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LA DEFENSORA DEL LECTOR
Columna
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Titulares desafortunados

Los titulares, la parte más visible de la letra impresa de un periódico, son siempre el escaparate de las noticias, y por ello, también un polo de atracción para las quejas y reclamaciones de los lectores. Y hay que reconocer que en muchas de las ocasiones tienen razón. Titulares engañosos, forzados, opinantes, sectarios, sensacionalistas o simplemente improcedentes siempre hay alguno que puede encajar en estos calificativos y que logra colarse por entre las numerosas y abigarradas páginas del periódico, en contra de los preceptos del Libro de estilo.

Los titulares de EL PAÍS han de ser, según aquél, inequívocos, concretos y accesibles para todos los lectores, ajenos a toda clase de sensacionalismo, y a ser posible, breves. Y, además de satisfacer la curiosidad primera y de responder fielmente a la información, jamás deben establecer conclusiones que no figuren en el texto. Premisas que se cuestionan en algunos títulos recientes.

Un lector, Alfonso Piñero Alcón, de Sevilla, pregunta quién decide los titulares en EL PAÍS, y se queja del publicado en las páginas de Internacional el pasado 25 de octubre: Terroristas palestinos matan a tres soldados israelíes en una colonia de Gaza, que considera "inapropiado e injusto" por varias razones: "Primera: en el desarrollo de la noticia, que firma Ferran Sales, no se utiliza nunca el término 'terrorista', sino comando; por lo tanto, no debe haber sido dicho periodista quien lo ha redactado. Segunda: se podría llamar terrorista a un grupo que ataca a una población civil no implicada en la lucha, pero en este caso el grupo atacado no lo es, sino que son soldados que están en lucha contra esos grupos. Tercera: no voy a entrar en la polémica sobre si los comandos de Hamás, Yihad Islámica y Mártires de Al Aqsa son resistentes o terroristas, sería un tema de debate muy largo. Pero, ¿por qué a los asesinatos del Ejército israelí se les llama 'intervenciones' o 'actuaciones', palabras eufemísticas que encubren simples asesinatos? Cuarta: si terrorismo es atacar a la población civil no directamente implicada en una lucha, con el fin de hacer desistir por medios indirectos al combatiente, ¿cómo se les puede calificar a las 'acciones' del Ejército israelí cuando en los 'asesinatos selectivos' asesina o hiere a docenas de palestinos no encuadrados en ninguna de las milicias?".

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La redactora jefe de Internacional, Berna González-Harbour, afirma que procuran tener el máximo cuidado en la cobertura del conflicto de Oriente Próximo, en el que cada parte mide cada palabra. "Intentamos mantener absoluta objetividad. Un dato: propalestinos y proisraelíes se quejan por igual de que favorecemos al contrario, y eso puede dar una pista de lo difícil que es y de que tal vez no estemos muy desencaminados. Respecto al titular mencionado, al usar la palabra terroristas no hemos hecho más que recoger el calificativo que la Unión Europea, y ya no sólo Estados Unidos, da a los grupos radicales palestinos que emplean la violencia y que el lector cita".

Es muy cierto que nuestros lectores suelen quejarse, indistintamente, de que en este ya largo conflicto palestino-israelí el periódico favorece a alguna de las partes. Pero, sin entrar en la ardua discusión del calificativo de "terrorista", como señala el lector, el corresponsal en Jerusalén en ningún momento hablaba en su crónica de terroristas y, hay que insistir, el Libro de estilo señala que los titulares "jamás establecerán conclusiones que no figuren en el texto".

En cuanto a quién decide los titulares, es preceptivo que los redactores entreguen las informaciones tituladas. No siempre lo hacen. En el proceso de edición, en unas ocasiones se mantienen los títulos originales y en otras los redactores jefes o responsables del periódico los cambian por otros que consideran más ajustados, atractivos o adecuados. Si son crónicas o colaboraciones, a veces, simplemente se cambian para encajarlos en el espacio previsto.

Matar y asesinar

Constantino González, de Pozuelo de Alarcón (Madrid), cuestiona el titular El fiscal exime de culpa a los médicos compañeros de la asesina De Mingo -página 8 de Madrid, 23 de octubre-, que informaba de la causa que se sigue contra la doctora Noelia de Mingo, acusada de matar a tres personas y herir a otras cinco en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid. "Como no hay sentencia firme", dice Gonzalez, "la doctora De Mingo goza de la presunción de inocencia. El juicio determinará si, en efecto, es una asesina, una homicida o se invoca una eximente completa que la declare inimputable. Corren malos tiempos para la justicia. Se está acentuando en la sociedad una peligrosa actitud punitiva que no conviene fomentar. EL PAÍS debería ser más cauto en este terreno".

El redactor jefe de Madrid, Jesús Duva, responde: "Asesinar es matar a alguien con premeditación y alevosía, según terminología jurídica y el diccionario de la RAE. Es decir, asesinar es quitar la vida a alguien tras haberlo planificado y puesto todos los medios para no errar. Pero en lenguaje vulgar, un asesino es alguien que mata a un semejante sin otras circunstancias. Es verdad que Noelia de Mingo goza de la presunción de inocencia, como cualquier ciudadano, y que hasta que no lo diga un juez no se le puede culpabilizar de un crimen. Sin embargo, Noelia fue detenida in fraganti, cuando daba cuchilladas a diestro y siniestro, ante numerosos empleados y pacientes de la clínica de la Concepción. No parece, pues, que haya muchas dudas respecto a que ella fue quien mató a tres personas, motivo por el cual eludimos en esa ocasión denominarla 'supuesta asesina'. Otra cosa es que, cuando se celebre el juicio, sea declarada 'inimputable', es decir, que quede exenta de responsabilidad por haber actuado sin ser plenamente consciente de sus actos a causa de un trastorno psicológico. Pero lo que parece difícil de rebatir es que De Mingo mató a tres personas. ¿Que podríamos haber antepuesto el adjetivo 'supuesta' a la denominación de asesina? Pues sí, quizás fue un error no mantener esa cautela formal".

Fue un error, ya que mientras no exista sentencia no se puede calificar a nadie de asesino. Un asesinato, como reconoce el propio Duva, implica unos requisitos e intenciones que señalan las leyes, y el periodista no debe suplir a los tribunales en su papel calificador. Una cosa es describir los hechos, como se hacía en el texto, y algo muy distinto sustituir al juez en su veredicto.

Otro lector, José Grillo, se declara estupefacto ante el titular: Una organización de un rabino proclama hoy a Aznar 'estadista mundial' del año, publicado en la sección de España el pasado 14 de octubre. "Estupefacción acrecentada al leer en la primera frase del artículo que la organización que otorga el premio es multiconfesional. ¿No es más sencillo escribir Llamamiento a la Conciencia proclama hoy estadista mundial del año a Aznar'? ¿Acaso 'una organización de un rabino' es más claro o más específico que el nombre de la organización, o 'un rabino' que Arthur Schneier? ¿Por qué hacer referencia a la religión del fundador/presidente como lo más importante o característico si es una organización multiconfesional? Espero que no sigan por esta línea y tengamos que leer pronto, en lugar de 'la Iglesia católica' el texto: 'una organización de un polaco...".

El redactor jefe de España, José Manuel Romero, contesta que el lector "tiene toda la razón". Así parece, y si, según el Libro de estilo, los titulares son "el principal elemento de una información y sirven para centrar la atención del lector e imponerle de su contenido", no se puede decir que la condición de rabino del presidente de la asociación Llamamiento a la Conciencia fuera un elemento esencial a destacar en el titular. Simplemente no venía a cuento.

Los lectores pueden escribir a la Defensora del Lector por carta o correo electrónico (defensora@elpais.es), o telefonearle al número 91 337 78 36.

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