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Entrevista:TERESA PÉREZ DEL RÍO | Profesora de Derecho Laboral | EL DEBATE DE LA SEGUNDA MODERNIZACIÓN | Las mujeres

"La pobreza se feminiza"

Lourdes Lucio

Teresa Pérez del Río (Salamanca, 1954) es profesora titular de Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Universidad de Cádiz. Fue la ponente del apartado sobre las mujeres en la presentación del documento sobre la segunda modernización.

Pregunta. Cuando presentó el documento dijo que no hay nada nuevo bajo el sol en relación con las mujeres. ¿Era una queja?

Respuesta. No. Explicaba que tanto datos como situaciones son conocidos por todo el mundo que quiera escucharlos o verlos. A nosotros nos parece que los datos estadísticos y la situación que muestran no son soportablemente compatibles con la Constitución, con el derecho a la dignidad y a los derechos fundamentales. El problema es determinar si en realidad se quiere cambiar esta situación o no y, en nuestra opinión, de la contestación a esta pregunta depende la modernización real de Andalucía.

"La situación de las mujeres muestra que no es compatible con la Constitución"
"Está clarísimo que la visibilidad de las mujeres no les interesa a muchos hombres"
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Análisis y propuestas

P. Una de las maneras que proponen para eliminarlas es una mirada transversal de género, ¿qué significa?

R. El concepto no es difícil en sí mismo, el problema es aplicarlo. Los hombres y las mujeres estamos en diferentes situaciones en la sociedad, en la economía, en lo laboral, en todo. Cada medida que se adopte va a afectar de forma diferente a hombres y mujeres. Si en materia presupuestaria se opta por gastar todo el dinero en hacer carreteras en vez de residencias para el cuidado de ancianos o discapacitados, ¿a quién va a beneficiar esta opción? A quien más movilidad tiene, a quien más las utiliza, que son básicamente los hombres, no a las mujeres a las que obviamente beneficiaría más la opción contraria. En definitiva hay que analizar cómo va a afectar cada medida que se adopte a un género y a otro y tomar una decisión equilibrada.

P. ¿Los hombres tienen esa visión?

R. Me temo que no. A cada uno le interesa lo que vive. Muchos hombres no verían cuáles son los intereses de las mujeres porque nunca se han visto en la situación de éstas, por ejemplo, en temas de movilidad, muy pocos han llevado un carro de la compra,ni han tenido que subir a los autobuses con un cochecito de niño; al adoptar medidas en este tema resulta muy difícil que tengan estas cuestiones en consideración... Quienes mejor vemos la transversalidad de género somos las mujeres, pero simplemente porque lo que estamos diciendo nos afecta directamente y a ellos, no tanto.

P. ¿Por qué es importante la paridad?

R. Precisamente por lo que acabo de decir. Si hay más mujeres que tienen conciencia de género, y normalmente las hay, podrán darle la transversalidad de género a todas las medidas que se adopten en todas las políticas, desde la de la inmigración al medio ambiente, pasando por la fiscal... La democracia se supone que es la soberanía del pueblo y el pueblo está formado por dos partes: el 52% mujeres y el 48%, hombres, y tienen que estar representados todos. Hace poco vi una fotografía de uno de los actos conmemorativos del 25º aniversario de la Constitución. Era una gran escalera, toda llenita de hombres y sólo dos mujeres: la Reina Sofía y Rita Barberá, en representación de la Federación Española de Municipios y Provincias. Y lo peor es que a muy pocas personas pareció chocarles esta imagen. Está clarísimo que la visibilidad de las mujeres no les interesa a muchos hombres y a algunas mujeres, tampoco.

P. Dan ustedes un dato muy llamativo: dicen que las mujeres más jóvenes dejan de estudiar, es decir, que aceptan no trabajar por decisión propia.

R. Lo dicen los datos del Instituto Andaluz de la Mujer. Todavía hay un porcentaje muy elevado de mujeres que piensan que pueden ser eternamente dependientes. Es decir, que tienen como opción el no ser libres, ser personas que se dedican a cuidar niños, maridos y casas. El hecho de no ser autosuficiente para siempre, como opción personal, corta toda la posibilidad de disfrutar de otros derechos fundamentales. Salvo excepciones, creo que a los jóvenes se les ha dado todo hecho demasiado fácilmente y cuando tienen que hacer un esfuerzo lo evitan. Estas adolescentes el casarse lo ven como una salida. Luego pasa lo que pasa, que cada cinco minutos un matrimonio se separa y cuando el matrimonio se disuelve hay problemas para cobrar una pensión, malos tratos... Los datos estadísticos muestran una creciente feminización de la pobreza y un gran riesgo de exclusión social de las familias monoparentales dirigidas por mujeres separadas o divorciadas y muchas mujeres maltratadas no pueden denunciar su situación porque se quedarían sin medio de vida.

P. ¿Vamos para atrás?

R. No, no. Esa opción no es de ahora. No llegamos al 40% de tasa de actividad de mujeres. Eso significa que una parte del 60% restante piensa que no tiene porqué incorporarse al mercado laboral. Hay otra que sí, pero están en la economía sumergida y no están inscritas en las oficinas de desempleo. Esto ha pasado siempre y el problema es que sigue pasando.

P. Ustedes subrayan que hay una insuficiencia crónica de servicios sociales.

R. No sólo nosotros. Reiteradamente el Consejo Económico y Social pone de manifiesto que las inversiones en servicios sociales de cuidado siguen siendo insuficientes. Los propios economistas dicen que la modernidad se manifiesta en la suficiencia de servicios de cuidado para personas dependientes, que permite a las mujeres ser mano de obra activa.

P. ¿Es necesario el cambio de legislación para combatir la violencia contra las mujeres?

R. Hace falta sobre todo un cambio de mentalidades. El problema de la violencia doméstica no es tanto la normativa como su aplicación, de sensibilidad de los operadores jurídicos, que estén realmente en contra de la violencia y apliquen las normas en todo su alcance. En el ámbito laboral el problema también es de insuficiencia normativa. En los últimos años se ha demostrado la existencia de dos manifestaciones especialmente rechazables de violencia de género: el acoso sexual y el acoso moral por razón de género. Ahí sí que falta legislación. Parece que no hay una suficiente voluntad del legislador de, al menos, incorporar a nuestro ordenamiento jurídico la normativa comunitaria.

P. También dicen que los hombres defienden la igualdad pero como una pose.

R. Casi todas las personas de género masculino, de clase media y con un nivel cultural medio, delante de las mujeres mantienen un discurso políticamente correcto y dicen que están por la igualdad. Y si realmente lo que manifiestan lo pensaran y lo aplicasen entonces subiría muchísimo la implicación de los hombres en las responsabilidades familiares, no saldrían los datos estadísticos que salen. Por eso lo que hay que cambiar son sensibilidades y creerse el discurso políticamente correcto y aplicarlo.

P. ¿El Estatuto tiene una lectura de género?

R. Siempre hay una lectura de género. Pero la cuestión no es tanto la norma estatutaria como la de su aplicación desde la óptica de género. En definitiva es una cuestión de democracia real y participativa y de aplicación del principio de transversalidad de género a la situación política.

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