El adoquín y el jardín
Fue hace unos meses. Varios colectivos de Lavapiés quisieron reivindicar sus propuestas para el barrio, y para ello llevaron a cabo una serie de acciones lúdicas con las que denunciar la situación de la vivienda, la inmigración, la sanidad o los espacios sociales.
Una de estas acciones se realizó en la plaza de Agustín Lara. Consistió en el despliegue de unos cuantos paneles de césped. Y lo llamaron Bajo el adoquín está el jardín. Fue bonito imaginarse otra plaza por unos momentos: verde, con muchos bancos para sentarse, alguna fuente... Una plaza que sirviera de punto de encuentro para todos los vecinos y vecinas del barrio.
Los días siguientes las láminas de césped siguieron allí, y los niños las usaron para poblar las áreas de un campo de fútbol que de inmediato fabricaron. Así, por unos días pudieron tirarse al suelo a parar los balones.
Me he acordado de todo esto cuando, al pasear por allí las últimas semanas, he visto cómo están dejando la contigua plaza de la Corrala: todo adoquines y un viejo árbol en un lateral. Nada de bancos, columpios o fuentes.
Es evidente, pues, la política de nuestro Ayuntamiento para con las plazas de Lavapiés: convertirlas en lugar de tránsito. Se trata de dejar de lado el concepto clásico de plaza pública, aquel que proponía estos lugares como espacios de reunión para los vecinos. Ya nunca más será así: para eso están los centros comerciales, que son las plazas públicas de nuestro tiempo.
Por lo tanto, yo propongo: hagamos un centro comercial en cada plaza. Y, si no, al menos construyan ahí más bloques de pisos de lujo.
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