'Second to none' reúne una nueva selección de éxitos de Elvis Presley con sonido actualizado
La primera antología, editada el pasado año, vendió nueve millones de copias
El próximo 6 de octubre se lanza Second to none, la segunda antología de éxitos de Elvis Presley con sonido actualizado. Viene precedida por la remezcla del tema Rubberneckin', realizada por el DJ británico Paul Oakenfold, que ya ha sido número 1 en Estados Unidos. La idea es la de continuar con el arrollador éxito de la primera recopilación, Elvis 30 # 1 hits. Veintiséis años después de su muerte, Second to none resitúa a Elvis como creador único.
La primera antología, que apareció el pasado año, despachó nueve millones de copias, con el refuerzo del llenapistas A little less conversation, la arrolladora pieza que puso fondo a El torneo secreto, el anuncio de Nike que presentaba a héroes del fútbol jugando en la bodega de un barco.
Como ejercicio de mercadotecnia, el lanzamiento de Elvis 30 # 1 hits fue magistral. Todo un reto: se pretendía vender nuevamente una colección de éxitos manoseados, que han aparecido en centenares de discos y que, por lo tanto, se supone que hace años que han saturado su mercado potencial. Pero RCA se inventó un cebo irresistible: acudiendo a los masters originales, almacenados en un depósito secreto, se trataron las cintas -algunas, en delicado estado de conserva-ción- con la actual tecnología sonora. Aparte de remediar errores menores, los resultados de la operación -combinación de remasterización y remezcla- se apreciaban a la primera escucha: una asombrosa claridad en las mezclas, con el resultado de que la voz y la instrumentación adquieren una impactante presencia. La colección fue enmarcada por textos eruditos y fotos raras.
La apuesta de RCA y Elvis Presley Enterprises, la corporación que gestiona el legado del cantante, pasaba por rejuvenecer su base de seguidores. Ocurre que la leyenda de Elvis sigue viva pero sus fans van falleciendo o dejan de ser consumidores. Desde hace tiempo, se procura distanciar su arte de los aspectos más risibles de su culto: la caterva de imitadores, los freaks que juran que sigue vivo, los listillos capaces de intentar montar -historia real- un cementerio privado donde las tumbas incorporaran la imagen y la música del rey del rock.
Al mismo tiempo, se hicieron guiños al público juvenil. Desde recordatorios de sus rupturas -"Elvis fue el primero en ser censurado"- a la reconstrucción de A little less conversation. A cargo de un DJ holandés llamado -para más inri- Junkie XL, el tratamiento big beat indignó a muchos puristas pero colocó a Elvis en las pistas de baile de todo el mundo. Un fenómeno que se está repitiendo con Rubberneckin, otro tema olvidado de Elvis que ha sido alargado y transformado por Paul Oakenfold, tal vez el más popular pinchadiscos del planeta. Oakenfold alegó motivos personales para involucrarse: "Mi padre adoraba a Elvis: murió recientemente pero le hubiera encantado ver unido su nombre al de su hijo".
Aparte del sonido, el contenido de Elvis 30 # 1 hits era previsible: cada grabación debía haber figurado en el número uno de las listas estadounidenses o británicas. Liberados de esa exigencia, los compiladores de Second to none han realizado un atractivo retrato alternativo del artista. No todas las piezas fueron éxitos y se ha recuperado una grabación maldita de 1964: I'm a roustabout iba a ser el tema principal de la película Roustabout -que enfrentó al cantante con Barbara Stanwyck y Raquel Welch- pero alguien decidió que su letra era "descarada".
Veintiséis años después de su muerte, Second to none insiste en resituar a Elvis como creador único, más allá de su impacto social o su valor simbólico. La colección recuerda el eclecticismo musical de Elvis, un doctor en músicas estadounidenses, capaz de alternar entre el blues profundo y el country sentimental en una misma sesión. Un artista seguro de sus poderes, que no sentía miedo de que se compararan sus interpretaciones con las de los responsables de las canciones, aunque fueran contemporáneos como Carl Perkins (Blue suede shoes) o Chuck Berry (Promised land).
Una de las razones de su declive estético en los años sesenta fue el encogimiento de su repertorio, desdichada consecuencia de los contratos leoninos que su editorial ofrecía a los compositores que aspiraban a que inmortalizara sus canciones. Sin embargo, Second to none demuestra que Elvis era capaz de sacarle provecho a cositas tan triviales como Bossa nova baby o Rock-a-hula baby.
Su sencillo método de trabajo le permitía realizar trucos de alquimista. Elvis solía grabar de noche, con un núcleo de eficaces instrumentistas que conocían sus idiosincrasias. Tocando y cantando simultáneamente, cada pieza iba tomando forma. Técnicamente superdotado, no era menor su talento para domar todo tipo de canciones hasta que adquirían la forma deseada, cambiando arreglos y ritmos sobre la marcha. Los abundantes estuches que juntan tomas primerizas muestran la enriquecedora metamorfosis de temas como Viva Las Vegas. Su instinto artístico le decía cuándo parar, con el resultado de que sus grabaciones más inspiradas muestran hoy la frescura de los platos recién cocinados. En Second to none están las múltiples caras del mejor Elvis: sensual y romántico, rural y cosmopolita, arrogante y frágil.
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