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Análisis y propuestas

El apartado dedicado a las mujeres del documento de Estrategias y propuestas de la segunda modernización parte de la base de que continúa existiendo una discriminación por razón de sexo, como demuestran, afirman sus autores, la infrarrepresentación persistente de las mujeres y la violencia contra ellas. Estos son algunos de sus contenidos.

- Lectura de género. Hay que integrar la óptica de género en toda política pública con repercusión en la vida de la ciudadanía, como única forma eficaz de eliminar la situación de discriminación de las mujeres. Plantear una mirada transversal de género significa tener a las mujeres en cuenta, reconocer su aportación diferencial a la vida cotidiana, cultural, social, educativa, política, económica y hacer espacio a sus aportaciones otorgándoles la valoración que les corresponde. Significa poner en valor lo femenino en términos de prestigio, reconocimiento y remuneración. Supone revisar la representación femenina en el mundo público y los mensajes simbólicos que se generan sobre ellas. Implica la necesaria consideración de una presencia proporcional de mujeres en los lugares de responsabilidad, en los ámbitos de control de la ciencia, la economía, la política, en los que se decidirán las medidas a adoptar.

Pese a esta declaración hay que destacar que el documento de la segunda modernización en su conjunto adolece de esa lectura de género. El tema de la mujer queda acotado en un apartado pero no está presente en el resto de las materias que han abordado los expertos del Consejo Asesor.

- Educación y formación. Constituyen el problema más importante para la incorporación de las andaluzas a la modernización, ya que aún son mayoría las mujeres que optan en Andalucía por no continuar sus estudios medios o superiores y que han abandonado la escuela al finalizar la educación primaria. El 60% de las andaluzas tiene un nivel de estudios primario o inferior al primario. Los autores proponen, entre otras actuaciones, campañas de sensibilización contra el planteamiento cultural de que las mujeres pueden optar por la dependencia económica (alternativa que no se ofrece a los hombres), insistiendo en la idea de que la autosuficiencia constituye el fundamento ineludible de la libertad y la dignidad.

- El empleo femenino. La población femenina significa el 51% del total de población andaluza en edad de trabajar, sin embargo sólo representa el 38,5% de la población con presencia en el mercado de trabajo. La tasa de actividad femenina ha pasado de 29,2% en 1989 a 36,9% en 2001. El incremento de casi ocho puntos ha reducido el desfase existente respecto de la tasa estatal de actividad femenina que en la actualidad es del 39,89%. En cuanto a las condiciones de trabajo, presentan unos mayores niveles de atipicidad contractual (son mayoritarias en el trabajo temporal y a tiempo parcial), tienen mayores problemas para la promoción y los salarios medios femeninos siguen siendo inferiores a los masculinos. Abogan por el desarrollo de los servicios de cuidado (guarderías, residencias de ancianos y enfermos) que, al mismo tiempo que descargan a las mujeres de estos trabajos domésticos, suponen un incremento de la oferta laboral para las mujeres.

- Violencia contra la mujer. En su mantenimiento influyen elementos fundamentales como la falta de una legislación decidida que apoye a las víctimas, que sea ágil y eficaz contra el verdugo, servicios de atención y detección sanitarios y sociales. En Andalucía, según datos de Sigma Dos de 1999, el porcentaje de mujeres que sufren malos tratos es el más alto de España, rondando casi el 20% de las mujeres.

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