El futuro pasa por un almacenamiento sin límites y por la impresión sin cables
Cámaras y respaldos digitales de 2, 3, 4, 5, 6, 8, 11, 14..., hasta 86 millones de píxeles. Réflex digitales por 1.000 euros. Laboratorios digitales en seco, sin contaminar. Quioscos digitales en cada esquina, donde imprimir al instante desde cualquier soporte, incluido el teléfono móvil. Tarjetas de memoria con tantos gigas de capacidad que parecen imposibles de saturar.
El simple hecho de apretar un botón se puede transformar en una fotografía, un correo electrónico que la contenga, una orden a una impresora o a un quiosco digital para obtener una copia inmediata. O, si se prefiere, mandarlas a revelar al laboratorio desde el mismo teléfono y ponerlas de inmediato al alcance de cualquiera en una página web. Son ejemplos de lo que ya está al alcance de muchos.
La fotografía digital está de moda. Las empresas del sector así lo demuestran. Es tan rápida la evolución tecnológica que cualquier producto puede quedarse obsoleto en menos de un año y, además, el nuevo y mejorado salir mucho más barato que su predecesor.
Hay cámaras digitales resistentes al agua, a los golpes. De todos los tamaños, redondas
, planas, tan delgadas que pueden guardarse casi como una tarjeta de crédito más, como la SMaL Ultra-Poket que mide sólo 6,3 milímetros y aún le queda sitio para un CMOS de 1,3 megapíxeles.
Otras son capaces de mandarlas vía Wi-Fi mientras siguen haciendo más fotografías, como la réflex profesional Nikon D2H. Las hay que rompen mitos, como el respaldo digital de la legendaria Leica, el Digital Modul-R, adaptable a los modelos R8 y R9, convirtiéndolas en las primeras cámaras réflex de 35 milímetros híbridas del mundo ya que utilizan los carretes convencionales o la tecnología digital.
Las tarjetas de memoria aumentan su capacidad tan rápidamente que hay que hacer muchísimas fotografías para poder llenar completamente una de ellas. La última en aparecer es la CompactFlash de la casa Pretec con posibilidades de almacenamiento de hasta 6 gigas. 24 veces más que una de 128 MB, la más usada. Claro que la supertarjeta costará 7.500 dólares aproximadamente. La misma casa acaba de presentar también una tarjeta con tecnología de protección de datos y otra denominada Platinum con protección metalizada para que nada se escape.
Los laboratorios fotográficos se convierten forzosamente en digitales, pero no sólo por la demanda en estos soportes. Los escáneres de negativos son tan rápidos y precisos que las tiradoras de copias ya sólo se fabrican así. Ahora no importa el origen de la imagen, todo se digitaliza, y, hecho esto, se puede imprimir en papel fotográfico, grabar en CD o DVD, guardar en un álbum a través de Internet y, por supuesto, recibir los encargos de copias a través de la Red.
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