Los relatos de 'Tusitala'
La editorial Páginas de Espuma publica toda la narrativa corta de Fernando Quiñones
La editorial Páginas de Espuma ha publicado los relatos completos del escritor gaditano Fernando Quiñones, uno de los grandes maestros de la narrativa española. Nicole Canto, que promueve la dinámica editorial granadina Zoela, habla de su trabajo. Renacimiento propone en Sevilla una atractiva oferta editorial en estas semanas de otoño.
A Fernando Quiñones (Chiclana, 1930-Cádiz, 1998) no le gustaba llamar cuentos a los relatos cortos. No aceptaba que una pieza tan respetable como Los tres cerditos compartiera el mismo género que Las nieves del Kilimanjaro, de Hemingway, o cualquier maestría de Chéjov, por no hablar de las connotaciones perniciosas que en España lleva aparejada la palabra cuentista. Su batalla en este campo fue tan dura que ahora, a cinco años de su desaparición, los editores de su narrativa breve completa se han visto obligados a tachar en la portada la denominación ambigua para sustituirla por un rotundo Relatos completos.
El nombre con que los nativos de la Polinesia bautizaron a Stevenson, Tusitala [traducible como "el contador de historias"], da título a este volumen de imponente grosor -834 páginas- que acaba de ver la luz en la editorial Páginas de Espuma. Nueve libros, más diez relatos que se hallaban dispersos en revistas, integran un índice que revela no sólo la fecundidad de la pluma de Quiñones, sino la altura literaria de su labor en este campo.
Desde aquellas primeras Cinco historias del vino que obtuvieron un discreto premio en las Fiestas de la Vendimia de Jerez de 1960, hasta la original fórmula de "novela en relatos" de El coro a dos voces, los relatos de Fernando Quiñones tocan, por no traicionar su pasión flamenca, todos los palos temáticos: el mundo taurino de La Gran Temporada, los sucesos de índole sobrenatural de La guerra, el mar y otros excesos, la filiación rioplatense del autor plasmada en Historias de la Argentina, los crímenes pasionales de Sexteto de amor ibérico o los latidos de Andalucía y de la España de siempre recogidos en El viejo país y Nos han dejado solos.
Es sabido que Jorge Luis Borges, indiscutible maestro del gaditano, llegó a afirmar que en España sólo había "un buen cuentista, Fernando Quiñones, y un buen poeta, Jorge Guillén". El argentino también regaló a Quiñones un piropo que, repetido hasta la saciedad por todos sus editores, llegó a hacérsele incómodo: "Quiñones es un gran escritor de la literatura hispánica de nuestro tiempo, o simplemente de la literatura". Por encima de estas efusiones, la narrativa corta de Quiñones parece llamada a perdurar y seguir creciendo tras la desaparición del autor. Así lo apuesta el sevillano Hipólito G. Navarro, a cuyo cuidado ha estado la edición de Tusitala: "Creo que va a crecer mucho, a poco que no haya autores de su generación que quieran impedirlo con algún comentario extraño", ironiza Navarro. "Es más grande de lo que imaginamos, y tal vez el personaje Quiñones, por su calidez y cercanía, o incluso por pudor, llegara a eclipsar al magnífico escritor que había detrás. Siempre que oía hablar de él, se decía lo bueno que era, qué simpático, pero ésa era una manera fácil de no contar de verdad quién era en realidad Quiñones. Los contemporáneos no suelen piropearse entre ellos, y Fernando, por su manera de ser, lo ponía fácil".
Guy de Maupassant, O'Henry, Chéjov, Bret Harte o Ernest Hemingway; y Borges, Juan Rulfo, Quiroga o Ignacio Aldecoa, en castellano, figuran entre los maestros del género mejor valorados por Quiñones, quien en 1969 llegó a seleccionar 52 obras maestras breves para la antología Los relatos más bellos del mundo, hoy inencontrable.
Quiñones encabezó la cruzada por devolver su dignidad a la narrativa corta, más allá de los intereses del mercado editorial, hasta su último aliento. En sus últimas semanas de vida, dejó escrito: "Lleva uno un buen puñado de años oyéndole a editores y libreros que los libros de relatos breves (aún hay quien dice 'cuentos') no son negocio ni por sueño. Y, de modo contradictorio, también suele añadírsele a ese mal pronóstico la coletilla de que la cosa parece estar cambiando un poco para bien. Ah, pero esa esperanza siempre se frustró".
No imaginaba el gaditano que la esperanza no sólo no ha quedado frustrada, como prueba el incremento de ediciones dedicadas al género en los últimos años, sino que su propia aportación, recogida en Tusitala, es un excelente ejemplo de esa tendencia.
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