TV-3 y Catalunya Ràdio, líderes con deudas
Los medios de la Generalitat cuentan con el respaldo de la audiencia, pero sus números están en rojo
Una de las grandes decisiones estratégicas de la primera legislatura -y no sólo del Gobierno catalán, sino del Parlament al unísono- fue el lanzamiento de una televisión y una radio públicas autonómicas independientes por completo del ente Radio Televisión Española (RTVE), que hasta entonces había tenido el monopolio de las ondas. Así, en 1983, nacieron Catalunya Ràdio y TV-3. Ésta sin estar ni siquiera legalizada aún. Es bien conocida la recomendación del a la sazón director general de RTVE, José María Calviño, quien toleró las emisiones no sin advertir antes de que la ley que debía regular el canal había de precisar que su función tenía que ser "antropológica y complementaria". "No sé si con eso quiere decir que tenemos que enseñar a la gente a beber en porrón por la televisión", repuso Jordi Pujol entonces.
El director de TV-3, Joan Oliver, sostiene que esta cadena le sale barata al contribuyente. Sólo 0,10 céntimos de euro por ciudadano y día
La radio y la televisión autonómicas han acumulado una deuda que, a finales del año 2002, ya alcanzaba los 763 millones de euros
Durante estos 20 años los medios de la Generalitat se han reproducido -hoy operan cuatro canales de televisión (TV-3, K3/33, TVCi y el reciente 3/24) y cuatro emisoras (Catalunya Ràdio, Catalunya Música, Catalunya Informació y Catalunya Cultura)- y han procurado no ser ni antropológicos ni complementarios. Con el tiempo, han conseguido el indiscutible respaldo de la audiencia -la emisora ha sido líder ininterrumpidamente a lo largo de la última década y la televisión ha venido ocupando los primeros puestos desde la aparición de las cadenas privadas, en 1990, salvo en contadas excepciones-, pero en el otro platillo de la balanza cabe colocar que, pese a las subvenciones recibidas año tras año, la radio y la televisión catalanas han acumulado una deuda que a finales de 2002 ya alcanzaba los 763 millones de euros y, en cuanto a su orientación, siguen arrastrando el sambenito de ser subsidiarios del poder.
En este sentido, no hace mucho, el propio conseller en cap, Artur Mas, echó más leña al fuego de la sospecha de falta de pluralismo en TV-3 y Catalunya Ràdio. En un coloquio con alumnos de periodismo de la Universidad Ramon Llull (URL), admitió que tanto el Gobierno como CiU interfieren en los medios de la Generalitat, aunque, matizó, menos que otras autoridades en los que gestionan ellas.
En realidad, coinciden políticos y expertos en comunicación, es difícil que dejen de existir sospechas de clientelismo mientras el director general de la Corporación Catalana de Radio y Televisión (CCRTV) -organismo que administra la televisión y la radio autonómicas- siga siendo nombrado a dedo desde la plaza de Sant Jaume. Jordi Sánchez, miembro del Consejo de Administración de la CCRTV a propuesta de ICV, opina que tanto TV-3 como Catalunya Ràdio, cuyo balance de 20 años, destaca, "es globalmente positivo", son "excesivamente gubernamentales" y aboga por una modificación de la ley que establezca la designación del Consejo de Administración y de los directivos de acuerdo "con criterios profesionales". El presidente de la comisión parlamentaria de control de la CCRTV, el diputado socialista Josep Maria Carbonell, es más tajante y afirma que la televisión y la radio autonómicas son "serviles" del Gobierno de la Generalitat. "En estos años", dice, "han servido más a las finalidades del Ejecutivo que a los intereses de los ciudadanos". En el ámbito académico y en el profesional también se oyen voces a favor de una nueva regulación encaminada a la despolitización de los medios públicos. El catedrático de Periodismo de la Pompeu Fabra (UPF) Josep Maria Casasús defendía el pasado lunes en un seminario organizado por su universidad y la CCRTV un sistema en el que no sean, como sucede ahora, "criterios partidistas" los que acaben decidiendo la composición de los órganos de gobierno de los medios públicos. En esta línea, el Colegio de Periodistas de Barcelona presentó hace un mes su propuesta de revisión del modelo.
El debate no es nuevo, pero sí estéril hasta el momento. Al principio de esta legislatura hubo un intento de modificar la normativa audiovisual promovido por todos los grupos del Parlament, que, al final, quedó en casi nada. De las tres leyes pactadas -entre ellas, la de reforma de la CCRTV-, sólo una salió adelante, la del Consejo Audiovisual de Cataluña (CAC), y, encima, descafeinada.
La otra mancha negra en el historial de Catalunya Ràdio y de TV-3 es su cuenta de resultados. Pese al balance, el director de la cadena, Joan Oliver, sostiene que ésta le sale barata al contribuyente. Sólo 0,10 céntimos de euro por ciudadano y día, "una miseria en comparación con el coste de cualquier televisión europea". El diputado socialista Josep Maria Carbonell disiente: "La deuda pesa mucho, en parte, porque en cierto momento el Gobierno canceló las subvenciones a la CCRTV y, a cambio, la autorizó a endeudarse, pero también porque la gestión ha sido nefasta, particularmente en negocios como la participación en Vía Digital y Audiovisual Sport, y la operación fallida de Mediapark". "Está claro que la deuda es la factura negativa de la CCRTV, pero la responsabilidad principal no recae en sus gestores, sino en el Gobierno", apunta el consejero de la CCRTV Jordi Sánchez, que urge a que se produzca "un debate serio" sobre qué modelo de medios públicos se quiere y cuánto se está dispuesto a pagar por ellos.
En el capítulo de los logros obtenidos por los medios de la Generalitat hay que consignar sus elevados índices de audiencia y, en general, el prestigio de su programación. El catedrático de Comunicación Audiovisual de la UPF Josep Gifreu mencionaba el lunes pasado en el citado seminario 20 anys de ràdio i televisió públiques catalanes distintas claves del éxito de Catalunya Ràdio y TV-3. A saber, el control autonómico, la adopción del catalán como "lengua institucional", una "mirada" desde Cataluña hacia el mundo y haber conseguido convertirse en expresión de la cultura de masas catalana.
Que los medios de la Generalitat han contribuido de manera esencial a la normalización lingüística es innegable, pero, ¿qué catalán han difundido? La profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) Anna Torrent, estudiosa del tema, explica que, por lo que respecta a TV-3, el modelo ha cambiado bastante desde los primeros años. "En los ochenta", dice, "era muy monolítico, tanto porque pertenecía a una sola variedad dialectal -el catalán central- como porque dominaba un solo registro, el estándar formal". Se lo explica porque la cadena optó por usar la televisión como "instrumento normalizador" y, por tanto, convenía difundir "una lengua correcta, estandarizada y homogénea". Actualmente, continúa Torrent, el objetivo didáctico ha quedado en segundo término y TV-3 "ha optado por abrir la puerta a los dialectos diferentes del central y por adecuar la lengua al programa". "La distancia que hay entre el catalán de los telenotícies, de las series y de los espacios de humor lo prueban". Está claro, agrega, que con esta práctica TV-3 "pretende aproximarse al receptor y captar nueva audiencia".
Un panorama audiovisual caótico
Aparte de administrar y potenciar la Corporación Catalana de Radio y Televisión (CCRTV) -es decir, TV-3 y Catalunya Ràdio-, los sucesivos gobiernos presididos por Jordi Pujol no han tenido interés alguno en el sistema audiovisual público de Cataluña, donde cada Administración ha ido creando su propia red de medios. Enric Marín, profesor de Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y miembro de la junta de gobierno del Colegio de Periodistas, deplora que se haya producido lo que él llama "falta de políticas comunicativas". "Desde la Generalitat", opina Marín, "no se ha hecho el esfuerzo de integrar los medios públicos. No se han creado sinergias entre los propios y los dependientes de las diputaciones y los ayuntamientos, y ha acabado institucionalizándose la dinámica del contrapoder".
Miquel de Moragas, catedrático de Comunicación de la UAB, señalaba el pasado lunes en un seminario en la Universidad Pompeu Fabra (UPF), como "déficit" en el balance de 20 años de medios públicos catalanes precisamente la ausencia de articulación de las diferentes redes: la de la CCRTV, por una parte, y la de los medios locales, por otra. Tanto él como Marín subrayan la necesidad de una ley audiovisual que racionalice el caótico mapa.
En cuanto a los medios privados, Marín asegura que el panorama es "todavía más triste". A su juicio, el Gobierno de CiU ha beneficiado con concesiones y ayudas a grupos de comunicación afines a cambio "de sintonía ideológica y política". "Ha habido falta de visión estratégica, se ha privilegiado el control ideológico por encima de la consolidación de una industria", concluye.
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