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Cesc Gelabert presenta en el Real su trabajo inspirado en Bohner

Las dos 'Secciones doradas' y los 'Preludis' se ofrecen desde hoy en tres sesiones

El bailarín y coreógrafo catalán Cesc Gelabert presenta hoy, el viernes y el sábado, en el Teatro Real de Madrid, una estrecha e intensa panorámica de su trabajo reciente a través de tres espectáculos de solos. Los dos primeros días se verán Sección dorada I y Sección dorada II, reconstrucción de las creaciones del desaparecido creador alemán Gerhard Bohner. La tercera será Preludis (el sábado), que se inspira en la herencia de Bohner, un artista con quien Gelabert tuvo una estrecha relación.

Cesc Gelabert hace una labor incansable. Desde Australia se desplazó a Edimburgo, donde imparte un curso para personas con problemas mentales y de aprendizaje. "Aquí se le atribuye a la falta de oxígeno; estas personas tienen un movimiento increíble, son muy singulares, cada uno con su carencia, hacen terapia con el arte y es muy interesante e intenso trabajar con ellos", asegura el coreógrafo, que habla del solo escénico, tanto propio como ajeno. ¿Economía o decisión estética?: "Yo siempre lo he hecho desde hace 30 años, son actividades complementarias. El solo es para investigar, un laboratorio individual, y luego eso genera la actividad con los bailarines. Cuando se acaba el dinero, acudo al solo y mantenemos la compañía a través de ellos".

Gelabert (Barcelona, 1953) rememora cómo conoció al coreógrafo y bailarín alemán Gerhard Bohner (Karlsruhe 1936-Berlín 1992) y cómo tiene acceso a los solos: "Lo conocí en 1984 en mi primera actuación en la Academia de Bellas Artes de Berlín. Yo hacía el concierto con Carles Santos, que a Bohner le entusiasmó, y a partir de entonces nos relacionamos. Entonces fui al estreno de sus solos y me emocionaron. En 1997 necesité bailar como solista el material de alguien, probar con la creación de otro, y pensé en Bohner. Creo que es importante mantener un repertorio, hay que trabajar para que sobrevivan coreografías actuales con los clásicos".

Entonces, Gelabert supo que una italiana, Cosima Santoro, había grabado los solos: "Fue muy útil. Los alemanes dicen reconstrucción, pero es más exacto decir recreación. La estructura de estos trabajos es más exacta que la de Bohner. A lo que no llegué a tiempo fue a tener la suerte de que me lo ensayara él. Pero era sobrecogedor ensayar mi versión en el mismo teatro donde él lo estrenó".

Este año, Gelabert ha estado en la Bienal de Venecia con Preludis, y allí ha recogido excelentes críticas, con lo que sigue siendo más comprendido en el extranjero que en su propia tierra: "He hecho un gran esfuerzo en toda mi carrera creyendo y queriendo que el público español me aceptara y me comprendiera. Actuar en Cataluña y en toda España. Hoy eso está más equilibrado, pero faltan aquí los grandes festivales. El público no es igual en ningún sitio, y sientes la necesidad de construir el público en tu país".

Con el rumbo actual de la danza contemporánea y de la última generación, con el criterio de que ha tocado techo el baile y del papel de las contaminaciones teatrales y mediáticas, el artista catalán se muestra cauto: "Yo me considero bailarín. Me gusta colaborar con los otros artistas, pero lo esencial sigue siendo la calidad del baile".

Gelabert no se asusta por las dimensiones del Real: "Al contrario, me hace ilusión. Bailar las tres piezas seguidas: los dos bonhers y las mías. Como si el tuyo fuera una respuesta, tras cinco o seis años de estar bailando los bonhers. Lo que atemoriza algo es el público", asegura.

Cesc Gelabert, ayer en el Teatro Real.
Cesc Gelabert, ayer en el Teatro Real.EFE
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