético correspondiente a la radiación ultravioleta.

Para protegerse de la luz que baña nuestro mundo, Prot lleva siempre unas gafas oscuras. Ahí está el rasgo distintivo que nos permitirá, en adelante, identificar a los extraterrestres (con permiso, claro está, del meñique rígido de algunos invasores alienígenas). Si la falta de luz es una característica del planeta, uno se pregunta cómo es que su método para desplazarse entre las estrellas (a varios múltiplos de la velocidad de la luz, no se crean) está basado en aprovechar la energía de la luz para viajar por o a través de ella. "¡Los humanos! Te aseguro que cuesta imaginar cómo habéis llegado tan lejos". A nosotros también nos cuesta imaginarlo para los k-paxianos.

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