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Entrevista:CARLA BRUNI | Cantante y modelo

"Es difícil resistirse a la tentación de la vanidad"

Después de vender más de medio millón de discos de su primer álbum -Quelqu'un m'a

dit-, Carla Bruni ya no es una modelo que canta, sino una cantante que trabajó como modelo. Textos inteligentes, arreglos adecuados y una voz ronca y acariciante a la vez explican el éxito de una mujer que habla con idéntica y desarmante credibilidad tanto de los hombres que ha seducido como de la tristeza que acompaña la fragilidad de los éxitos profesionales. Embarcada en una gira promocional, Bruni descubre ahora otra cara de su nuevo oficio.

"Empecé escribiendo canciones para los demás, concretamente, para Julien Clerc, y luego me convencieron de que yo podía cantar mis temas, que lo que hacía delante de unos pocos amigos podía gustar a muchos más", explica por enésima vez, pero con el entusiasmo de la primera. "Cantar y componer me gusta mucho, había empezado a hacerlo antes de debutar como modelo. En mi familia hay una gran tradición musical, pero nunca quise pensar en que hacer un disco también podía significar tener que actuar en directo. Es algo contradictorio para quien ha vivido durante más de 15 años de subirse a las pasarelas, pero no me gusta exhibirme. Quería proponer mi alma sin vender mi cuerpo".

"Es un honor que me acojan tan bien dentro de la 'chanson' pero es un equívoco: no es mi familia"
"Me gustaría ser escuchada sin que me viesen, sin imagen, sin sexo, pura comunicación sonora"

En el fondo, Carla Bruni quisiera comenzar una nueva vida, ser otra, ganarse la admiración del público sin que éste la identificase físicamente. "Es absurdo, pero me gustaría ser escuchada sin que me viesen, sin televisión, sin imagen, sin sexo, pura comunicación sonora. Eso no está al alcance de casi nadie; son muy pocos los escritores o los pintores que pueden pasar de las argucias promocionales. Y luego está la vanidad, la tentación de la vanidad, que es fácil negar, pero que sigue ejerciendo su poder de atracción: me gusta gustar".

Dice no leer lo que escriben sobre ella, pero le irrita que haya tantos titulares que sitúen su disco dentro de la tradición de la llamada chanson francesa, es decir, los temas con texto muy cuidado, dicho de manera inteligible y en francés. "Es ridículo. Tengo más en común con Ricky Lee Jones que con Brassens. Mi modelo es el country, el folk y el jazz, no cantantes como Brel, Barbara o Brassens, que adoro y he escuchado muchísimo, pero que quedan lejos de mi estilo. Además, esa idea de que la chanson tiene la exclusiva de los textos con calidad literaria me subleva. ¡Como si Leonard Cohen o Bob Dylan no hubieran escrito grandes textos, como si algunos temas de los Rolling Stones no fuesen extraordinarios, literariamente hablando!".

Entre los franceses, sólo admite la influencia directa de Serge Gainsbourgh y Leo Ferré, y reivindica también la de Emmylou Harris o la exuberante Dolly Parton. "Para mí, es un honor que me acojan tan bien dentro del mundillo de la chanson, pero es un equívoco: no es mi familia".

Si su primer disco ha nacido gracias a un viejo amigo, el rockero Louis Bertignac, ahora ella anda implicada en un disco de él. "Componer para Clerc fue distinto, porque él respeta el texto. Para Bertignac, que es un genio para buscar ritmos, arreglos, sugerir tonos o volumen, el significado de las palabras pasa a un tercer plano. Tengo que recordarle constantemente que ya ha cumplido los 50, que yo puedo adaptarme a su estilo, hacerle un traje a medida, pero él tiene que respetar lo que yo le he escrito, que no es una mera sucesión de sílabas u onomatopeyas, sino poemas que tienen que ver con su música. Y, sobre todo, que él ya no tiene edad de seguir diciendo cualquier cosa", concluye medio riéndose.

Carla Bruni tiene casi a punto un segundo disco, ahora con temas mayoritariamente en inglés. "Antes quiero acabar de hacer la promoción de mi álbum en francés en Gran Bretaña o España, en países en los que el francés ha dejado de ser una lengua bien aceptada dentro de la canción popular. Será un álbum distinto, porque el idioma impone ciertas reglas. Por ejemplo, en francés hay poco margen para la ingenuidad, para la expresión directa. No es lo mismo decir I love you que Je t'aime. Pero tiene muchos puntos en común también, porque el hecho de cambiar de lengua no hace que de pronto necesite más volumen o un mayor nivel acústico. Nunca he podido escuchar la música muy fuerte. Por ejemplo, no soporto a Wagner porque requiere un volumen que agrede mis oídos".

Para Carla Bruni, el carácter más distintivo o personal de un cantante es su capacidad para decir un número de palabras, su ritmo o flujo. "Cada cual tiene un ritmo propio, y eso marca la manera de decir, de cantar". "Sabe, el ritmo es determinante en muchas esferas de la vida. Por ejemplo, nadie vive sumergido dentro de un ritmo tan sostenido y exigente como los modistas, que tienen su vida pautada por la exigencia de cuatro desfiles anuales, por la obligación de ser geniales a fecha fija". Por haber sabido escapar a esa trampa dice sentir una gran admiración "por Azzedine Alaïa o por Manu Chao, que se han ganado su libertad, hacen lo que les gusta sin plegarse a las exigencias de la industria". O las de la vanidad, claro.

Carla Bruni, en una imagen de promoción.
Carla Bruni, en una imagen de promoción.

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