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Reportaje:

Un DNI para cada producto

El comercio se enfrenta a una nueva revolución con la incorporación de un chip electrónico que sustituirá al código de barras

Una nueva revolución se avecina en el sector del comercio y distribución. Tras la agitación que supuso hace casi 25 años la introducción de aquel desconocido y hoy tan familiar código de barras, ahora llega una nueva convulsión con el EPC (electronic product code). Este epecé es un novedoso sistema electrónico de identificación de productos basada en la utilización combinada de radiofrecuencia e Internet que, además de aligerar sobremanera la adquisición y reposición de productos, puede originar un masivo recorte de empleo.

Cada artículo llevará un pequeño chip con una serie numérica que se lee con un aparato de captura electrónica sin necesidad de contacto físico. El consumidor puede pasar con su carro de la compra y el chip le da toda la información necesaria sin necesidad de que una cajera acerque el producto a un lector.

Los sindicatos alertan sobre el posible recorte de empleo cuando se implante en unos 7 años

Gracias a esa serie numérica, también se accede por Internet, consiguiendo una amplia información sobre un artículo concreto. De esa forma se puede conocer la fecha y lugar de fabricación, la caducidad si la tiene, lugar al que se debe enviar, entre otras utilidades como reducir los robos.

El nuevo chip, que en principio será complementario del código de barras, es una iniciativa que surgió hace cuatro años impulsada por las grandes multinacionales del sector de fabricación (IBM, Microsoft, HP) y distribución (Wall Mart, Auchan, Carrefour). El sistema, que en principio será probado en el sector de la logística, permite disponer en todo momento de información en tiempo real sobre cualquier producto, de cualquier empresa y en cualquier parte del mundo, así como seguir un artículo a lo largo de toda la cadena de producción y retirarlo rápidamente si tiene algún problema. Será como el documento nacional de identidad.

El sistema ha tenido un largo desarrollo, del que se ha encargado el mítico Massachusett Instutute of Tecnology (MIT). Con ese sello de garantía se ha exportado ya a 102 países que lo adaptarán en sus redes de fabricación y distribución en los próximos meses y años. En España será la Asociación Española de Codificación Comercial (Aecoc), asociación que agrupa a más de 19.000 empresas de fabricación y distribución, la encargada de implantar el revolucionario sistema.

El director general de esta asociación, José María Bonmatí, sostiene que el proyecto se presenta muy madurado, después de muchos años de investigación, pero que en una primera etapa será complementario con el código de barras. Para el director de Aecoc, lo más importante es que 102 países hayan decidido aunar esfuerzos para mejorar la cadena de suministro. Aecoc ya ha invertido un total de 16 millones de euros para la adquisición de la patente y la comercialización del servicio, que combina radiofrecuencia e Internet. Según Bonmatí, no se puede hacer un cálculo de los costes del nuevo sistema ni de las inversiones que han hecho las grandes multinacionales para desarrollarlo. En todo caso, será un problema de coste-beneficio el que marque el calendario de su implantación. Los fabricantes serán los que tengan que implantar este nuevo chip en sus productos, al igual que tendrán que hacer los distribuidores que cuentan con marcas propias.

Los expertos de Estados Unidos consideran que el nuevo sistema se podrá extender de forma universal y en toda su totalidad en un periodo de siete años. En el país norteamericano van muy por delante. De momento, Wall Mart ya ha exigido a sus principales 100 proveedores la introducción en forma de prueba a partir de enero de 2005. La multinacional Gillette ya ha realizado un pedido de 500 millones del nuevo chip.

En España, algunas grandes empresas de distribución ya han puesto en marcha experimentos piloto en algunos de sus centros de forma muy discreta.

El principal problema radica en el efecto que tendrá en el empleo, al igual que la implantación del código de barras supuso un recorte y reconversión de las plantillas.

Nicolás Mata Prado, responsable de Comercio de CC OO de Madrid, considera que la reconversión en el comercio será importante. "Hay que darse cuenta de que el modelo de lectura de productos será muy novedoso, porque, en lugar de pasar cada producto por un lector de código de barras con la ayuda de la cajera, con pasar el carrito repleto de productos por un arco se da toda la información de todos y cada uno de los productos". Tanto en este sindicato como en UGT se mantienen atentos para que la mejora del sistema de identificación de productos no se lleve por delante a una buena parte de las plantillas.

Para Mata, las grandes empresas tienen la suficiente capacidad para hacer grandes inversiones en un nuevo sistema que permita ahorrar costes. "La experiencia que yo tuve en el centro de distribución en el que trabajaba cuando se introdujo el código de barras es que, de los 700 empleados que éramos, se quedó la plantilla en 400. Creo que esta revolución que se avecina tendrá una repercusión mayor". Para este sindicato, no se puede, de momento, más que estar atentos y vigilar.

Para Miguel Ángel Lopera, director general de Ean Internacional, la organización que gestiona a nivel internacional el código de barras y en la que está Aecoc, el único inconveniente que tiene el nuevo sistema es el precio. El coste de cada chip ronda los 20 centavos de dólar, y no será rentable, según sus promotores, hasta que no baje a un centavo. Aecoc recuerda asimismo que la distribución española perdió 1.800 millones de euros por los hurtos y las pérdidas el pasado año.

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