Emoción, elegancia y energía
Adaptándose al signo de los tiempos en cuanto al desplome de la industria musical y a la ausencia de generosidad por parte de ésta a la hora de cobijar a profesionales consagrados que se la juegan haciendo equilibrios, igual que los más jóvenes, el argentino Fito Páez ha regresado a la primera línea del combate con un disco autoeditado, Naturaleza sangre, en el que desnuda su yo actual, sus avatares emocionales y personales, su necesidad de seguir luchando con las armas de la música y un sentido personal del rock en el que caben emoción, elegancia y energía. Así quedó demostrado en el concierto que, a su paso por una gira por España, realizó en Madrid.
Una banda de lujo
Fito Páez
Fito Páez (voz, teclados y guitarra), Guillermo Vadala (bajo), Gonzalo Aloras (guitarra y coros), Sergio Verdinelli (batería) y Javier Lozano (teclados). Sala La Riviera. 22 euros. Madrid, sábado 1 de noviembre.
Ataviado con un traje blanco y una camiseta en la que figuraba el símbolo de su último disco, Fito irrumpió sobre el escenario acompañado de una banda de auténtico lujo entre la que siempre hay que destacar la labor del bajista Guillermo Vadala, uno de los mejores instrumentistas del rock de la actualidad. Páez arrancó con tres números de Naturaleza sangre -Nuevo, Salir el sol y Volver a mí- y el espectáculo quedó inmediatamente encarrilado entre las vías de un rock directo, con ganas y referencias lejanas a los mejores tiempos de Billy Joel. Un sonido vivo, de arreglos elaborados y siempre impulsado por el poderoso dúo bajo-batería, inundaba la sala, mientras la apasionada voz de Fito dominó y expresó por alto y por bajo la siempre candente poesía de sus canciones.
Con Giros Páez retornó por un momento al 85, tiempo para el autor de sueños y promesas, pero la realidad volvió a imponerse en el siguiente tema, El diablo en tu corazón, en el que Fito interroga a la ciudad de Buenos Aires acerca de la increíble situación que vive su anestesiado país. El cantante siguió ahondando en su propio y glorioso pasado con la recreación de Cadáver exquisito, la hermosa 11 y 6 y El chico de la tapa, canción que remite a otro de los temas que dan que penar al autor: los perdedores de la calle. Sucedió entonces uno de los momentos más interesantes de la noche con la ejecución de una de sus mejores composiciones, Yo vengo a ofrecer mi corazón, canción intimista en la que la voz de Páez ponía la carne de gallina hilando versos memorables: "Como un documento inalterable, yo vengo a ofrecer mi corazón. Y uniré las puntas de un mismo lazo y me iré tranquilo, me iré despacio". Tras el romanticismo vino la ironía con una larga suite pop-rock-disco de su último álbum, llamada Música para camaleones, y el concierto enfiló instantes finales con Circo Beat y el tema que da título al último compacto. Entonces Páez requeriría la presencia en escena de su amigo el ex Tequila y ex Rodríguez Ariel Roth, con quien compartió los dos últimos temas: la amarga Ciudad de pobres corazones y A rodar mi vida, canciones con las que pusieron colofón de lujo al concierto de este extraordinario artista del rock cantado en castellano, que merece más suerte comercial de la que ha tenido hasta el momento.
Babelia
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