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Reportaje:LOS JARDINES SECRETOS DE MARRAQUECH

Rumor de fuentes tras los muros

Una guía diferente de la ciudad más africana de Marruecos

Si uno se ve invadido por sentimientos otoñales, Marraquech no está muy lejos y es un lugar estupendo para darse un baño de vitalidad. La ciudad "ocrerrosada", como la llama uno de sus habitantes, el escritor Juan Goytisolo, es luminosa, alegre y musical, incluso en esas estrechas, oscuras y pestilentes calles de la medina en las que te asalta una pobreza que no es tercermundista, sino directamente medieval. Los habitantes de la que fue capital del reino magrebí tienen fama de humoristas entre sus compatriotas, no pierden la ocasión de hacer un chiste sobre casi cualquier cosa. Como su particular y tolerante versión del islam, embebida de misticismo, culto a los santos y pasión por las romerías, esto es, el fruto de una triple herencia: bereber, árabe y africana.

Todo es dentro del 'riad' frescura, suavidad, murmullo, perfume y armonía, aunque otro tipo de emociones fuertes esperan fuera, apenas pisada la calle: el horror y la belleza de la lucha por la vida en la medina
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Cuscús y bailes junto a la gran plaza

De todas las grandes ciudades marroquíes, Marraquech es la más africana. Al desayunar en una de sus terrazas, contemplando cómo la nieve empieza a blanquear las cimas del Atlas y sabiendo que detrás se encuentra el desierto y más allá el África negra, escuchando la algarabía risueña del comercio y la música gnaua (o sea, guineana) que se eleva de la medina, recordando los extraños lagartos y serpientes vistos el día anterior en las herboristerías, pensando en los posibles efectos de los talismanes y los afrodisiacos allí comprados, la vivencia del cambio de continente es aguda y embriagadora. La primigenia tierra africana lleva siglos copulando gozosamente con el mundo árabe y musulmán en Marraquech, y el otoño es una magnífica temporada para disfrutar, aunque sea brevemente, de esta fiesta. No hay nada más que seguir el vuelo de las golondrinas y las gaviotas.

Un fenómeno que se extiende

En los últimos años, Marraquech ofrece además el atractivo de poder albergarse como un pachá a un precio relativamente abordable para la clase media europea. Es el resultado de la conversión de decenas de viviendas tradicionales en casas de huéspedes con encanto y confort, los llamados riad. El fenómeno, extendido luego a otras ciudades marroquíes, es debido a los extranjeros -principalmente franceses, aunque también italianos y españoles- que han comprado viejas mansiones burguesas o palaciegas de la medina y las han restaurado y transformado en alojamientos para los visitantes. En general, el gusto es exquisito; la atención, individualizada; la comodidad, notable; la bebida y la comida, de calidad, y la estancia, inolvidable. Y en algunos casos hasta hay piscina y sala de baños y masajes.

Sin perder un ápice de su africanidad, Marraquech tiene también huellas profundas de la civilización mediterránea, y una de las más notorias es el modelo de vivienda organizado en torno a un patio central. Es un modelo al que los árabes aportaron una idea dominante en el mejor momento de su civilización: la que exige que la riqueza no sea aparente, no se exhiba impúdicamente ante los creyentes menos afortunados. Como los cármenes granadinos, las buenas casas de la medina de Marraquech son muy modestas por fuera, difíciles de distinguir de sus vecinas más pobres, apenas unos muros rústicos sin ventanas. En la tradición arábigo-andaluza, esa discreción exterior contrasta en las casas burguesas o palaciegas con el lujo de la decoración y el mobiliario interiores. Al abrigo de las miradas de los demás, los azulejos, los artesonados, las yeserías, las taraceas, los cobres, los divanes, las alfombras y los cojines pueden permitirse innumerables fantasías.

Lo interior y lo exterior

Ésta es la propuesta de los riad de Marraquech: uno se alberga en una pequeña casa de huéspedes -entre cuatro y diez habitaciones- y vive durante unos días como un sultán o una sultana de Las mil y una noches. Puede hacerlo en un riad que opta por la sencilla elegancia de los muros y los arcos blancos, como el Mezouar, o en otro que reconstruye los sueños de la Alhambra, como el Ksar Char-Bagh, o en esa pequeña joya jerifiana que es el Hérougui. En cualquier caso, todo es dentro del riad frescura, suavidad, murmullo, perfume y armonía, aunque otro tipo de emociones fuertes esperan fuera, apenas pisada la calle: el calor, la brusquedad, el ruido, los olores más crudos y todo el horror y la belleza de la lucha por la vida en la medina. Sentirse culpable por ese choque entre lo interior y lo exterior, dejarse dominar por el remordimiento judeo-cristiano, es absurdo. Vivirlo con naturalidad no hace daño a nadie, como los propios marrakchis, de natural xenófilos, se encargan de recordar.

Para los musulmanes, el paraíso es un jardín. Es el ideal de agua cantarina, setos perfumados y árboles de sombra generosa que los sultanes nazaríes materializaron en la Alhambra y el Generalife. En árabe, el jardín es, en singular, hadika o rauda, y en plural, riad; y de ahí el nombre de la capital de Arabia Saudí, que antes de su urbanización era un conjunto de oasis. El uso, en principio erróneo y ahora comúnmente aceptado, del plural riad para referirse a una casa señorial de la medina se lo debemos a los franceses, que durante décadas ejercieron el Protectorado en las zonas centrales y meridionales de Marruecos, mientras España se encargaba del norte. Según cuenta en Le Monde Jean-Pierre Péroncel-Hugoz, el antecesor de los actuales riad fue el restaurante que, en la década de los cuarenta del pasado siglo, abrieron dos damas francesas en el corazón del casco histórico de Marraquech. Se llamaba La Maison Arabe y tuvo como cliente entusiasta a Winston Churchill.

Árboles escogidos

Como manda la tradición mediterránea, la vida de las casas tradicionales de Marraquech discurre en torno al patio, que tiene una fuente o un estanque, algunos árboles -limones, naranjos, palmeras...- y unas cuantas plantas aromáticas, y de ahí el que los franceses llamaran riad a toda la vivienda. Los dormitorios, con lechos amplios y mullidos, dan a ese patio, y de él reciben una luz tamizada, buenos olores y la temperatura más agradable para cada estación. Pero lo mejor de estas casas son sus terrazas, en la que muchos propietarios de riad sirven desayunos, almuerzos y cenas. De gran indiscreción -para eso fueron hechas-, las terrazas permiten vistas panorámicas de las alturas de todo el vecindario y de la incesante vida doméstica de niños y mujeres que allí se desarrolla. Estas vistas están acentuadas por los minaretes de las mezquitas, desde los que, cinco veces al día, se levanta el clamor de la oración, el único sonido que logra imponerse al jubiloso llamamiento de flautas, tambores y panderetas de los músicos de la nunca demasiado lejana plaza de Yemaa el Fna.

Los riad de Marraquech han desarrollado una nueva forma de hostelería: pequeña, personal, exquisita y basada en el arte de vivir oriental. Todo invita en estos jardines secretos a una molicie y una lujuria temperadas, a un culto epicúreo de los placeres del cuerpo y el alma. Sólo el viajero que lleve como equipaje un puritanismo extremo puede no disfrutarlos, y lo mejor en ese caso es que se quede en casa con sus sensaciones otoñales. África y la africana Marraquech no son puritanas.

Comerciantes de todo tipo se dan cita en la laberíntica medina de Marraquech, uno de los ejemplos consumados del urbanismo árabe.
Comerciantes de todo tipo se dan cita en la laberíntica medina de Marraquech, uno de los ejemplos consumados del urbanismo árabe.CRISTÓBAL MANUEL

GUÍA PRÁCTICA

Prefijo telefónico- 00 212.Cómo ir- Royal Air Marroc (902 210 010) vuela a Marraquech, vía Casablanca, desde Madrid y Barcelona, a partir de 220 y 240 euros más tasas, respectivamente. A partir del 30 de noviembre están previstos dos vuelos semanales directos de Madrid a Marraquech.- Luxotour (952 38 67 77 y www.luxotour.com) es especialista en organizar viajes por todo Marruecos.- Norazan Tours (39 32 47 66 y www.norazan-tours.com) es una agencia marroquí que ofrece viajes por todo el país.Dormir- Riad Mehdi (44 38 47 13). Derb Sedra, 2; en Bab Agnaou, la alcazaba. Ambiente y decoración elegantes. Cuenta con piscina y está muy bien situado. Desde 130 euros por noche y persona. Dispone además de unos magníficos baños, Les Bains de Marrakech, donde disfrutar de un baño con pétalos de rosas y un masaje.- Riad Nora (70 01 98 78). Al lado de la Prefectura de Policía. Encantador y auténtico. Magnífica terraza. Unos 70 euros por persona y noche. - Riad Hérougui (44 37 84 54 y www.herougui.com). Derb Herougui, 3; en Azbest, la medina. Encantador y exquisito riad, en pleno corazón de la medina, que fue casa en Marraquech del breve monarca alauí Mulay Arafa. Precio por persona y noche, desde 160. La alberca del patio sirve de piscina.- Riad el Mezouar (44 38 09 49 y www.riyad-el-mezouar.com). Derb el Hamman, 28; Issebtine. Este establecimiento opta por la elegancia de la simplicidad y la austeridad. El precio es de 170 euros por persona y noche, y puede reservarse todo el riad, con capacidad para 10 personas, al precio de 750 euros.Comer- El Fondouk (44 37 81 90). Plaza del Mokef. Cocina marroquí moderna, en plena medina; mucho glamour. Precio medio, unos 15 euros.- Touria (44 43 96 63). Rahal Ben Ahmed, 16; Guéliz. Cocina de mercado. Los precios son baratos, y la acogida, simpática. Alrededor de 5 euros.Otras direcciones- LA NOCHE: Le Sunset, en el exterior de La Palmeraie (Golf Palace), es un lugar de moda para tomar una copa en un jardín, con piscina y música de dj's. Para bailar es recomendable el New Feeling, también en La Palmeraie, justo al lado del Sunset.- PASTELERÍA: los mejores cuernos de gacela y otros dulces árabes se compran en Saveurs d'Orient (44 44 65 01). Avenida de Abdelkrim Khattabi, 31; Guéliz.- BELLEZA: pedicura y masaje de pies, Salón de Beauté & Coiffure Mouna (44 43 65 50). Mauritanie, 3; Guéliz.- CULTURA: el viejo y bellísimo riad Dar Chérifa es también un café literario con exposiciones artísticas. Se encuentra en el número 8 de Derb Cherfa el Kabire, en El Mouassine.Información- Turismo de Marruecos en Madrid (915 41 29 95 y www.turismomarruecos.com).

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