Kaspárov se reprime y hace tablas
A Gari Kaspárov sólo le quedaba el asalto a la cumbre, pero intuyó peligro y se quedó en el campamento base. La primera partida de su duelo con el programa Fritz en Nueva York terminó en tablas tras 37 movimientos en tres horas y media de lucha intensa: el hombre aportó ideas mientras la máquina exhibía una defensa tan precisa que asustó al ruso. Éste conduce hoy las piezas negras en la segunda partida desde las 19.00, hora peninsular (www.x3dchess.com).
El juego tuvo más interés que calidad. Es un excelente ejemplo de las enormes diferencias entre los ajedrecistas humanos y los de silicio. Puede asegurarse que, ante un rival de carne y hueso, Kaspárov hubiera prolongado la lucha para darle vueltas (según expresión de la jerga) a su pequeña ventaja en la jugada 32. O sea, para marear la perdiz, buscando un error de su adversario por cansancio. Incluso los mejores jugadores del mundo hubieran tenido problemas para sostener frente al número uno la posición que tenía Fritz y forzar el empate tras cinco o seis horas de suplicio.
Pero, en este caso, su rival no se cansa nunca, y es probable que Kaspárov acertase en su prudencia, como sostiene el gran maestro serbio Ljubomir Ljubójevic, residente en Linares: "Conformarse con el empate tras haber mantenido una ventaja desde los primeros movimientos es una sabia decisión de Kaspárov, indicativa de madurez y frialdad mental. Empezaba a estar apurado de tiempo, la posición tenía trampas escondidas y exigía un juego muy preciso para poder ganar a largo plazo tras sortear los peligros".
Ciertamente, este Kaspárov, de 40 años, es bastante más sosegado que aquél de 22 que, en 1985, se convirtió en el campeón más joven de la historia e irrumpió como un ciclón en la élite del ajedrez. Pero el ruso aún conserva el ímpetu y la valentía que mostró ayer al repetir una apertura (primeros movimientos) que ya había empleado diez meses antes contra Junior, en el duelo que terminó igualado (2-2), sin miedo a preparaciones específicas de los programadores de Fritz. El jefe de éstos, el holandés Frans Morsch, explicó después: "No eludimos esa variante para demostrar que Fritz puede mejorar a Junior".
Ese intento es tan loable como decepcionante resulta su resultado. Fritz ignoró las leyes elementales de la apertura, que hasta los principiantes conocen: desarrollar el mayor número de piezas en el menor número de jugadas posibles; luchar por el control del centro; no exponer la dama (la pieza más potente) más de lo imprescindible; mantener el juego cerrado si se está en desventaja de desarrollo.
Aunque las computadoras de ajedrez han asombrado con jugadas de cariz humano en posiciones y partidas muy concretas, aún están lejos de ser invencibles, porque sus planes de juego suelen ser un insulto al arte de la estrategia. Eso sí, Fritz bordó la tarea defensiva y logró que a Kaspárov se le nublase la vista cuando ya oteaba la cumbre. El ruso admitió después: "Sé que pude aprovechar mi ventaja en algún momento, pero aún no sé cuándo".
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