Regate al AVE Madrid-Zaragoza
El equipo de Queiroz opta por el avión y deja plantado al tren a cuatro horas de la partida
Eran las tres de la tarde de ayer cuando el gerente del tren de alta velocidad que debía trasladar al Real Madrid desde la estación de Madrid-Puerta de Atocha a la de Zaragoza-Delicias se enteró del plante. El Madrid, que había reservado cinco días antes unos 30 billetes en la clase club para el convoy de las cinco, daba marcha atrás y resolvía cubrir en avión los 325 kilómetros que separan la capital madrileña de la aragonesa.
El Madrid argumentó la decisión del cambio, adoptada a la una, en tres puntos: el AVE salía demasiado pronto; los jugadores se cansarían más que volando, y el partido, previsto para las nueve de la noche de hoy, terminaría después de la salida del último tren, haciendo imprescindible el regreso por carretera, y los directivos y el resto de la delegación no cabrían en el autocar. El club, que conocía desde el jueves pasado el horario del encuentro, planificó el viaje en AVE hace cinco días para luego cargarse de razones en contra de su propio plan. Al enterarse, algunos directivos del Zaragoza no reprimieron sus chanzas.
El AVE Madrid-Lleida es tristemente célebre por los extraños socavones que han surgido a su paso, como dando la razón a las advertencias que hiciera el Colegio de Geólogos de Aragón: el suelo no es firme. El servicio se inauguró el 27 de septiembre pasado, un año después de lo previsto y en medio de inquietantes rumores.
El tren, polémico donde los haya, estaba preparado para su gran día publicitario. En los mejores vagones se acomodarían los jugadores, el cuerpo técnico, los fisioterapeutas, los médicos y los encargados del utillaje. No eran pocos y no les faltaba peso mediático para respaldar el trazado de la vía. Por la mañana se supo la primera mala noticia: Beckham no se había recuperado de la lesión. Al final, no apareció ningún madridista.
El gerente del tren iba camino de la estación en taxi cuando escuchó por la radio que el Madrid había decidido cambiarse al avión. La salida estaba prevista para dos horas después y nadie del club le había avisado. En los andenes esperaban los empleados de Renfe emperifollados para las cámaras que se preveía acompañarían a la expedición. Las azafatas se habían puesto sus mejores galas y las cajas de la comida más selecta prometían un servicio modélico. Doscientos aficionados blancos, mayoritariamente mujeres, se apretujaban en los pasillos esperando la llegada de sus ídolos.
La presencia del Madrid en el polémico tren habría supuesto un espaldarazo promocional fabuloso para el proyecto que impulsó el Ministerio de Fomento, con Francisco Álvarez Cascos al frente.
La explicación oficial del Madrid para cambiar de medio de transporte estuvo a cargo del director general deportivo, Jorge Valdano. Fue la siguiente: "Teníamos que salir muy temprano, a las cinco de la tarde, y en el viaje de vuelta, que se hacía en autocar por la hora del partido [después de las diez de la noche no hay AVE] no cabía toda la delegación. Desde que el partido se puso a las 21.00 se nos hizo imposible regresar en tren. El técnico [Carlos Queiroz] también participó de la decisión. Además, ¿qué más quisieran los jugadores que temen al avión que trasladarse en el AVE?".
A las cinco de la tarde, las azafatas se miraban unas a otras desconcertadas. El Madrid no había aparecido. Los hinchas estaban desconsolados y en los vagones más caros, los reservados a la delegación, había sólo 12 pasajeros en medio de un gran vacío. El tren llegó a Zaragoza tras un cómodo viaje sin incidencias. Se detuvo cinco minutos antes de llegar a la capital aragonesa y reemprendió el viaje apenas tres minutos después.
Los jugadores del Madrid, un poco perplejos ante los rumores que circulaban por las radios y las páginas de Internet, se partían de risa camino del aeropuerto de Barajas: "¡La versión del miedo a los socavones parece un invento socialista!".
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