Un paseo con mucho arte
La inauguración coincide con la apertura al público del teatro romano y la muestra arqueológica de La Alcazaba
Hace apenas cinco años, la calle Alcazabilla era inhóspita para el paseante, soportaba un intenso tráfico, y dejaba arrinconado uno de los parajes más simbólicos de la historia de Málaga: el teatro romano y La Alcazaba.
Hoy, esta calle es ejemplo ilustrativo del incipiente proceso de transformación que experimenta el casco urbano malagueño. El derribo en 1994 de la Casa de la Cultura, cimentada sobre lo que fue la orquesta del teatro romano, y su cierre al tráfico rodado en 1999 tras la apertura de un túnel bajo La Alcazaba, la preservaron de un mayor deterioro. Ahora, la apertura del Museo Picasso y las actuaciones de acondicionamiento del entorno la convierten en un paraje sin parangón en el que en muy pocos metros se concentran las huellas más visibles dejadas por las sucesivas culturas que durante 27 siglos se han desarrollado en Málaga.
La calle Alcazabilla ofrece un singular paseo con huellas de 27 siglos de historia
La pinacoteca abre sin la necesaria reforma urbanística del entorno, lavado con pintura
Según el arqueólogo Manuel Corrales, en esta calle se vislumbra el primer efecto transformador que el Museo Picasso va a tener sobre la ciudad. Dice Corrales que lo primero que ha aportado Picasso en su regreso a Málaga es un cambio en la visión del origen de la ciudad, porque los restos hallados en el entorno del museo atestiguan que ya en el siglo VII antes de Cristo, Málaga era un recinto amurallado que abrigaba casas y fundiciones.
El Museo Picasso está ubicado en el corazón del casco antiguo de Málaga. Al Palacio de Buenavista, edificio renacentista del siglo XVI, se han adosado 18 casas de la llamada judería, concepto muy cuestionado por arquitectos e historiadores que entienden que esta trama urbana se corresponde en realidad a la morería. El reto ahora es como ordenar todo este entorno para integrar el legado de Picasso con la Málaga romana y árabe.
La Alcazaba y el teatro romano han sido sometidos en los últimos años a sendos procesos de rehabilitación. El pasado viernes se inauguró en el Palacio Nazarí, el elemento arquitectónico más destacable de la fortaleza, el museo arqueológico en el que se exhiben un centenar de piezas de cerámica de los siglos XI al XIV. El Ayuntamiento aún espera que la Junta le ceda otros fondos que estuvieron expuestos en La Alcazaba antes de la rehabilitación y poner fin así a un litigio que se prolonga durante dos años, desde que el recinto fue reabierto.
El teatro romano pone también a partir de hoy a disposición del público la cavea media y será posible sentarse en el graderío recientemente reconstruido. Según Manuel Corrales, director de la rehabilitación, el recinto está en disposición de ser utilizado para representaciones como teatro greco-romano.
El edificio de La Aduana podría cerrar el eje monumental de esta vía si se ve culminada la aspiración de los malagueños de que deje de ser sede de la subdelegación del Gobierno para convertirse en Museo de Bellas Artes. Si el regreso de Picasso a Málaga ha causado alguna herida esa es la pérdida del museo provincial, que hasta 1998 tuvo su sede en el Palacio de Buenavista, comprado por la Junta para convertirlo en el Museo Picasso. Desde hace cinco años, los fondos del museo se encuentran almacenados en el ático de la subdelegación del Gobierno. Entre ellos hay dos colecciones de grabados de Picasso que desde el viernes se exponen en el Palacio del Obispo.
Al otro lado del Museo Picasso, desde la entrada en Calle San Agustín, puede iniciarse un paseo por esta privilegiada manzana. Si se toma la calle a la derecha, se alcanza por calle Granada la Plaza de la Merced, donde se ubica la casa natal del pintor. Desde ella se puede salir de nuevo al norte de la calle Alcazabilla. Por la izquierda, la calle San Agustín conduce a la catedral, y bordeando ésta por la calle Císter se desemboca en el extremo sur de Alcazabilla.
Aún queda mucho que hacer en todo este entorno. El arquitecto Iñaki Pérez del Moral, que intervino en la remodelación de calle Larios y dirige las obras de rehabilitación de la judería, admite que lo deseable hubiera sido acometer todas las actuaciones al tiempo que se construía el museo, y lamenta que la dirección de éste haya mantenido "cierto hermetismo sobre los procesos de sus obras, proyectos y fechas". El arquitecto Salvador Moreno Peralta asegura que es increible que no se haya formulado un plan especial, para el que sugiere el nombre de Picasso, que hubiera definido y programado todas estas actuaciones urbanísticas.
Las actuaciones acometidas por el Ayuntamiento se han limitado a un lavado de cara. "Se ha pintado mucho", reconoce Pérez del Moral, pero asegura que los proyectos de fondo van a dar sus frutos en breve. La prioridad de esta segunda fase es, según relata el arquitecto, la creación de un paseo abalconado perimetral a la trasera del museoa.
Además, desde calle Granada se abrirá un nuevo acceso a la manzana que formaban las casas que ahora integran la sede del museo, un pasaje junto a la "torre apuntalada" como es conocida popularmente y que será reconvertida en una oficina de información turística. Se construirá también una placeta interior a la que se accederá desde calle Granada por el Callejón de la Nieve, en la que habrá un edificio de viviendas y una fuente central que se llamará La fuente de la vida en alegoría a la obra principal de Ben Gabirol.
La pintura debe cambiarse ahora por actuaciones urbanísticas que homogeneicen el casco antiguo, donde en los próximos meses se incorporarán nuevas ofertas culturales como el Museo del 27 o los del vino, del flamenco y de las cofradías. El arquitecto Ángel Asenjo habla de convertir todo este enclave en un "megamuseo" inspirado en la experiencia del Centro Getty de Los Ángeles.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.