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LA DEFENSORA DEL LECTOR
Columna
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Rectificar es de serios

Rectificar no sólo es de sabios; es algo que también acostumbran a hacer los periódicos serios, solventes y responsables, la llamada prensa de calidad. EL PAÍS rectificó el pasado miércoles, a tres columnas, en la página 26, una información dada a cuatro columnas en primera página el sábado 20 septiembre. El titular de dicha información decía El PP firmó un pacto secreto con CC OO para controlar Caja Madrid, y el subtítulo aseguraba que el "contrato", al que se había sumado Izquierda Unida, dio en su día la presidencia a Miguel Blesa y trato preferente al sindicato.

Todo perfecto si la noticia hubiera sido realmente una noticia. Pero no lo era. El pacto, firmado en 1996, no había sido secreto y se había publicado íntegro en el diario Cinco Días, perteneciente al Grupo PRISA, y, lo que parece más extraño aún, en este mismo periódico, aunque resumido.

El sindicato CC OO hizo rápidamente un desmentido en el que aseguraba que la información dada por EL PAÍS era "rigurosamente falsa", que las interpretaciones hechas en la misma suponían una manipulación y que "una mera consulta a su propia hemeroteca o un contraste de la información con las fuentes adecuadas hubiera evitado este dislate", puesto que el pacto había sido publicado en la prensa nacional. El domingo 21 de septiembre, EL PAÍS se hizo eco de dicho comunicado en algunos párrafos de una información de media página titulada El pacto entre el PP y CC OO para el control de Caja Madrid nunca fue aportado al Consejo, y subtitulada 'El sindicato afirma que es rigurosamente falso que el acuerdo de 1996 fuera secreto'.

Francisco Baquero, responsable de la Secretaría de Comunicación de CC OO, se dirigió a esta Defensora para pedir una explicación de lo sucedido. No fue el único. Varios lectores han hecho lo mismo coincidiendo en sus peticiones: una rectificación y una explicación de cómo es posible un error semejante. "¿Hay alguna explicación a este dislate? ¿Por qué no publicó el diario una rectificación en condiciones, sin ambages, sin medias verdades, sin rodeos tras un error tan grave? ¿Tan difícil es escribir 'EL PAÍS rectifica', o 'Ayer este periódico se equivocó y fallaron los métodos del buen periodismo y los controles de información?", recrimina Antonio Francés Mota, que se declara periodista, además de lector. "Nos merecemos una explicación de los fallos y métodos que llevaron a semejante error. Incluso a la asunción de responsabilidades, de la misma forma que, con acierto, ustedes la solicitan en sus editoriales de las personas con ineficacia o incapacidad demostrada", añade este lector, que recuerda la rectificación hecha por The New York Times al conocer que uno de sus redactores se inventaba los reportajes.

Una explicación

Juan Carlos Jiménez Fernández, de Madrid, insiste en que los lectores merecen respeto y, al menos, una explicación. "Las argumentaciones del domingo son sólo excusas para no realizar una autocrítica, para no reconocer que no sólo hubo tal acuerdo secreto y que se incumplieron las normas del Libro de estilo de EL PAÍS al no contrastar mínimamente la noticia, ni siquiera con la hemeroteca del propio periódico. La credibilidad del periódico está en juego. Mientras no se reconozca el error y se pidan disculpas, se estará dando pábulo a todos aquellos que, enfrentándose a su periódico, buscan ocultas intenciones en todas sus actuaciones". Y Juan Vargas, por su parte, afirma: "Creo que la información del sábado es irresponsable, porque me imagino que no se contrastaría, (...) pero más me duele la información del domingo en la que, con el titular de portada, se trata de ahondar en la confusión e intentar disimular el patinazo del sábado".

Bien, la rectificación está hecha. Aunque algún lector, caso de Juan Carlos Jiménez, ha vuelto a dirigirse a esta Defensora para, al tiempo que felicitaba al diario por ella, confesar que le había dejado una sensación agridulce. "La rectificación ocupa menos y peor espacio que las tres páginas, portada incluida, del sábado, y, por lo tanto, pasa más desapercibida. ¿Sería mucho pedir que EL PAÍS rectificase, en adelante, con elegancia y generosidad?".

No se puede decir que EL PAÍS, en sus 27 años de historia, haya sido esquivo a la hora de rectificar en primera página y con el mismo despliegue de espacio dado a la información errónea. Esta Defensora recuerda algunas de estas rectificaciones, que ahora ha comprobado en la hemeroteca. Ciertamente, en esta ocasión, el sumario de portada del 24 de septiembre, que remitía a la información interior, no especificaba que fuera una rectificación, y la información tampoco lo destacaba en titulares.

En cuanto a la explicación de cómo es posible que estos errores sucedan, esta Defensora tiene que confesar que, lamentablemente, suceden, y suceden en todos los periódicos del mundo, incluidos los "de calidad". Un hecho penoso porque indica que, en algún momento, inexplicablemente, todas las normas de estilo, el rigor, la profesionalidad y las redes de seguridad del funcionamiento habitual del periódico saltan por los aires y se producen meteduras de pata como la que nos ocupa. En estos casos, la cuestión radica en reconocer los errores públicamente e intentar corregirlos para que no se repitan. La credibilidad de un periódico así lo exige. Y así lo hizo recientemente The New York Times, considerado el más prestigioso del mundo -por supuesto, en un caso muchísimo más grave en comparación con el que tratamos-, tras el indecente comportamiento de su periodista Jayson Blair. Primero, con un amplio mea culpa destacado en portada, y ahora con un exhaustivo y autocrítico informe de los fallos de la dirección y redacción del diario, que implica, entre otras medidas, la creación de la figura del Defensor del Lector, inexistente hasta el momento en dicho medio.

Las fuentes

¿Por qué saltaron las redes de control de la información de EL PAÍS el viernes 19 de septiembre? José María Izquierdo, director adjunto del periódico, se responsabiliza de la información y explica a continuación lo que pasó. "EL PAÍS cometió un error el pasado sábado al calificar de secreto el pacto firmado en 1996 entre CC OO y el PP, que permitió a este partido tomar el control de Caja Madrid'. Éste era el comienzo de una información publicada en la sección de España el pasado miércoles, día 24, en la que se daba cuenta del error. También se pedía perdón a los lectores y se ofrecía una explicación de lo ocurrido: 'No se comprobaron debidamente los antecedentes del caso'. ¿Cómo es posible que pueda ocurrir esto en un periódico de calidad, que se esfuerza por aplicar el máximo rigor a las informaciones que publica? Las circunstancias que se conjugaron el viernes 19 para cometer el error fueron variadas, pero ninguna de ellas disculpa la equivocación".

"Reconocido nuestro error, grave, sin duda, creo también que es conveniente informar a los lectores de que sí se hicieron varias comprobaciones, incluidas consultas a fuentes relevantes, que nos aseguraron dos cosas: que aun siendo conocido el pacto, las 19 cláusulas del documento se habían mantenido en secreto y, en segundo lugar, que dicho acuerdo jamás se había incorporado a las actas del Consejo de Administración. La primera circunstancia resultó errónea: el diario Cinco Días había publicado íntegro el documento en septiembre de 1996. EL PAÍS, al igual que otros diarios, había informado sobre el pacto y publicado un resumen. La segunda era cierta: el acuerdo entre la central sindical y el Partido Popular, representado por su secretario de Organización en Madrid, Ricardo Romero de Tejada (que ahora opta a la reelección como consejero de Caja Madrid), y que entre otras cosas marcaba las líneas estratégicas a seguir por la Caja, nunca se incorporó a las actas del Consejo de Administración, que es, evidentemente, el órgano legitimado para decidir y llevar a cabo esas directrices. Creímos ese día en la importancia de estos hechos, y seguimos creyéndolo hoy, sobre todo a la luz de los actuales acontecimientos que vive la Caja. De ahí la valoración en primera página. Tras la constatación del error, es evidente que nos equivocamos en la decisión y en el calificativo de secreto, y por ello pedimos, una vez más, sinceras disculpas a nuestros lectores".

"Este error", continúa Izquierdo, "nos servirá para extremar las medidas de seguridad y comprobación. Para cumplir, en definitiva, con los mecanismos que nosotros mismos tenemos establecidos y que han dado a este periódico un altísimo grado de credibilidad".

Los lectores pueden escribir a la Defensora del Lector por carta o correo electrónico (defensora@elpais.es), o telefonearle al número 913 377 836.

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