Fachadas

Ni en broma debería habérsele escapado al alcalde de Alicante. Porque no puede pasar desapercibido que Luis Díaz Alperi, en pleno brote de Letimanía nacional, se haya permitido comentar que tendrá que arreglar San Gabriel porque ahí residen los abuelos maternos de la Novia de España. Es de libro -capítulo ranciedad, apartado virreyezuelos- la táctica de camuflar edificios en ruinas y alfombrar caminos pedregosos al paso de ilustres a quienes podría molestar la visión de la cruda realidad (no creo que sea el caso de esta chica que ha vivido 31 años zambullida en ella, pero queda la aviesa intención).

Por lo leído deduzco que el taxista jubilado y su esposa habitan un piso sencillo de los edificios modernos, relativamente cerca de otros bloques más vetustos y deteriorados, clásicos de barrio obrero aunque no marginal, donde, como en tantos otros, falta casi de todo. También veo la foto de familias manifestándose porque los alumnos de infantil y primaria se han quedado sin monitor que les conduzca a El Palmeral, que es donde tienen el comedor escolar, y se temen que como no descienda a cuidarles el mismísimo arcángel...

Pero Alperi no está para minucias y ordena el señor alcalde, por si se recibiera la visita del siglo, que sean adecentadas las aceras descascarilladas, los semáforos tuertos, los contenedores sucios. Que me lo mejoren...ar! La misma política de lo que ve la suegra ideada para dar a Mr.Marshall una bienvenida andaluza en Castilla; la que practicaba en Valencia Ramón Izquierdo despertándonos con estruendo en Benimaclet, a las tres de la madrugada, porque nos iba a honrar con una gira y había que repintar los pasos cebra.

Quizá por los madriles les vaya un poco mejor, ya que hasta el mismo rey ha rogado que a ver si se acaban de una vez las obras. Así, el pueblo no habrá de triscar entre los cascotes para aclamar a la pareja y los invitados creerán que la engalanada capital es de natural una ciudad habitable.

La estrategia de las fachadas bonitas es así de tramposa: como un telediario.