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Reportaje:ELECCIONES EN MADRID

El eterno optimista

"Trabajaremos por los madrileños en la oposición, aunque nos habría gustado hacerlo en el Gobierno", dice Fernández

Naiara Galarraga Gortázar

Fausto Fernández siempre ve la botella medio llena. Durante toda la campaña ha insistido a quien le ha querido escuchar que era posible derrotar a la derecha, pese a las derrotas que las encuestas, una detrás de otra, auguraban a la izquierda. No pudo ser "por un puñado de votos", como había predicho. Anoche tenía una sensación agridulce: la derecha venció a la izquierda, pero Izquierda Unida fue la única fuerza política que conservó sus votos (más de 230.000) e, incluso, su porcentaje sobre las papeletas válidas respecto a los comicios del pasado 25-M.

Ayer a mediodía, tras votar puntual a la hora anunciada, exhibió su optimismo. El día estaba nublado pero en Rivas-Vaciamadrid, no llovía. "Hace unas semanas se decía que la izquierda no tenía posibilidades, esta mañana creo firmemente que la izquierda va a revalidar una mayoría en las urnas".

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El candidato de Izquierda Unida a la presidencia de la Comunidad sabía, como sus adversarios, que no hay veredicto hasta que la última papeleta ha sido contada. Fernández aseguraba desde hacía días que la izquierda (la suma de PSOE e IU) ya tocaba la victoria con los dedos. Que la victoria la decidirían "un puñado de votos". En mayo vencieron al PP por unos 28.000, por un solo diputado.

Fernández votó ayer en Rivas-Vaciamadrid, ciudad de la que fue alcalde durante ocho años hasta el pasado 25 de mayo. Llegó puntual al colegio público Jarama, rodeado de chalés adosados. Iban con él su esposa, Nekane, su hijo, Alberto, de 16 años, y varios amigos, miembros del grupo local de IU. Su hija, Amaia, de 13, no quiso acompañarle porque huye de la prensa como de la peste.

Sus acompañantes se quedaron fuera cuando el cabeza de lista de IU, chaqueta de pana beige, camisa blanca y corbata, entró en la escuela. Por el pasillo, besó a una conocida, representante del PP en el colegio electoral. Fernández se dirigió a la biblioteca, donde estaba su mesa. Cogió allí mismo el sobre, la papeleta de IU -la exhibió a los reporteros mientras decía "es un voto claro, transparente, nítido"

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- y la introdujo en la urna. Dio la mano a todos los miembros de la mesa, a los interventores del PP y del PSOE y a la de IU, la besó.

A la salida del colegio, animó a los electores a ejercer su derecho al voto, que voten, "aunque sea con indignación, pero sin ira porque votar siempre es positivo", declaró a los periodistas. Y expresó un deseo: "Espero que tras esta noche la crisis de Madrid [causada por la deserción de dos diputados de las filas socialistas] haya pasado".

La jornada de Fernández empezó bien pronto. A las 8.30 según su reloj -aún no lo había retrasado para adaptarlo al horario de invierno-, con lo que en realidad se levantó a las 7.30. Se había acostado pronto y durmió "muy bien", como siempre, según explicó por la tarde. Empezó el Día D dando "una vuelta a la prensa", hizo varias llamadas para comprobar que todo (la apertura de colegios electorales a las nueve, los interventores locales y foráneos, etcétera) estaba en orden. Todo iba sin problemas.

Tras votar, firmó una petición a favor del endurecimiento de la Ley del Menor que le entregó un abuelo de Sandra Palo, asesinada por tres menores y un adulto el pasado 27 de mayo. La familia de Palo se acercó con su petición a los colegios donde votaban los cabezas de lista. Luego, Fernández se dio una vuelta por otras mesas electorales de Rivas con sus acompañantes. Todos se fueron luego a tomar el aperitivo. Estaban, entre otros, su esposa Nekane Querejeta, su sucesor al frente de la alcaldía, José Masa -también de IU, profesor como Fernández y además primo suyo- y algunos concejales. Hacia las 14.30 se fue a comer en familia, con su mujer y sus dos hijos. El menú fue casero: sopa de pollo con jamón, chuletón de ternera y de postre, manzana. Los cuatro hicieron una sobremesa bastante larga.

Como temía, no pudo echarse una siesta, costumbre a la que, como dormilón que es, es muy aficionado; porque al filo de las cinco de la tarde empezó a sonar el teléfono. Le pedían las primeras valoraciones sobre la participación. "A las seis [la participación] estaba en Rivas un poco por encima de la del 25-M. Y eso que aquel fue un día de verano y éste es casi de invierno", declaraba satisfecho. "No es descartable que [al cierre de los colegios] se pueda superar" la de hace cinco meses. Una vez más, veía la botella medio llena.

Fernández se ha esforzado durante toda la campaña en "vender optimismo, ilusión, en crear ambiente para ganar", en convencer a sus seguidores y a los que no lo eran de que la suerte no estaría echada hasta que cerraran las urnas. Casi cada día, ha invitado a los cabreados por el caso Tamayo a "desahogarse votando". Desde el principio, se negó a ser "un notario del resultado que auguran las encuestas".

A las 23.36 de ayer, Fernández entró muy sonriente al salón principal de la sede de IU, en la calle de Fray Luis de León. Muy serio, explicó qué hará en los próximos tres años y medio: "Nuestro compromiso va a estar con los madrileños. Trabajaremos por sus intereses desde la oposición, aunque no habría gustado hacerlo desde el Gobierno regional". Tras decir esto, Fernández reconoció con elegancia que la voz de las urnas ha designado un Gobierno legítimo y asumió "el triunfo del PP". "Nosotros no hemos buscado pretextos para descalificar el resultado electoral", concluyó, en velada acusación al Partido Popular.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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