Una familia para un corazón
Una niña guineana necesita que una familia la acoja para que le permitan recibir un trasplante de corazón
El corazón de la niña guineana Priscila Asue Ondo se apaga irremediablemente. Su supervivencia no sólo depende de un trasplante, ya de por sí complicado, sino del altruismo de alguna familia dispuesta a acoger a la pequeña en España, durante su tratamiento postoperatorio.
La menor, de seis años, llegó a Alicante a principio de este mes, después de que cooperantes cubanos que trabajan en Guinea Ecuatorial le diagnosticasen una patología en el riñón. Miembros de Alguibama -asociación alicantina que engloba a cerca de un centenar de solidarios y que realiza labores humanitarias en la ex colonia española- trasladaron a la niña a la ciudad para tratarla de su enfermedad. Una simple analítica en el Hospital Clínico de Sant Joan descartó el inicial informe médico y arrojó un diagnóstico más severo: la pequeña está aquejada de una fibrosis endomiocárdica tropical, una patología que obliga a un trasplante inmediato. Enseguida, la niña fue remitida al hospital Gregorio Marañón, de Madrid, centro médico referente en este tipo de intervenciones, donde se confirmó la afección. Ahora, los miembros de Alguibama trabajan angustiados en busca de una familia para Priscila.
Y es que a los interminables y rigurosos requisitos que se le exige a un paciente para ser trasplantado, la niña debe añadir, además, la garantía de que continuará residiendo en un país avanzado si quiere engrosar la lista de los posibles receptores de un pequeño corazón. Esta condición ineludible es debida a que las personas trasplantadas precisan una medicación específica, inexistente en los países subdesarrollados, que impide el rechazo del nuevo órgano. José Cañón, médico de la Organización Nacional de Transplantes (ONT), aclaró esta exigencia. "Estas personas necesitan cuidados de por vida. No podemos trasplantar a alguien que no tenga asegurado un seguimiento", explicó Cañón.
Entretanto, la niña vive en Alicante con la vicepresidenta de la asociación, María José Mateo, mientras se le practican todo tipo de pruebas y espera una familia provisional. Según Mateo, los padres biológicos estudian la posibilidad de trasladarse a España. El reloj vital de la pequeña Priscila ha comenzado la cuenta atrás.
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