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Gusto y tacto para crear

La Escuela Contemporánea de Humanidades se estrena con materias a través de los sentidos

Cómo puede influir el olfato o el tacto para que las musas hagan aparición en el momento en el que un artista se pone a escribir un cuento? "Pues, mucho", aseguran en la Escuela Contemporánea de Humanidades, en Madrid. Este centro imparte desde hace tres años el master de Creación Literaria y en Humanidades Aplicadas, y este curso sus profesores se han propuesto enseñar mezclando creación y sentidos en todas las materias que enseñan.

Por ejemplo, en asignaturas como Mundo Real y Mundo Cuántico, Las Artes de la Invención o La Construcción del Mundo. Y todo, explican, porque con el gusto, el tacto, el olfato, la vista y el oído, con todos ellos a la vez, la capacidad de crear conceptos y de que surjan nuevas ideas en los creadores se multiplica por diez.

"Los sentidos están infravalorados en la sociedad de la imagen", según Gándara

"La cultura contemporánea es sólo visual. Se maneja el ojo rápido, el que es capaz de diagnosticar una situación o una imagen. Sin embargo, con el ojo lento se emplea muchísimo tiempo para observar una situación y casi no se usa", asegura el director de esta escuela, el escritor Alejandro Gándara. Es decir, utilizar el ojo lento es mucho más productivo a la hora de crear, como también lo son el resto de los sentidos, que también están "infravalorados en esta sociedad de la imagen", dice Gándara.

Y explica: "No es lo mismo ver una película mientras se está degustando una manzana al mismo tiempo. La percepción es completamente distinta. Hace 25 años predominaba el juego del discurso, pero ahora basta con que los sentidos empiecen a funcionar. Antes nos emocionábamos con oír a Joan Manuel Serrat, ahora necesitamos el espectáculo de la luz y el sonido. El ocio actual está basado en eso", aclara el director de este centro.

En realidad, este proceso de mezclar los sentido se llama sinestesia. "Y casi todos los espacios de ocio pretenden ser sinestésicos. También el acto amoroso lo es", señala Gándara.

¿Y cómo pondrán en práctica los alumnos de la Escuela Contemporánea este proceso? En dos fases. En la primera, analizarán la capacidad que tienen los sentidos para revelar ideas o imágenes. Y en ya en la segunda, intentarán mezclar vista, oído, gusto, tacto y olfato en el proceso creativo. Por ejemplo, una actividad podrá consistir en que los estudiantes tengan que describir un barrio cualquiera utilizando los cinco sentidos a la vez.

El tipo de alumnado de esta escuela es muy variado. Aunque todos están interesados en la creación en el sentido más amplio de la palabra, entre ellos hay escritores, pero también profesionales más convencionales, como ingenieros o economistas, que demandan saber qué es lo que está ocurriendo en el mundo.

Aprender a 'desaprender'

Porque en este centro se aprende a pensar, a desaprender, señalan sus responsables. "La erudición y la memoria son la base del sistema educativo actual, pero son inútiles en este tiempo: se pueden convertir en trabas para conocer un mundo que ahora es muy distinto", señala Gándara.

En esta escuela también enseñan a los alumnos a ser contradictorios en los seminarios y clases más académicas que imparten. "Evitamos dar discursos acabados en las clases y presentamos lagunas a los alumnos para que sean ellos los que las rellenen. Tampoco evitamos la contradicción entre profesores", dice el director, quien asegura que esta pedagogía se aplicará en el sistema educativo en unos cuarenta años.

Comprender el mundo

La Escuela Contemporánea de Humanidades nació en 2000 con un objetivo: "Crear una escuela de altos estudios con una utilidad casi inmediata, la de comprender el mundo para actuar en él".

En este centro -que aspira a ser como la Escuela de Altos Estudios de París- se integran disciplinas artísticas y del pensamiento, filosofía, creación literaria, física, economía, política o artes escénicas. "Aquí se toma la creación y se incorpora en la enseñanza del arte del pensamiento y de la ciencia", explican sus responsables.

Los docentes del centro -entre ellos, los escritores Alejandro Gándara, Álvaro Pombo o Rosa Montero- provienen de todas las disciplinas del conocimiento. Aparte de los dos masters, los alumnos de fuera pueden matricularse en cursos sueltos.

El centro tiene firmado convenios con la Universidad Complutense y con la Lund's Universitet, de Suiza.

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