_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Mudanzas de Palacio

El encanto de los asuntos exteriores del Gobierno de Aznar es que se los hacen a punto de cruz. Ana Palacio tiene un aire de ama de casa, virtuosa y algo desasosegada por el aumento del precio de los tomates, que no se lame. Poner a una mujer así al alcance de Collin Power o Condoleeza Rice es devolverlos al parvulario y a las proezas de aquellas heroínas que, junto con los arriesgados pioneros a galope tendido, arrasaron los territorios del Far West y registraron a su nombre las parcelas de los sioux y la cabaña de bisontes de todos los pueblos indígenas de la vecindad, mientras entonaban salmos de alabanza al rey David y transmitían notarialmente en herencia tanto saqueo a sus descendientes. Con los mismos principios, pero sin la moviola de la épica, se tiene la impresión de que Ana Palacio está dejando Irak como los chorros del oro. Mientras la ONU y la Cruz Roja evacuaban a la mayor parte de su personal, por los continuos ataques y atentados de la resistencia a las fuerzas de una ocupación contraria a la legalidad internacional, la Embajada de España en Bagdad, según la ministra del ramo, enviaba a sus casas, así como de vacaciones, a encargados de negocios y funcionarios, porque había que hacer mudanza y limpieza de las nuevas viviendas y oficinas. En tanto, el propio Gobierno se refería a una llamada a consulta, Ana Palacio insistía en el concepto de mudanza. El eufemismo que es algo así como la cuenta de la vieja, en diplomático, ofrece una estampa doméstica que fascina a Power, a Rice y hasta el propio virrey Bremer. Bremer, según confesó la titular de Exteriores, "es un estímulo intelectual". Pero con esas mudanzas y esos estímulos, no se resuelven los problemas de los empresarios españoles que han acudido, como los viejos pioneros del Far West, a recoger la tajada esperada, aunque la situación de inseguridad ha dejado en la cuneta de la ambición hasta a los más audaces. Las miserias que prometió la Administración Bush, a quienes le hicieron el papel de mamporrero, también están en el aire. En un aire de mudanzas muy explosivo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_