La Policía Local desaloja de un edificio de Valencia a un anciano sin hogar

Los agentes de la Policía Local subían la escalera del número 45 de la Gran Vía de Fernando El Católico en Valencia pasadas las 9.00 de ayer. Buscaban al único vecino que quedaba en una finca abandonada junto a los edificios de los que el pasado viernes varias patrullas desalojaron a unos 50 rumanos por ocupación ilegal, en los números 35, 37, 39 y 41. Fue la propietaria del establecimiento que aún permanece abierto en los bajos del inmueble la que alertó a la policía porque algunos de los que fueron desalojados la pasada semana habían intentado entrar de nuevo y le asustaba un posible asalto a su tienda. La policía le instó a tapiar la única entrada hábil de la construcción. Pero ella avisó de que en una de las plantas vivía un vecino.

Efectivamente, un hombre de algo más de 70 años permanecía entre sus cosas como un único morador de un edificio en ruinas. Ese hombre era el hijo de la que fuera portera en los tiempos más gloriosos de un conjunto de edificios ubicado junto al colegio de Jesús y María. Ahí vivía desde hacía 60 años. Nunca tuvo contrato, no lo necesitó. La dueña le dejó que se quedara allí al morir la madre. Esa moratoria ayer tocó su fin.

La Policía Local trató durante más de una hora de convencerle de que sacara sus cosas y dejara el piso para ir a la Casa de la Caridad. Para ello tenía que abandonar a sus dos perros. Fue advertido del riesgo que corría si en el edificio se instalaba cualquier tipo de ocupante. La policía, al final, no se llevó al hombre a la Casa de la Caridad. Él prefirió llamar a un amigo y marcharse a buscar refugio en su casa. Los servicios sociales no aparecieron. El anciano bajó a la calle con su equipaje y sus dos perros, se marchó y varios operarios sellaron con ladrillos la que fuera entrada de la casa en la que pasó casi toda su vida.