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Reportaje:

El mar no jubila

Dos regatistas australianas de 73 años participan en Cádiz en los Mundiales de Vela

Son regatistas de élite. Participan en representación de su país, Australia, en los campeonatos de vela olímpica que se celebran en la bahía de Cádiz. Son hermanas gemelas y tienen 73 años.

Patricia y Joyce Warne no pasan desapercibidas. Sus aparentemente frágiles cuerpos encierran a dos mujeres vitales, con un carácter que ha cautivado a los participantes y al público de la competición. Su relación con la navegación comenzó en 1954 en la localidad australiana de Cootanundra. Hoy, miles de millas y algunos años después, aseguran que les "encanta" y que no quieren dejarlo.

En el barco, la patrona es Patricia, pero durante la entrevista dice que prefiere que hable su hermana porque siempre las acusan de "hablar al mismo tiempo". Joyce se ríe y explica que después de algunos años como simples aficionadas, en la década de los sesenta lograron comprarse una embarcación propia. "Era un Dragón", recuerda, "con el que comenzamos a regatear en competiciones oficiales".

Más tarde, en los años setenta, descubrieron la clase Yngling y desde entonces han sido fieles a esta modalidad. "Es un barco fácil de manejar y en el que se reparte mucho el trabajo entre los miembros del equipo". Las condiciones de la embarcación, de poco más de seis metros de eslora y casi dos de manga, con tres tripulantes a bordo, facilita el trabajo. Es una embarcación "dócil", que no les exige un excesivo esfuerzo físico.

Con todo, aseguran que el motor que les da fuerza no está relacionado tanto con un buen estado físico, sino con un determinado estado mental. "Nos divertimos mucho navegando, y eso es lo que nos permite seguir adelante", explica Joyce. "Disfrutar", asegura, "es la parte fundamental de casi todo en la vida, debemos evitar los nervios y mentalizarnos para pasarlo bien". La receta se completa con el ejercicio y unos hábitos saludables. "Nos mantenemos en forma. Cuidamos nuestra alimentación, no fumamos y no bebemos".

Como compensación a su esfuerzo reciben "seguridad, satisfacción personal y el apoyo de nuestros compañeros". Mientras habla, el sol aprieta y las dos gemelas se protegen con sombreros idénticos y gafas de sol de tipo concha. La indumentaria se completa con pantalones cortos y blusas marineras estilo Mark & Spencer. Saben que son un modelo para otras personas mayores. A los de su generación les piden que se "levanten del sillón para hacer lo que les apetezca hacer y para disfrutar de la vida".

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Si su entusiasmo puntuara, es seguro que alcanzarían las mejores posiciones de la tabla. En la clasificación de los mundiales van las últimas de su clase. Joyce mira a su hermana, contiene la risa y dice: "¡Eso no importa! ¡Lo principal es navegar!".

Están dispuestas a seguir adelante. La próxima meta está en los Juegos de Grecia del año 2004, en los que "por fin", dice con energía, se reconoce como clase olímpica a las pruebas femeninas de la clase Yingling. Ellas quieren estar allí. Joyce dice que la Bahía de Cádiz es "fascinante". "Los vientos y las condiciones de navegación son espléndidos", de manera que aún se quedarán en Puerto Sherry unos días.

A pesar de sus años de experiencia, ésta es la primera vez que ven juntas, en una sola competición, a las nueve clases olímpicas que reconoce la Federación Internacional de Vela. Si se pasan por las dársenas de Puerto Sherry, en El Puerto de Santa María (Cádiz), las verán pasear juntas y firmar algún autógrafo. A los que preguntan les dicen que son "regatistas, jubiladas y solteras".

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