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Reportaje:

La prostituta se llamaba Edith Napoleon

Decenas de personas rinden homenaje a la meretriz que fue asesinada y descuartizada el pasado agosto en Boadilla del Monte

La mayoría de los presentes apenas conocía su nombre. Poco importa. Edith Napoleon era una de tantas inmigrantes que llegan incesantemente a Madrid y que sobreviven en la marginalidad de la prostitución. Murió asesinada y despedazada hace un mes en Boadilla del Monte y ayer un puñado de compañeras y solidarios rindieron homenaje a su memoria.

Edith llegó cinco meses antes de su muerte a España procedente de Sierra Leona, ese minúsculo país subsahariano devastado por la guerra durante la década de los noventa. Intentaba conseguir la nacionalidad como refugiada política. Vivía en un piso en Móstoles con otras dos compañeras de profesión de la misma nacionalidad. Ayer ellas no estaban. "No han querido venir. Saben que si aparecen por aquí todo el mundo, los periodistas, se les van a tirar encima", explicó Carmen Briz, de la organización defensora de los derechos de las prostitutas Hetaira, que convocó el acto.

Pero no sólo faltaban las compañeras de piso de Edith. Tampoco había entre la cincuentena de asistentes ninguna subsahariana, compañeras habituales de la asesinada en los alrededores del parque del Oeste, en Moncloa. Allí mismo, en el sitio donde sus compañeras vieron con vida a Edith por última vez, depositaron decenas de velas rojas.

Para muchas de estas mujeres todavía no es fácil abandonar el anonimato y salir a la calle a reivindicar sus derechos. Soraya sí acudió a la cita del paseo de Camoens, aunque reconoce que no es sencillo: "Tenemos que dignificar la memoria de Edith y de todas nosotras. No hay que avergonzarse por salir a la calle y reclamar más protección". Pero incluso entre las presentes había quienes buscaban el cobijo de un árbol o una espalda corpulenta para no aparecer en las imágenes de la televisión o los periódicos.

"Buena parte de estos complejos", reflexionaba ayer Carmen Briz, "se podrían evitar con un simple cambio en el lenguaje. Por ejemplo, cuando ciertos políticos hablan de 'limpiar las calles de la prostitución', ya dan por sentado que somos algo sucio y que hay que eliminar".

El homenaje tuvo lugar a las 20.30 para que aquellas meretrices que quisiesen acudir pudiesen hacerlo sin problemas y después marcharse a trabajar, según explicó Briz. A esa hora, tampoco se molestaba a aquellas mujeres que ofrecen sus servicios diariamente en la zona. Después del cierre al tráfico de la Casa de Campo, muchas prostitutas se han trasladado al paseo de Camoens. Allí, las compañeras de Edith vieron marchar el Ford Focus de José Luis Pérez-Carrillo, presunto autor del homicidio, con Edith dentro el 25 de agosto. Gracias a que las prostitutas tienen un código de seguridad para protegerse entre sí, eso hizo posible que la policía localizara y detuviera a Pérez-Carrillo como presunto autor de su muerte. Cuando una se marcha con un cliente, las demás apuntan el mayor número de datos posibles del cliente. En este caso, consiguieron quedarse con el modelo y color del vehículo y su matrícula, aunque dos de las cifras eran erróneas. Gracias a sus indicaciones, la policía pudo seguir la pista que le condujo hasta Pérez-Carrillo, un empresario de 35 años que residía en Boadilla del Monte, cerca de donde fueron hallados los restos de Edith.

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Pérez-Carrillo responde casi a la perfección al perfil del cliente medio de las prostitutas de la Casa de Campo, según un estudio publicado por la Comunidad de Madrid. Este informe indicaba que la edad media de los clientes es de 35 años, con un trabajo estable y que se desplaza en un coche de precio medio.

El acusado alegó en su testimonio que aquella noche había consumido "garrafón" en alguno de los bares en los que había estado, lo que le hizo perder el control de sus actos.

Pero antes de Edith Napoleon hubo muchas otras. A su compatriota Mabel Paul, de 20 años, dos clientes la rociaron en mayo con ácido en las manos, la cara, el pecho y los brazos. Junto a ella estaba la nigeriana Amen Osabi, de la misma edad, que también sufrió quemaduras de segundo grado. Trabajaban en el paseo de Camoens, el lugar donde ayer se hizo el homenaje.

Otra subsahariana fue hallada carbonizada en una cuneta de San Fernando de Henares el pasado viernes. Ella, a diferencia de Edith, ni siquiera tiene aún nombre y es probable que jamás lo vaya a tener, ya que el cadáver está muy descompuesto. La policía piensa que podría ser una de las prostitutas que ofrecen sus servicios en uno de los polígonos del Corredor del Henares.

Una esquela publicada esta semana en varios periódicos anunció el último adiós de sus compañeras: "Edith Napoleon (Trabajadora sexual) Nacida en Sierra Leona y asesinada en Madrid en agosto de 2003. Hetaira y tus compañeros no te olvidamos".

Junto a ellos, ayer estuvieron también Pedro Zerolo, concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, el director de cine Fernando León de Aranoa, y la adjunta primera al Defensor del Pueblo, María Luisa Cava.

Una miembro de Hetaira leyó al final del homenaje un poema dedicado a Edith: "La calle te extraña, pide justicia. Siento vergüenza al ver la indiferencia de todos ahora que yaces tan sola, sin familia. Tan sola".

Un "educado" empresario

La Guardia Civil detuvo el 29 de agosto a José Luis Pérez-Carrillo López, el presunto autor de la muerte de Edith Napoleon. Con la captura de este vecino de 35 años de Boadilla del Monte se dio por cerrado el caso. Pérez-Carrillo espera el juicio en la prisión de Soto del Real.

Las circunstancias en que este próspero propietario de una empresa de artes gráficas -a quien sus conocidos definían como "educado y discreto"- cometió semejante atrocidad aún no están claras. Él mismo manifestó que no se acordaba de lo sucedido. "Sólo recuerdo que cuando me desperté, la mujer estaba muerta", testificó.

Hace hoy un mes, la noche del lunes 25 de agosto, Pérez-Carrillo salió de copas con sus amigos. Después de visitar varios bares, fue al paseo de Camoens, en el parque del Oeste, en Moncloa, donde contrató a Edith Napoleon. Juntos se desplazaron en el Ford Focus de Pérez-Carrillo hasta su casa, en el número 17 de la avenida del Generalísimo.

Edith murió de un fuerte golpe en la cabeza, según la autopsia. El homicida intentó librarse del cuerpo descuartizándolo con un cuchillo, pero un vecino halló la cabeza de la víctima en un contenedor de basuras existente en una plaza cercana.

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