El Celta entierra sus complejos
La mejor versión del equipo de Balaídos se impone a un Ajax perseverante
El Celta comprobó que se puede pasear por Europa sin pedir perdón. No hay motivos para tantas precauciones, ni su plantilla merece semejantes complejos. No es mediocre, en definitiva, aunque últimamente se haya preocupado más de impedir el fútbol que de proponerlo. Ayer se ofreció a un impresionante intercambio de golpes con el Ajax, y pese a las ausencias tuvo material suficiente para sentirse siempre muy superior. Por momentos repasó al equipo de Ronald Koeman, que como hace quince días en su estadio disfrutó de una producción muy superior a su juego. Sólo eso puso el Ajax, y una persistencia considerable, que le impidió tirar la toalla ni cuando bailaba al ritmo de Milosevic y Jesuli. Su actitud fue lo más digno que pudo oponer al monólogo celeste del Celta.
CELTA 3 - AJAX 2
Celta: Pinto; Ángel, Cáceres, Sergio, Sylvinho; Luccin, Vagner (Contreras, min. 85); Jesuli (Gustavo López, min. 83), Mostovoi (Oubiña, m. 90) Juanfran; y Milosevic.
Ajax: Lobont; Grygera, Yakubu (Heitinga, m. 65), Escudé, Maxwell; Galásek; Sonck (Wamberto, m. 78), De Jong, Van der Vaart, Mitea; y Ibrahimovic (Litmanen, m. 69).
Goles: 1-0, M. 25. Penalti sobre Milosevic que transforma Luccin. 2-0, M. 38. Milosevic cabecea un centro de Jesuli. 2-1, M. 53. Sonck, a pase de Maxwell. 3-1, M. 62. Vagner recibe en la frontal del área, se va de Yakubu y bate a Lobont por bajo. 3-2, M. 82. Van der Vaart recibe en la frontal, amaga hacia un lado y se va hacia el otro para anotar de fuerte disparo.
Árbitro: Gilles Veissiere (Francia). Amonestó a Van der Vaart, Luccin, Galásek, Ángel y Mostovoi. Expulsó por doble amarilla a Grygera en el minuto 89.
Unos 22.000 espectadores en Balaídos.
En ocasiones, un dibujo representa algo más que la distribución de los jugadores. En el caso del Celta, el 4-2-3-1 con que recibió al Ajax es un símbolo. Un símbolo del equipo que entró cinco veces consecutivas en la UEFA, de aquella escuadra que abría el campo y mantenía su discurso con insistencia, sin reparar en el adversario ni en el resultado. Por eso la alineación de ayer ya insinuaba una propuesta radicalmente distinta a la de su época más reciente, y por eso el Celta no tuvo que ver con nada de lo visto últimamente en Balaídos. Lotina actuó movido por las ausencias, pero sobre todo acuciado por una hinchada que ya no le perdona nada, y que el sábado le despidió soplando pitos. Al dibujo se unió la relevancia de la sanción a José Ignacio, suplido por un activo Vagner, que contribuyó a salir de la presión holandesa con su asombrosa facilidad para la conducción de la pelota.
Como hace dos semanas, la propuesta del Celta, con la defensa desguarnecida y ocupando el campo contrario, sorprendió al grupo de Ronald Koeman, pero a diferencia de entonces, los errores arbitrales cayeron del lado gallego. Sometido al acoso del Celta, el Ajax se vio condenado a lo que peor domina: el juego en su propio campo; en su propia área, en muchas ocasiones, como cuando a los 25 minutos Yakubu se quedó cara a cara frente a Milosevic. No pareció penalti, pero el francés Gilles Veissiere se comió su zambullida, y compensó parcialmente los clamorosos errores de Markus Merk en el Ámsterdam Arena. Luccin transformó el penalti que santificó el mejor arranque del equipo de Lotina.
El tanto sirvió de homenaje a Milosevic, un futbolista de 30 años que está viviendo en Balaídos una segunda juventud. No le favorece el estilo del Celta, por lo general sin extremos y que genera pocas ocasiones, pero a sus cinco goles en la Liga añadió ayer el penalti, el segundo tanto del Celta y una constante sensación de peligro. En el primero de sus goles, aprovechó el constante filón que explotó Sylvinho en la banda izquierda, por la que se asomó a la línea de fondo para poner la pelota en la cabeza del delantero serbio. Se asoció Milosevic con Jesuli, Mostovoi e incluso con un Juanfran entregado, y lideró un ataque en masa que evidenció lo mal que lo pasa el Ajax cuando le discuten la pelota.
Tuvo el equipo holandés un aspecto mortecino del que sólo se liberó al inicio de la segunda mitad, que comenzó a tumba abierta. En un puñado de minutos, vivió el partido un cabezazo de Juanfran al palo, otra internada del valenciano que no alcanzó a rematar Mostovoi, un amago de gol fantasma que Sylvinho despejó debajo de los palos, el gol de Sonck y la respuesta de Vagner, otra vez exhibiendo su cintura. Por minutos, dio la sensación de que el grupo de Ámsterdam sacaría algún provecho de su adelantada defensa, que no hizo sino facilitar el trabajo a los de casa, pero sobre todo de que el Celta, y especialmente sus centrales, se aprestaban a uno de sus clásicos gatillazos. Pero el nudo se deshizo en la garganta céltica sólo nueve minutos después de que el Ajax acortara distancias.
Si algo evitó que el Celta se enredase en una de sus habituales calamidades fue su persistencia en jugar en el campo de enfrente. Incluso cuando viajaba dos goles por delante se negó el equipo a la especulación, y tal vez por ello salió vivo. Porque es el de Ámsterdam uno de esos equipos a los que conviene alejar de allí desde donde crea peligro, como comprobó Balaídos a ocho minutos del final.
Todo parecía escrito, pero la perseverancia y la pegada del Ajax forman una combinación fatal, que se tradujo en un golazo espectacular de Van der Vaart. Al mejor fútbol del Celta, el último gol holandés sólo aportó unas dosis de épica para irse al vestuario más emocionado.
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