"Hay gente que confunde el acceso a la información con el egoísmo"

Frantxi López Landatxe (San Sebastián, 1953) cogió hace diez años el timón del Koldo Mitxelena, centro multidisciplinar donostiarra que se ha ganado el respeto de bibliotecas y salas de exposiciones. En él puede pasar el ciudadano de la literatura al arte internacional o local, de la investigación a otras manifestaciones culturales. Los números hablan por sí solos. El KM tiene 62.313 socios, ha prestado servicios a 7.500.000 personas y ha presentado la obra de más de 400 artistas en 114 muestras organizadas en su sala de exposiciones y en la Ganbara.

Pregunta. ¿Qué balance hace de estos diez años?

Respuesta. Hemos brindado un buen servicio de acceso a la información y tratado de ofrecer una programación plural, lo mismo recordando a un poeta euskaldun que haciendo una guía de una escritora internacional, que presentando muestras de artistas vascos y extranjeros. Hemos creado una especie de tensión y hemos puesto pequeños faros para guiar a los ciudadanos en una oferta impresionante, y que lo va a ser más.

P. ¿Cuál es el servicio más demandado?

R. El préstamo y, en proporción, el audiovisual -60.000 libros, frente a 15.000 discos y DVD's-, además de la demanda de un sitio serio de estudio que crea hábito y convierte al estudiante en usuario activo. En el KM se generan tránsitos entre la biblioteca, las exposiciones...

P. ¿Fue una osadía programar arte de vanguardia en su momento?

R. No, porque no llegamos con paracaídas. En Guipúzcoa hay una apuesta por la innovación en la industria -lo mismo al diseñar un autobús o un electrodoméstico- que también se da en la cultura. En todo caso, es cierto que sigue habiendo un público que une el arte con la estética, con poca inquietud por lo desconocido.

P. ¿Han percibido un cambio en los hábitos de lectura?

R. Se lee más, pero es una lectura mucho más funcional, la que hay que hacer para vivir -instancias, multas...- y cada vez más marcada por las tecnologías.

La gente se ha hecho más autónoma y se ha habituado a disponer de las bibliotecas con naturalidad, aunque pueda destrozarte un libro.

P. ¿No sirvió la muestra de libros destrozado?

R. Sí, pero habría que repetirla. Hay gente que confunde el acceso a la información con el egoísmo y es capaz de mutilarte una guía turística. Cada vez hay más cámaras, pero no podemos convertir las bibliotecas en lugares vigilados.

P. ¿Cuáles son sus retos para el futuro?

R. Tendremos que seguir ofertando y creando contenidos, habrá que estudiar la implantación de nuevas aplicaciones tecnológicas (los libros electrónicos...), y trabajar en red. La ley de Patrimonio nos deja esa posibilidad y pienso que así podrían generarse beneficios económicos y de servicios. Ya hay trabajos, el Gobierno vasco está impulsando el catálogo de lo vasco.

P. Y la Biblioteca Nacional.

R. Sí. Hay que detectar las necesidades, pero creo que el proceso lógico sería trabajar en red lo existente en Euskadi y, si quieren, también en bibliotecas de lugares como Reno [EE UU] o Navarra, que tienen fondos de lo vasco.

P. ¿La política ha interferido en su gestión?

R. No. Tenemos una autonomía importante sobre los contenidos. De todas formas, a veces tienes que asumir tú una reflexión interesada, porque la cultura no es neutral y cualquier interpelación o suceso nos marca: lo mismo que quemen una librería o que cierren el único periódico en euskera. La cultura tiene que estar ojo avizor en la defensa de los principios.