Orejas facilonas
Por fin llegó la pasión taurina a la feria de Jaén. Y bien que lo agradeció el empresario Paco Dorado, acostumbrado a ver demasiado cemento en la plaza. Buena culpa de ello la tuvo El Fandi, quien incluso logró que se le aceptase un cuarto par de banderillas en el que cerraba plaza. No fue la única condescendencia de la presidencia, demasiado benévola en toda la feria y que ayer colmó la paciencia de los más puristas.
El mejor ejemplo de que las orejas en Jaén están facilonas en esta feria es que Finito no quiso pasear ninguna de las dos que cortó. En su primero, un toro noblón y bobalicón, el torero cordobés encadenó varias series de muletazos, pero demasiado despegado y sin apreturas. El público, que se conforma con muy poco en Jaén, apenas solicitó el trofeo, pero ahí estaba el presidente para zanjar el dilema: una oreja tras matarlo de estocada trasera. El mismo trofeo logró en su segundo, al que toreó casi siempre a media altura porque cuando le bajaba la muleta el toro ya no respondía. Con todo, consiguió algunos naturales sueltos de buen trazo.
Barral / Finito, Morante y El Fandi
Toros de María José Barral, aceptables, blandos y encastados. Finito de Córdoba: oreja en los dos. Morante de la Puebla: pitos y silencio. El Fandi: dos orejas en ambos. Plaza de La Alameda, 17 de octubre. 4ª de la Feria de San Lucas. Dos tercios de entrada.
Morante de la Puebla fue ayer la víctima propiciatoria de un público que pasa muy rápido de la emoción a la bronca. Desplegó toda su ira sobre el diestro sevillano por la indolencia mostrada en su primer toro. En su segundo quiso congraciarse con los tendidos. Primero lo intentó recibiendo al toro con una serie de verónicas de buen gusto, pero rápidamente advirtió de que tampoco estaba a gusto y ordenó parar la música, otro síntoma de que ayer no era su día.
Menos mal que El Fandi enmendó la plana, si no por su toreo de altura, sí al menos porque estuvo entregado toda la tarde, y además en plan artista en la suerte de banderillas. A su primero lo despachó con una faena cuidada y un toreo a media altura aderezado con molinetes de rodilla que levantaron al público de sus asientos.
Mucho mejor estuvo en el que cerraba plaza, quizá el toro con más trapío. Tras provocar el éxtasis colectivo con las banderillas, se adornó en la faena con verónicas de rodillas, mariposas, naturales y desplantes. Encima estuvo muy fino con el estoque y se llevó otros dos
trofeos, más por petición popular que por otra cosa.
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