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Crónica:MÚSICA | Festival BAM | MERCÈ 2003
Crónica
Texto informativo con interpretación

Una noche alternativa

La Mercè tuvo su noche alternativa. La del lunes. Los alternativos se instalaron en el Moll de la Barceloneta, en el Escenari Músiques del Món. Por allí, codeándose, por un lado con los yates de lujo y, por el otro, con los múltiples restaurantes de paella y gambas, han ido pasado músicos colombianos, argentinos, peruanos, guineanos, paquistaníes y rumberos catalanes. Los alternativos del lunes, presentados por la Asociación Cultural El Huevo Frito, no desentonaron en ese ambiente multicultural porque el bagaje musical con el que llegaron tenía también influencias de muchas partes del globo. Música latina, ska, hip hop, jazz y diversas etiquetas menos evidentes se repartieron entre las cinco bandas del programa. Mientras,

el BAM se apuntaba otro de sus éxitos en Razzmatazz 2, donde se volvió a repasar la escena novel local, en este caso orientada estilísticamente hacia los grupos de pop-rock. El millar de personas que se acercaron allí -sumadas a las 2.300 del domingo- dieron con su presencia un empujón a dos programaciones cuya finalidad era mantener vivo el espíritu del festival antes de su recta final.

En el Escenari Músiques del Món, lo más destacado fue la presencia de Che Sudaka que, sobre las nueve de la noche, puso a bailar al nutrido grupo de asistentes. Su arma es un reggae saltarín con toques latinos y bastante hip hop, diáfanos textos de denuncia y una puesta en escena que sigue los rigores del desorden marcado por otras bandas como Ojos de Brujo o Manu Chao.

Al acabar su actuación el público comenzó a dispersarse. La tormenta eléctrica que se anunciaba por Montjuïc atemorizó a bastantes. El último grupo de la velada, La Banda Revuelta, comenzó ya con poco público aunque pudo presentar su curiosa pero inmadura mezcla de jazz, música latina y hip hop antes de que los nubarrones descargaran.

En Razzmatazz 2, tras Kemakeur, salió Guillamino, quien expuso su propuesta, un ofrecimiento que parte de bases electrónicas sin intención bailable y se define en torno a canciones frágiles de factura artesanal. Con un disco en el mercado, Guillamino se perfila como una idea delicada y sensible que en directo se explicó con voz, guitarra y bajo impulsados por bases surgidas del ordenador. Menos original pero bien perfilada resulta el idea de Flint, una banda que hace de las melodías de la década de 1960 su santo y seña. Las recrearon por medio de un ramillete de canciones burbujeantes, espumosas y divertidas que no pasaron de hacer cosquillas. La noche se cerró entre acordes de rock encarnados en Tuesday Afternoon, una banda que se fija en el sonido clásico del rock norteamericano. Ofreció una actuación solvente.

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