Torres pone al Atlético en órbita
El conjunto de Manzano, con El Niño de líder, gana en La Condomina su primer partido fuera
El fútbol, definitivamente, es contagioso. Se puso El Niño Torres a jugar medianamente bien en La Condomina y sus compañeros, uno a uno, poco a poco, se fueron inoculando de ese extraño virus. Extraño para la mayoría de ellos, que habían tenido un deficiente arranque de campeonato. Por poner un caso extremo: incluso el uruguayo De Los Santos, que durante media hora sólo se había dedicado a dar patadas sin sentido a los adversarios, le cogió gustillo a eso de tocar el balón. Y, en una de ésas, De Los Santos, sí, el mismo que hinchó los tobillos de los jugadores rivales, envió un pase largo, de casi 30 metros, precioso, al extremo derecho, donde estaba solo Novo, que controló y templó muy suave. El cabezazo del griego Nikolaidis, que hasta entonces sólo había destacado por sus aparatosas muñequeras, fue espectacular: a la escuadra izquierda de Juanmi. La jugada del segundo gol visitante resultó una belleza y era la prueba indiscutible de que el Atlético había recuperado el buen gusto. Y, de paso, a algunos de sus jugadores más prometedores. Sobre todo, en el caso de Novo, que desde que llegó este verano del Mallorca apenas le reconocían quienes lo seguían en la isla. Hasta ayer. Fue ese interior derecho de clase que sabe cuándo hay que meter un centro o cuándo dejar sentado al lateral con un regate en seco.
MURCIA 1 - ATLÉTICO 3
Murcia: Juanmi; Juanma, Pedro Largo, Cuadrado, Setvalls; Julio Álvarez (Quintana, m. 72), Acciari, Roberto (Richi, m. 60), Fredi (Karanka, m. 60); Míchel; y Luis García.
Atlético: Burgos; Gaspar, Simeone, Lequi, Sergi; Novo, De los Santos, Musampa (Rodrigo, m. 80); Jorge (Movilla, m. 68); Nikolaidis (Nano, m. 88) y Fernando Torres.
Goles: 0-1. M. 14. Fernando Torres, de penalti. 0-2. M. 38. Nikolaidis cabecea a la escuadra un centro desde la derecha de Novo. 1-2. M. 70. Míchel centra raso y Karanka marca a puerta vacía. 1-3. M. 83. Acciari en propia puerta tras un córner de Rodrigo.
Árbitro: Iturralde González. Amonestó a De los Santos, Novo, Acciari y Musampa.
Unos 15.000 espectadores en La Condomina.
La jugada del gol de Nikolaidis probó que los rojiblancos han recuperado el buen gusto
Otra buena noticia para la hinchada atlética fue el regreso de Movilla, que disfrutó de sus primeros 20 minutos en la Liga después de la prisión a la que le había sometido Gregorio Manzano.
Eso sí, la defensa de Manzano sigue ofreciendo enormes lagunas, aunque ayer se vieron menos por tratarse su rival de un Murcia muy limitado.
Claro que, antes, el que puso a sus compañeros en la senda correcta fue su capitán ayer, Fernando Torres. A golpe de personalidad, Torres sale del túnel en el que ha estado sumido en las últimas semanas. Hay que tenerla para, a los 19 años, correr a lanzar un penalti cuando venía de haber fallado desde los once metros con la selección española ante la ucraniana en la Eurocopa. Su disparo fue un acto de autoafirmación: fuerte y a su palo izquierdo, el más natural para un lanzador diestro. Juanmi se echó al otro lado. Y Torres salió poseído a uno de los córners de La Condomina para gritar a quien quisiera escucharle que El Niño había vuelto. Dejó atrás el jugador embarullado y sin ideas del mes pasado; recuperó la potente zancada y la verticalidad en las venas. Fue un tormento para la defensa murcianista, que sólo logró pararlo a base de faltas. En este aspecto, hubo una lamentable agresión de Acciari a Nikolaidis: lo agarró del cuello en el centro del campo, con el balón muy alejado, y el árbitro sólo lo castigó con una tarjeta amarilla. Poco después, El Niño volvería a marcar, tras robarle la cartera a Juanmi, pero el árbitro no concedió el tanto al entender que Pedro Largo había sacado el balón antes de que éste atravesara la raya de gol.
El Murcia cuenta con un puñado de jugadores livianos de cierta entidad. Especialmente uno: Míchel, centrocampista fino, elegante y muy listo, extraordinario en el uno contra uno. De corazón rojiblanco, por cierto. Lo mejor del Murcia llegó de su pie izquierdo, pero había un problema gordo para el cuadro de Joaquín Peiró: el juego no pasaba tanto por la bota zurda de Míchel como por las de Roberto Fresnedoso, que no tienen el mismo tacto, es evidente. Así, hasta que Peiró retiró a Roberto y a Fredi y dio entrada a Richi y a Karanka. Con efectos muy positivos para los locales. El más claro, ese gol de Karanka a puerta vacía tras un pase de Míchel.
El tanto puso pimienta en el encuentro y también puso en evidencia a la defensa atlética, que sigue teniendo graves deficiencias. Más allá del estado efervescente de Sergi, el resto de los integrantes de la zaga está en cuarentena. Si bien Simeone parece en condiciones de poder adaptarse a la nueva posición de líbero -hay que darle tiempo-, mucho más se esperaba del central Lequi, patoso y lento anoche en sus movimientos, como quedó retratado en el caño que le hizo Míchel dentro del área. De hecho, El Mono Burgos hubo de emplearse a fondo: primero, en un pelotazo de Fredi pegado al palo y después en un uno a uno que le aguantó a Míchel. Espléndido. Claro que El Mono también mostró su lado malo: se comió un centro de Julio Álvarez que sólo la fortuna evitó que fuera gol.
Al final, el Murcia se fió del talento de Míchel y se aproximó al empate. Hasta que un tanto en propia puerta de Acciari despejó la primera victoria a domicilio del Atlético. El camino lo había marcado El Niño.
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