Satélites y aviones buscan en el Pacífico residuos peligrosos para la vida marina
Por primera vez, los científicos han combinado satélites, técnicas de imagen avanzadas y rastreos desde aviones para localizar en el mar grandes residuos que pueden ser peligrosos para la vida marina. Los investigadores, que desarrollaron el programa este verano, usaron modelos de circulación oceánica y satélites para señalar áreas potenciales a sobrevolar y sistemas de imagen de infrarrojo y luz visible para encontrar los residuos. Gran parte de la basura flotante procede de la industria pesquera, de talas de árboles y de vertidos.
"Es realmente la primera vez que se ha hecho un esfuerzo así", comentó James Churnside, líder científico del proyecto, una colaboración de la NASA y la NOAA (Agencia Nacional para el Océano y la Atmósfera). Los residuos cercanos a la costa de Alaska son un problema cada vez mayor para la vida salvaje. La mayor amenaza procede de redes de pesca abandonadas que quedan a la deriva en el océano y atrapan prácticamente todo lo que se cruza en su camino. La mayoría de las redes está fabricada en materiales sintéticos translúcidos, explicó Javier Vélez-Arocho, de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, de EE UU), así que se degradan lentamente y es casi imposible que los animales las vean.
Las redes llegan a profundidades de entre ocho y 16 metros, señaló Pérez-Arocho, director del programa de residuos marinos de la EPA. "Cuando están a la deriva durante meses o recorren muchos kilómetros, pueden capturar aves, tortugas, focas y animales en peligro de extinción. Es un enorme problema en la costa oeste". Se sabe que las redes viajan desde las aguas abiertas hacia los arrecifes de coral rebosantes de vida marina. Cuando llegan, van buceadores a cortarlas a mano y a cargarlas en botes, una operación difícil y peligrosa.
Para los conservacionistas, el objetivo es retirar las redes antes de que alcancen los arrecifes y se enreden. Ahí es donde han intervenido Churnside y su equipo. Mediante modelos de circulación oceánica, estimaron dónde podrían concentrarse los residuos por las corrientes, los vientos y otros parámetros. Desde el espacio, tres satélites diferentes medían las temperaturas superficiales y el relieve del agua para descubrir zonas donde los remolinos podían atraer desperdicios y acumular restos. A partir de ésto, los investigadores realizaron más de media docena de vuelos en una avioneta equipada con un sensor para detectar objetos flotantes a lo largo de la costa.
Las imágenes térmicas y en color les permitieron ver lo que había en la superficie, y un radar láser, o lidar, lo sumergido. Pero como las condiciones cambian de minuto en minuto, Churnside y su gente tenía que recibir datos de los satélites que enviaban sus colegas desde Maryland.
"Hicimos predicciones de regiones de convergencia con semanas de anticipación", explica Karen Friedman, contratada por la NOAA para ayudar a analizar datos de los satélites. "Pero teníamos que actualizar la información con un par de días de antelación y proporcionar datos en tiempo real durante los vuelos".
Los científicos localizaron diversos residuos cerca de Alaska y a lo largo de la costa de la Columbia Británica. Pero como era sólo una prueba de la tecnología, no se retiró ninguno. Churnside explicó que esperaba extender el proyecto el año que viene para explorar una zona de arrecifes de corales en el norte de Hawai. Si logran rastrear residuos allí, afirmó, podrían enviar un buque para retirarlos. "La parte externa de las islas de Hawai actúa como un peine, que recoge muchos restos", comentó Tim Veenstra, presidente de Airbone Technologies, empresa con base en Alaska que gestiona el proyecto.
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