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Columna
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'Fitness'

José Luis Ferris

Culto, culturalista y culturista son tres adjetivos que hay que saber aplicar con la propiedad debida para no crear confusiones. Culto, por ejemplo, es aquel que posee instrucción y amplios conocimientos de lo que llamamos cultura. Culturalista es el intelectual que tiende al empleo de referencias artísticas y literarias. Ambos términos, no obstante, no deben confundirse nunca, pese a la semejanza morfológica, con la palabra culturista, que se refiere a quien practica el culto a sí mismo a base de ejercicios gimnásticos. Mi abuelo, sin ir más lejos, debía de ser culto porque leía a Dostoievski, se estudiaba los planes agrarios y gozaba de una curiosidad de filósofo. A mí me enseñó casi todos los secretos de la papiroflexia y algunos ejemplares clandestinos de El tío Cuc. Sin embargo no era nada culturalista, eso lo fueron los poetas del 70 que ahora se fotografían junto a Pilar del Castillo y se pasean por el Ministerio. Pero no es éste el asunto que me interesa ahora, ni mucho menos, sino el modelo de hombre Schwarzenegger, todo un culturista que, según los primeros resultados, será el nuevo gobernador del estado de California. Su historia es tan conmovedora como la de un yesaire ascendido a concejal de urbanismo en una población costera. Arnold nació pobre pero ambicioso, por eso hizo carrera en un gimnasio adiestrándose obsesivamente en el manejo de pesas, de ahí sus enfáticos pectorales y la hipertrofia de unos brazos elevados a la máxima potencia gracias a los diuréticos y a los esteroides anabolizantes. Luego fue vice-Mister Universo, hizo películas y se hizo propietario de empresas constructoras, un Boeing 747, edificios en Santa Mónica y demás inversiones. Le faltaba el poder y ya lo tiene, a pesar de las veinte demandas por acoso sexual que le pesan sobre el trapecio. Ahora va a ser jefe de un estado y luego tratará de gobernarlos todos, pero lo suyo no es la cultura sino el fitness, y los músculos no gobiernan si no es en coalición con la materia gris. Debería de haber leído a Dostoievski: ahora sería culto y sabría enfrentarse al enorme déficit que le espera. Además, ¿adónde piensa ir un musculitos de Hollywood que no sabe poner en vuelo una simple pajarita de papel?

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