_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tapaderas

El cadáver de un niño destrozado por un obús israelí, en el Sur del Líbano, es el logotipo de la democracia oriental de Ariel Sharon; el caos y la devastación de Irak, es el de la democracia occidental de Bush; la atónita orfandad de un Aznar abrazado a los restos del probable naufragio de Niza, es el del patriotismo constitucional de nuestra derecha. Toda esta iconografía inquietante, casi onírica y bestial está en la maestría de El Bosco, y en la concepción de una democracia nutrida en el orden y la seguridad, como sustancias supremas, una vez aniquiladas la libertad y la palabra. El Mediterráneo, de un mar de pilotos, comerciantes, aventureros y piratas, ha dado en un mar de centinelas integristas: en un extremo, el terrorismo de Estado, y en el otro un país que ya no llega a fin de mes, y donde la corrupción de los poderes y de las finanzas tienen licencia para despojar, sin contemplaciones.

Para combatir el terrorismo desesperado y suicida de unos pocos, se practica el terrorismo de un ejercito regular y de una poderosa fuerza aérea, capaz de bombardear un campamento de refugiados en territorio sirio y de arrasar aldeas libanesas. Para ocupar militarmente las viejas civilizaciones y sus manantiales de petróleo, se inventan mentiras con el mayor descaro, y se busca la complicidad de los más débiles y arrogantes. Que siempre hay tiempo, más tarde, para darles un buen puntapié en el trasero. Para actuar con toda garantía, Bush ha colocado en uno de los extremos a un viejo genocida; y en el otro, a un párvulo de política exterior, que pretende que Europa rece el rosario unida. Patética alianza de quienes van a salir, y pronto, de la historia, para pasar al anecdotario del disparate, sin tapaderas ni excusas, para tanto desmán. Pero, ¿quiénes son estos hombres que han señalado el bien y el mal de acuerdo con sus conveniencias e intereses?, ¿Quiénes son estos hombres que se han atrevido a destruir ciudades, ríos, caricias, jardines, criaturas, esperanzas, cárdenos crepúsculos de Babilonia?, ¿Quiénes son? Dentro de ellos, ya está la sentencia.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_