Cierre de filas

Maximiliano Vílchez nunca se pudo imaginar que iba a tener tanto protagonismo. Ha roto el ostracismo al que están condenados los subdelegados del Gobierno en Andalucía con su original propuesta de celebrar el 25º aniversario de la Constitución con una jura de bandera, acto a realizar, como Dios manda, en un cuartel militar y al que se convoca a todos los ediles y ex concejales de los ayuntamientos de Cádiz.

La propuesta ha contando con el inmediato rechazo de todas las fuerzas políticas, salvo el PP. No están dispuestas a que sus integrantes participen en una iniciativa que viene a militarizar, innecesariamente, la fiesta de todos, que ha de ser la celebración de tan destacada efemérides. La polémica suscitada ha obligado a los populares a cerrar filas y a emplearse a fondo para que no se produzca un fracaso, aunque difícil lo tienen. Tanto es así, que ya han hecho un llamamiento a sus militantes para que acudan masivamente al mismo y participen también bajo los sones de la correspondiente marcha militar a jurar bandera. Y quien no pase por este rito es, sencillamente, un mal español, como viene a decir la alcaldesa de Jerez, María José García Pelayo.

Qué lejos queda este montaje de la sentida ceremonia en homenaje a la Constitución que organizara en su día el que fuera último gobernador civil de la provincia, el socialista César Braña, ya desaparecido, acto en el que participaron todos los representantes políticos y, como no podía ser de otra manera, la bandera andaluza tuvo también su lugar adecuado; respeto a la enseña autonómica, en fin, que echan en falta los andalucistas en los edificios oficiales e institucionales regidos por los populares.

En definitiva, se trata de un absurdo asunto que incluso llega a molestar a los propios militares, que se ven en medio de una disputa para nada deseada. No será, en cualquier caso, una cuestión que preocupe mucho al ministro de Defensa, Federico Trillo, quien tiene en sus manos tributar el mejor homenaje a esa tierra gaditana anulando su intención de trasladar la Escuela de Infantería de Marina desde San Fernando, en donde se puso en marcha, hasta Cartagena, su ciudad natal. Esta decisión viene a echar por tierra la fuerte vinculación que tiene este enclave de la bahía de Cádiz con la historia de dicha unidad militar. Y lo peor es que piensan que el traslado no es más que un mero capricho personal del ministro para favorecer así su tierra natal, ya que no hay razones objetivas que lo justifique, tal y como lo demostrará debidamente el Ayuntamiento de esta ciudad, presidido por Antonio Moreno, del PA.

Tal vez aquí nos encontremos con otra oportunidad para que la presidenta del PP, Teofila Martínez, se desmarque enérgicamente de sus compañeros del Gobierno central, tal y como lo ha hecho, tímidamente en este caso, con la supuesta pérdida de plazas en el AVE de Sevilla-Madrid por el traslado de algunas unidades para la línea de alta velocidad a Lleida. La alcaldesa de Cádiz, ha expresado abiertamente su oposición a esta medida, enfrentándose así al temible ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, quien niega que haya carencia alguna de plazas y atribuye las protestas, fiel a su estilo, a un simple montaje de los socialistas. Pues del mismo parecer participa Martínez, aunque se desconoce si tal discrepancia con sus propios compañeros de partido, responde a su estrategia de volcarse, a partir de ahora, en la provincia de Sevilla. Seguro que el presidente provincial del PP hispalense, Ricardo Tarno, y hasta el ministro de la Presidencia y vicepresidente segundo, Javier Arenas, celebrarán con jolgorio que su líder se implique al máximo en su circunscripción electoral, donde hasta ahora no han podido con el PSOE. A ver si ella cambia las cosas en el considerado granero de votos de los socialistas, aunque hay que advertir que tal entrega por Sevilla coincide con numerosos problemas que tiene que afrontar como alcaldesa de la capital gaditana.