Mraagall
Hbará que cpomrbaor si en el nvueo mpaa pcoilito caataln que sujra de las ecelcnoeis del día diiceseis el oredn de los faetocrs aletrraa el pdroudtco.
Parece que una universidad inglesa ha efectuado un estudio que demuestra por qué cualquier lector de español comprende el título y la primera oración de este artículo. (Si el lector es catalán aún la comprende mejor. Y si es catalanista, hummm..., puede que incluso sea capaz de escribirla). La clave está en respetar la colocación de las letras primera y última, que son las que realmente se leen (a las otras sólo se les echa una ojeada) y mezclar luego las otras. Si quieren que otro mezcle por ustedes tecleeen www.principal.zerjio.com/varios/letras/index.php. Cuando sólo son las consonantes las que cambian de lugar la identificación de la palabra camuflada es más sencilla; pero también funciona con el orden de las vocales alterado.
La campaña ofrece un impagable terreno de experimentación del citado estudio. Sobre todo por la destacada presencia del candidato Maragall. Ni compañeros ni adversarios podrán negar su portentosa capacidad para cambiar el orden de las letras (y de los puntos y comas) de sus discursos. Ayer mismo, respecto a anteayer mismo, cuando decía que la situación en el País Vasco había mejorado en los últimos años. Cuando alababa la política antiterrorista del Gobierno. Los iniciados en maragallología deben de practicar con su objeto de estudio una operación similar a la descrita por la incógnita universidad. Despreciando los incidentes irrelevantes en la colocación de las ideas persiguen el rastro esencial y advierten sentido donde aparentemente anida la confusión. Nada me extrañaría que todos ellos respondieran a la instrucción primordial de Rubert de Ventós, el diabólico Puck del maragallismo, capaz de hacer muy raros filtros de amor y muerte con las ideas.
La respuesta que dará el 16 es si Maragall, una vez confirmada la solvencia del experimento inglés, se ha dirigido al pueblo respetando las letras primera y última.
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