El esplendor regresa a la Iglesia Vieja de San Lorenzo

Las mejoras de los templos madrileños abarcaron, hace una semana, a la llamada Iglesia Vieja, o de Prestado, en la zona meridional del monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Patrimonio Nacional ha rehabilitado, con delicada atención, su evocador espacio interior.

Se trata de un lugar íntimo, concebido para albergar, de manera provisional aunque noble, las primeras funciones del cenobio palacial, corte, convento y panteón regio. Su construcción culminó en 1571. Fue ideado por Juan Baustista de Toledo, el primer arquitecto del espacio sacro-aúlico.

Tras su llegada a España desde Italia, mandó llamar a su familia para que le acompañara, pero sucumbieron todos en un desgraciado naufragio. Entonces Felipe II permitió que junto a la primera piedra del monasterio figuraran pertenencias suyas y también de su desdichado arquitecto, quizá para tratar de atajar así su honda pena.

La Iglesia Vieja tiene unos treinta metros de largo por diez de anchura, y se ve presidida por el lienzo de gran formato El Martirio de San Lorenzo, obra enmarcada entre el romanticismo y el impresionismo del pintor manierista Tiziano Vecellio. El cuadro ha sido recientemente restaurado para concurrir a una exposición celebrada, hasta el pasado verano, en el Museo del Prado con la mejor pintura del genio veneciano.

El espacio recobrado se halla perimetrado por una sillería en nogal de bella y sobria, hechura. Sus tres altares lucen mármoles veteados y las pinturas -entre las que se cuenta un Ribera- exhiben su esplendor en medio de una pátina luminosa nueva, suavemente cuidada, que inunda el interior de intimidad.

Según Pablo Larraz, delegado de Patrimonio en el Real Sitio, "se trataba de recuperar el espíritu primigenio de este espacio, el primer escenario donde se organizaron, simultáneamente, la actividad real y la vida monástica, además de ser el lugar sacro donde se depositaron los restos de las seis personas regias vinculadas a Felipe II".