Choque vibrante y con goles en El Madrigal

Los dos equipos que se enfrentaban en el Madrigal adoran el orden. Pero ayer, ni el Villarreal ni el Sevilla se parecieron a sí mismos. Venció el caos, y fruto de ello surgió un encuentro vivo, preñado de emoción, ocasiones y goles. El partido resultó entretenido de punta a punta. A los tres minutos, Casquero convirtió un golpe franco directo. Siete más tarde, Anderson marcaba el empate, que deshizo Reyes en el 23 de penalti.

Con los deberes más difíciles hechos, el Sevilla quiso dedicarse a la vida contemplativa, a especular, a cerrar espacios y salir a la contra. Tanto reculó el conjunto hispalense que el juego tomó una única dirección y las ocasiones un sólo destino. Y para tal asunto nadie sabe más de esto que Anderson. Suyo fue el segundo empate. Pero la cosa no quedó ahí: el Sevilla se encontró con un nuevo gol a favor. Parecía que el destino le aguardaba un final feliz, pero apareció Arruabarrena en el último suspiro para imponer cierta lógica en el marcador en un partido lleno de goles y emoción.