La quimera del asfalto
Los grandes proyectos de infraestructuras se multiplican para paliar los problemas de movilidad
La quimera, dice la fábula, es un monstruo imaginario que vomita llamas desde su cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón. El suyo es un aspecto similar al que miles de madrileños adquieren cuando comprueban en sus carnes que las infraestructuras en Madrid están al borde del colapso. Por carretera, raíles o aire, el acceso a la Comunidad y el desplazamiento dentro de ella se han convertido en una batalla diaria por llegar a tiempo y en condiciones al destino deseado. La quimera, dice la Real Academia Española, es también aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo.
En los últimos años han proliferado los proyectos de obras públicas para acabar con los atascos de dimensiones casi mitológi-cas que sufre la región. La más reciente en ver la luz ha sido la Radial 2, la primera autopista de peaje de la Comunidad, que va de Gualadalajara a Madrid. Pronto se unirán a ella otras tres radiales, que nacen para desahogar el tráfico que satura las seis autovías nacionales de entrada a la región.
Si las carreteras de la región se colocaran en línea recta, llegarían hasta Moscú
Por el momento, las obras en Sol han comenzado tímidamente
Otros proyectos en marcha que intentan aliviar la circulación en la región son la futura autopista a Toledo, la construcción de la nueva terminal del aeropuerto de Barajas y la polémica creación de una macroestación del Cercanías en la Puerta del Sol, que vendría a paliar el colpaso del apeadero de Atocha.
- Carreteras. Llegó el peaje a Madrid. El desdoblamiento de las nacionales ha traído consigo una modalidad de carretera desconocida en la región, donde hasta ahora no había que pagar por circular en ninguna vía. A la pomposa inauguración de la Radial 2, con presencia del presidente José María Aznar incluida, el pasado 6 de octubre, le seguirán el año que viene las de la R-3, R-5 y, en 2005, la R-4. Y eso si se cumplen los plazos previstos, pues ya llevan más de dos años de retraso.
El PSOE presentó el pasado 14 de octubre una proposición no de ley en el Congreso de los Diputados en la que pedía la gratuidad de las nuevas radiales. Fracasó. El PP, con la ayuda de los votos de CiU y de Coalición Canaria, tumbó la propuesta del diputado socialista madrileño José Quintana.
Sin embargo, hasta el momento el atasco en la entrada de la M-40 ha frustrado las previsiones del Gobierno de conseguir el ahorro de 40 minutos que circular por la R-2 proporcionaría respecto a la N-II.
También llega entre la polémica la construcción del llamado Eje Aeropuerto, una carretera con dos carriles de peaje y otros dos libres de él que servirá para acceder a la nueva terminal del aeropuerto de Barajas. Casi cuatro kilómetros de esta vía discurrirán bajo el túnel que atraviesa el Parque de Juan Carlos I. La oposición ha denunciado que la única forma de llegar a la nueva terminal del aeropuerto sin pagar será a través del núcleo urbano de Barajas, lo que ocasionaría grandes atascos. De nuevo, la quimera.
En total, surcan la región unos 3.600 kilómetros de carreteras. Si las colocásemos en línea recta, sería posible llegar desde Madrid hasta Moscú. De ellas, 3.000 kilómetros dependen de la Comunidad de Madrid, mientras que los otros 600 (la M-30 -por el momento-, la M-40, la M-50 y las nacionales, además de alguna otra como la de acceso al aeropuerto A-10) son competencia del Ministerio de Fomento.
En la actualidad se ejecutan unos 50 nuevos kilómetros, aunque como apuntan desde la Consejería de Obras Públicas, "a día de hoy las grandes obras están terminadas y se están desarrollando trabajos de refuerzo de las ya existentes".
Sin embargo, varias de las joyas de la corona aún están por llegar. El Boletín Oficial del Estado ya ha publicado el expediente de información pública de la futura autopista a Toledo, que saldrá de la R-5 y tendrá 59,6 kilómetros de longitud. Su presupuesto estimado es de unos 305 millones de euros.
Y también aguarda su turno la promesa estrella del nuevo alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón: el soterramiento de un tercio de la M-30.
- Ferrocarriles. Para que Gallardón pueda acometer la gran obra de reforma de la M-30, antes tendrá que conseguir que el Ministerio de Fomento le ceda su propiedad. A su vez, Fomento necesita el visto bueno del alcalde para destripar el centro de la ciudad si quiere realizar su obra más ambiciosa en la Comunidad: la macroestación de Cercanías de Sol.
Por si a la receta le faltaba pimienta, el reciente acuerdo de Ruiz-Gallardón con el titular de la cartera de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos -hasta el momento tan sólo verbal- para que la Comunidad financie el 30% del coste de otro apeadero en la plaza de Alonso Martínez, el Ayuntamiento costee el 15%, y Fomento el 55% restante, ha soliviantado los ánimos de la oposición y hasta de sus correligionarios. La candidata popular a la presidencia regional, Esperanza Aguirre, ya ha mostrado su disconformidad con el pacto y considera que la decisión "debe tomarla el Gobierno que salga de las urnas", y no el actual Ejecutivo en funciones que encabeza Ruiz-Gallardón.
Por el momento, las obras de Sol han comenzado tímidamente, con el desvío de algunos servicios en la plaza del Carmen. Habrá que esperar hasta después de las elecciones para que el centro neurálgico de la ciudad quede patas arriba y comiencen los trabajos de mayor calado.
- Aeropuertos. También los cielos de la Comunidad están saturados. La nueva terminal del aeropuerto de Barajas, la 4, se abrirá en 2005, si se cumplen los augurios de Álvarez-Cascos, con la misión de desahogar un cada vez más sobreutilizado Barajas. Dos nuevas pistas y un edificio satélite completan la ampliación, que costará 4.839 millones de euros. Ruiz-Gallardón anunció en la inauguración de una nueva plataforma, el pasado agosto, que Barajas tendrá tras la reforma capacidad para 120 vuelos cada hora y para atender a 70 millones de pasajeros al año.
La ampliación de Barajas manda al limbo el otro gran proyecto de transporte aéreo en la región: el aeropuerto de Campo Real. Los 3.000 habitantes de este municipio, situado a 30 kilómetros al este de la capital, llevan oyendo hablar de un futuro aeropuerto desde 1999, sin que las palabras hayan pasado de ser eso.
El entonces ministro de Fomento, Rafael Arias-Salgado, se comprometió en febrero de 2000 a sacar las obras a concurso, pero su sucesor, Francisco Álvarez-Cascos, anunció en fechas recientes que el proyecto no ha avanzado. Los planes de los populares pasan por tenerlo listo para 2022, por lo que Cascos hizo hincapié en "comenzar a preparar ya el futuro en Campo Real". Para entonces, los habitantes de este pequeño pueblo ya habrán levantado varias veces su vista al cielo.
El 'gancho' del metro
Si el metrosur fue una de las grandes bazas utilizadas por la candidata del PP, Esperanza Aguirre, en la campaña del 25-M, no parece que el suburbano haya perdido un ápice de su sex appeal en esta nueva convocatoria. El metro es una poderosa herramienta electoral, y los partidos políticos no renuncian a ella.
En esta peculiar subasta, ninguna cifra se acerca a los 114 kilómetros de suburbano construidos en las dos legislaturas de Alberto Ruiz-Gallardón. Sin embargo, PP, PSOE e IU han lanzado sus ofertas de construcción de estaciones con la confianza de arañar los votos de indecisos.
Los tres partidos coinciden en algunas de las reivindicaciones más tradicionales de barrios que llevan años reclamando una parada. Éstos son los casos de Villaverde, Carabanchel Alto o la Alameda de Osuna. Aunque si hay un lugar emblemático en cuanto a demanda de metro, ése es sin duda el barrio de La Elipa, que exhibe desde hace años varias señales simuladas que imitan a las de las estaciones del suburbano.
Existen otros clásicos que no cuentan con la unanimidad de los tres partidos, pero sí con la de dos. Un ejemplo de éstos es Manoteras, propuesta por PP y PSOE.
Dentro de los ambiciosos proyectos de prolongación de líneas de metro, el más sobrio es el candidato de Izquierda Unida, Fausto Fernández. Además de algunas propuestas como La Elipa o Villaverde, la formación de izquierdas propone alcanzar los ejes Alcobendas-San Sebastián de los Reyes y Coslada-San Fernando.
Algo parecido plantea la candidata popular, Esperanza Aguirre, pero en términos distintos. Aguirre habla de la construcción de un metronorte (hasta Alcobendas-San Sebastián de los Reyes) y un metroeste (Coslada-San Fernando) a la manera del metrosur. El PP quiere construir también un metrooeste, que llegaría a Boadilla del Monte y Pozuelo de Alarcón.
El candidato socialista, Rafael Simancas, se desmarca con sus propuestas de estaciones en los nuevos barrios que se construyen en Monte Carmelo, Las Tablas, Sanchinarro, Vallecas y Carabanchel. Además, el PSOE quiere llevar el suburbano a la nueva terminal del aeropuerto de Barajas, al futuro estadio olímpico de La Peineta y a otros lugares como Tres Olivos o Mirasierra.
Sin embargo, otra de las apuestas de Simancas, aunque recibe el nombre de metro, no va bajo tierra, sino por encima. Se trata del metro ligero o tranvía, que los socialistas se comprometen a construir, entre otras cosas, para enlazar con los municipios del oeste.
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